A principios de año, mientras nuestros niños desenvolvían los regalos de Reyes, una de las muchas noticias que genera el mundo de la televisión dio la vuelta al mundo: Neha Sawant, una niña de once años de Bombay, se ahorcó en su habitación utilizando su propio pañuelo. La niña había participado en dos de los muchos concursos de jóvenes talentos que hay en la India y formaba parte del grupo musical infantil “Dream makers”. Tanta tele, tantas clases de baile y tanta dedicación preparándose para estos programas en pos de la fama la habían obligado a dejar de lado sus estudios, así que su padre le prohibió seguir bailando (a veces lo hacía con grupos de adultos) y participar en más concursos.
Les cuento esto porque hace algunas semanas que Antena 3 anunció que está preparando un concurso de cazatalentos en el que participarán menores de edad cantando como los ángeles para alcanzar la fama, ser una estrella y esas cosas. Se llamará “Quiero cantar”. Por el contrario, hace las mismas semanas que Telecinco anunció que está preparando un concurso de cazatalentos en el que participarán menores de edad cantando como los ángeles para alcanzar la fama, ser una estrella y esas cosas. Se tratará de algo totalmente diferente porque se llamará “Cántame una canción”.
El caso es que quería avisarles antes del estreno para que a nadie se le ocurra pensar que estos concursos pueden ser malos, eso sí que no. Es que la cadena de televisión india Zee, que emite concursos de éstos y es imparcial a más no poder, dijo tras el suicidio de la niña: “Desde que existe la televisión ha habido concursos de niños artistas y nadie ha pensado jamás que esto represente un peligro para el equilibrio emocional de los pequeños”. Así que ya saben: no pensar que representan un peligro evita que representen un peligro, por lo que los espectadores debemos poner toda nuestra atención en no pensarlo para evitar desgracias. De las demás cosas importantes –la selección, la coreografía, la audiencia y la pasta– ya se ocupan las cadenas de televisión.
1 comentario:
Los niños prodigio me resultan insufribles, sobre todo en los programas andaluces, donde pequeñas enanas cantan con desgarro todas esas coplas de La Piquer, con unos temas tan apropiados a la infancia como se pueda imaginar: la otra, la maté porque era mía, el mal trato psicológico, los niños sin padre, etc.
Pero los que de verdad son vomitivos son los padres, con esa cara de arrobamiento, sentados en las gradas. Cuando la cámara les enfoca se ve cómo la madre, usualmente, está moviendo los labios siguiendo la letra de la canción.
Una vez, descansando en el salón de un hotel de Sevilla, oí, porque los tenía en unos sillones justo al ladito, a Lauren Postigo intentando convencer a unos padres de que le dejaran llevar la "carrera musical" de su hija. Me dieron ganas de presentar una denuncia en los Servicios Sociales del Ayuntamiento.
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