Alegrémonos, hermanos: estábamos perdiditos, perdiditos y “Salvados” ha vuelto. Y esta cuarta venida tras su tercera ascensión al cielo vacacional, no por repetida es menos gratificante y salvífica. Quienes hayan negado hasta tres veces al Follonero tras sus desapariciones veraniegas han tenido anteayer una ocasión inmejorable para arrepentirse y volver a recibir su Gracia Descacharrante. Somos un millón de devotos fieles a los que, esperamos, se sigan sumando nuevos conversos. La congregación seguirá reuniéndose, como siempre, todos los domingos por la noche en laSexta.
Y, ahora ya, en serio (dentro de lo que cabe). Si no han visto el regreso de “Salvados”, búsquenlo en la web. No sé si estuvo tan bien como pareció o lo pareció por llevar tanto tiempo de abstinencia, pero fueron tres cuartos de hora intensos, de televisión sin grandes pretensiones, pero contundente y eficaz. Una parodia de “Españoles por el mundo” en la que los anfitriones eran dos periodistas y un Follonero que se aclimató al ambiente neoyorkino a la perfección. Porque, ya lo sabrán, durante cuatro entregas, Jordi Évole dará una vuelta de tuerca a nuestra tierra mirándola desde Estados Unidos y empezó por donde se debe, por Nueva York.
La intención de esta primera entrega fue hacer posible que los estadounidenses recibieran una hipotética visita de la esposa de Zapatero con el mismo despliegue que recibimos aquí a la esposa de Obama. Una reciprocidad imposible que durante el programa se reveló, además, absurda e hilarante; un “Bienvenido Mr. Marshal” del revés que nos atrapó arrancando con una sintonía cantada por unos músicos callejeros en Washington Square y nos enamoró con el homenaje inicial al “Manhattan” de Woody Allen. Después, el grandioso recibimiento previsto (“Welcome Zapatero Family”), se fue recortando (“Welcome …pa…ro…”) y terminó limitándose a un lacónico “Welcome”. El nuestro no tiene recortes: ¡Welcome Follonero Family!
El follonero tendría que llamarse "el pelotero", porque bien que hace la pelota cuando y a quien le interesa. Y si tanto va de follonero, ¿por qué se acojonó con la reina de Inglaterra?, menos lobos
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