Así nos va. Somos los primeros en implantar la TDT, pero también somos los primeros en pagar las consecuencias. Que digan lo que quieran, pero la tele ahora no va bien y no va bien. Ya está. Llevo diciéndolo desde el apagón analógico, pero las autoridades no me hacen caso. Para ellos es muy fácil hacernos comprar un chisme para conectar a esa vieja tele que se veía de sobra sin falta de tanto cable, pero lo único que han conseguido es complicarnos la vida.
Cuento esto aquí porque ya no sé dónde acudir. En el teléfono ese que pusieron para que llamáramos los ciudadanos a los que la TDT nos da problemas no me hacen caso. En cuanto oyen mi voz, cuelgan y pasan de mí. Dicen que están ahí para resolver dudas y atender incidencias, pero es mentira. Cuando por fin los convencí para que viniera un técnico a mi casa, no me resolvió nada. Quise llamar directamente al Ministerio de Industria, pero ya les habían hablado de mí y me colgaron. Es que no me hacen caso ni en la plataforma que formaron unos cuantos ciudadanos de diferentes municipios de España descontentos con la calidad de la señal de TDT que reciben. Dicen que mi caso es diferente. Qué va a ser diferente si yo también estoy descontento con la calidad de la señal de TDT que recibo. Lo que pasa es que no se enteran.
Así que desde aquí pido apoyo a todos los que, como yo, están hartos de que con la TDT se vean perfectamente tropocientos canales con una calidad de imagen increíble y un sonido perfecto, pero repletos de tonterías que era mejor que se vieran mal y se oyeran peor. Con la tele de antes daba gusto: enseguida terminabas de hacer zapping por todos los canales, veías que no había nada que mereciera la pena y te ponías a hacer otra cosa. Pero es que ahora empiezas a apretar botones y no acabas nunca. Y se ve todo tan bien que te quedas mirando como si fueras tonto. Ahora mismo vuelvo a llamar a Industria para quejarme. Me van a oír.
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