La verdad es que los seres humanos somos unos tipos con suerte. Todos, seamos de donde seamos, hemos nacido en el lugar más bonito del mundo, en el que mejor se come, el que tiene la mejor gente, el mejor clima, el que reúne más ventajas y menos puñetas del planeta entero. Cuatro tiene en parrilla estas semanas un agradable programa llamado "Tu vista favorita" en donde cuarenta famosetes defienden lo que consideran el paisaje más hermoso de España, aquél que más placer les produce contemplar, para que después sea la audiencia la que escoja la vista más bella de nuestro país. Sencillez, imágenes aéreas preciosas, buen rollito. Pero al final cada participante elige como paisaje favorito aquél en donde pasó su infancia. Siempre. David Bisbal es de Almería; ¿dónde está su vista preferida de todo el mundo? En Almería. Ramón Arangüena nació en Palencia; ¿el paisaje que considera más hermoso? El de Palencia. ¿Dónde está el paisaje favorito del vasco Aitor Ocio? En el País Vasco. ¿Dónde el de la gallega Paula Vázquez? En Galicia. Y así hasta cuarenta.
"Hace falta ser un héroe para librarse del padre", dejó escrito Sigmund Freud. Nuestra única patria es la infancia, y supongo que hace falta ser un héroe para librarse de la infancia. Sería maravilloso ver en Cuatro a un cantante, un actor, ver a un deportista decir algo así como "yo nací y pasé mi infancia en Asturias pero desde luego sus paisajes son una birria comparados con unos de las Alpujarras que conocí el mes pasado". O lo contrario: "soy granaíno de toa la vida, tuve mala suerte. Cómo me hubiera gustado ser asturiano, que es una tierra mucho más mejor en paisajes y en tó". Pero no, ni de coña. "Tu vista favorita" termina convirtiéndose, de hecho, en "El lugar de tu infancia", y apuesto mi carné de crítico televisivo a que los votos de la audiencia también están determinados por ese único factor. Lo dicho: los seres humanos somos unos tipos con suerte, aunque eso nos cueste el módico precio de ser tontos del culo.
2 comentarios:
Nuestra única patria es la mente, que cuando somos niños es salvaje, absorbe el mundo como una esponja, lo interpreta como le sale de ahí y lo atesora como pocas veces se vuelve a hacer. Que se encallece cuando nos hacemos mayores no es ningún misterio ni pseudofilosofía de todo a cien. Conozco a más de una persona con una infancia muy puñetera, podría ser yo o mi prima Segis, que sigue pensando que el lugar más bello del mundo son los bosques y los campos donde se esconde la casa de su tía Fermina. A Doñana, con todos los respetos de Segis, que le vayan dando.
La mente no es la patria, es el patriota.
Esta teoría, Antonio, se cumple sólo si suponemos una constante K (K="infaciasfelices"). Hace falta ser un héroe para librarse de la infancia, y un tonto para no hacerlo. Y si no eres ni muy valiente ni muy espabilado, al final te conviertes en un nacionalista del sufrimiento.
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