Vimos ayer que “Los Simpson” ya no son lo que eran porque hay cosas en la serie que cambian (Homer está dejando atrás su encanto original de perdedor enamorado de la vida y cada vez se parece más al insoportablemente ramplón Peter Griffin). Pero hay algo más que ha cambiado y hace que las cosas ya no sean lo que eran: nosotros.
Nosotros ya no somos los de antes no sólo porque pasaron casi veinte años desde aquel lejano día en que La 2 estrenó la serie a las once de la noche y unos cuantos la esperábamos con los ojos como platos para ver cómo estallaba desde el primer fotograma. Es que llevamos casi veinte años viendo “Los Simpson” con devoción y eso ha transformado nuestra mirada (entonces maravillada y hoy acostumbrada a las maravillas) en una mirada resabiada y más exigente.
Más aún, la mayoría de sus actuales seguidores han nacido y crecido viendo la serie, así que su manejo del lenguaje audiovisual permite asimilar con naturalidad un ritmo narrativo y una forma de mostrar las cosas que hace 20 años era inimaginable. Es difícil que te sorprenda con una palabra nueva quien te enseñó a hablar.
Aún más, el entorno televisivo actual ya no es el mismo. Antes de “Los Simpson”, el colmo de la irreverencia era Bugs Bunny, y Beavis y Butthead resultaban desconcertantes. Hoy nadamos en productos audiovisuales que, como pisan sobre la familia amarilla, recorren caminos que hace 20 años nadie podía soñar.
3 comentarios:
Sobre los comentarios de la entrada anterior:
Elena: Tienes razón (otra vez) en lo que dices: Peter refleja lo que debería pasar en este mundo porque tiene lo que se merece, mientras que Homer no. Pero también tienes razón en lo que NO dices: lo que Homer refleja es lo que REALMENTE pasa en este mundo porque NO tiene lo que se merece. Es algo que Frank Grimes (“Graimito”), aquel tipo de lapiceros afilados al que le gustaban las pilinguis, nunca pudo soportar y le llevó a la muerte.
M. Imbelecio Delatorre: Siempre es reconfortante saber que hay, por ahí sueltos, unos cuantos amigos de muchos años. Bienvenido y perdón por haber tardado tanto en colgar la entrada de hoy que llegó antes tu comentario que el texto comentado.
Estoy de acuerdo con tu comentario sobre la evolución de Bart y Lisa. De hecho, sería interesante analizar la evolución de diferentes personajes de la serie. Ya veremos.
Ah, y gracias por el enlace.
Me encantó el episodio de Graimito, pero a la vez me dio bastante pena. Pobre. Pero, después de ver lo que realmente pasa en el mundo, da gusto encender la TV y ver a Griffin recibiendo lo que se merece ¡Qué alivio!
Creo que nadie niega la importancia de Los Simpsons pero aún así, siguen siendo una serie de referencia. Claro que, lo serían más si Antena3 y FOX no repitiesen los mismos capítulos hasta la saciedad. Hace poco, me bajé un capítulo para "resumir" un par de mis asignaturas: si eres hombre, occidental y blanco, siéntete culpable. Y lo peor es que funcionó...
Estoy de acuerdo con la entrada anterior, pero el argumento de ésta ya lo he oído otras veces y no estoy convencida: y es que nos fallan las últimas temporadas, no las primeras. Somos unos resabiados sí, pero los primeros episodios siguen encandilándonos. Tienen un encanto y una sinceridad que le falta a la 2ª mitad de la serie, que a mí se me antoja una caricatura de sí misma. En las primeras temporadas sabían hacer un capítulo maravilloso partiendo de un hecho tan simplón como que Bart corriera peligro de repetir curso, por ejemplo, pero también nos creíamos que Homer hubiera formado en su juventud un exitoso grupo de capella con otros tres springfildianos, por muy inverosímil que sonara. En las últimas chirrían todas las premisas (Bart divorciándose de sus padres, por ejemplo). Es todo como muy de cartón piedra, y cuando esa sensación te la causan unos dibujos animados...
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