Los del tiempo están enfadados. Podían estar contentos por estar libres de patrocinadores y disponer de espacio propio tras el “Telediario”, pero no lo están. Apostaría a que están mosqueados porque después de estudiar una carrera más difícil que un sudoku sexagesimal, trabajar con un aparato matemático complejísimo y aplicar modelos teóricos más sutiles que la teología de Duns Scoto, los espectadores seguimos resumiendo el pronóstico para mañana con sólo dos palabras: “huevo frito”. Ni siquiera decimos “nubes y claros”. Lo dejamos en “huevo frito”, que todos sabemos lo que quiere decir.
Así que ahora te pones a ver “El tiempo” y te colocan tal cantidad de datos, tablas y tecnicismos que parece que lo que estamos viendo es “El clima”. Son tan pesados como esos señores de los que habla Pancracio Celdrán, a los que se les pregunta la hora y te cuentan la historia del reloj. Uno quiere ver el pronóstico para los próximos días porque se va de vacaciones y hasta el último medio minuto te tienen en vilo contándote mil cosas que resultarían interesantísimas… si primero te hubieran dicho lo que querías saber y luego te dieran la lección del día.
Nosotros esperamos el pronóstico y ellos empiezan explicando el tiempo que hizo. Vale, pero aligera que tengo la maleta a medio hacer. Luego presumen de los aparatacos que tienen mostrando la evolución de imágenes del satélite Meteosat en el canal visible o las imágenes de radar de la Agencia Estatal de Meteorología, colocan unas cuantas expresiones resultonas como “formación de núcleos convectivos” o “descenso del aire frío de capas medias de la troposfera”, nos sepultan en datos de temperaturas registradas, borrascas, precipitaciones recogidas, isotermas e isobaras. Y rematan con fotos enviadas por los espectadores. Al final, muy al final, por fin vemos lo que nos interesa: los próximos tres o cuatro días, huevo frito.
1 comentario:
Un día le dije a alguien: mañana hará huevo (frito)... y se quedó con cara de póquer.
¿En qué mundo vivía ese ser?
Publicar un comentario