Sí, profe, ya sé que estoy peleándome cada dos por tres con “Física o química”, pero ella empezó antes. Lleva haciéndolo cinco temporadas, capítulo tras capítulo. Cada vez que pasa me da un empujón. Lo hace sin que se note porque la serie va de serie guay y moderna, así que cuando uno acaba harto y le devuelve el empellón parece que está buscando guerra. Y nada de eso. Si en Antena 3 quieren emitir una serie de ciencia ficción en la que una nave con forma de centro educativo habitado por mutantes se aleja de la órbita terrestre tras un holocausto nuclear zombi, pues que la hagan; pero que no pasen junto a uno y ¡zas!, que si los jóvenes de hoy son así, ¡zas!, que si retratan la vida diaria en un instituto, ¡requetezás!, que si son muchos los colegios e instituciones que les piden los capítulos para enseñar cómo hay que tratar ciertos temas.
Mira profe, si no me cree tengo aquí grabado en el teléfono móvil cómo sus directivos dicen al inicio de la última temporada esta barbaridad: “son muchos los colegios e instituciones que nos piden los capítulos para enseñar cómo hay que tratar ciertos temas”. ¿Lo ve? Si es que son ellos los que empiezan. Así que ahora voy y se la devuelvo pidiendo que me den un nombre, uno solo, de un centro educativo que utilice esta serie para trabajar en clase, y dirán que soy yo quien busca pelea. Yo sólo me defiendo, profe.
Pero, por favor, si en cinco temporadas los conflictos educativos que abordaron fueron que un día ponían exámenes muy difíciles y que otro ponían un examen sorpresa. Si al principio hablaron un poco de “La Celestina” y el mito de la caverna para tirarse el rollo y disimular, pero en la última temporada ya ni se les veía por clase. Si jamás nombraron la Prueba de Acceso a la Universidad que trae de cabeza a todos los institutos de España. Bueno, vale, usted siga echándome la culpa a mí, pero ya verá cómo me entienden en la Comisión de Convivencia.
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