Si a usted no le gusta el fútbol, hoy se sentirá como Will Smith en la película “Soy leyenda”. Paseando por calles desiertas, hablando solo y, de vez en cuando, acosado por mutantes infectados por el virus del fútbol. Porque hoy se juega el partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones entre el Barça y el Inter de Milán. Usted puede realizar en su casa experimentos para encontrar una cura para el virus del fútbol, y puede intentar reunirse con otros seres humanos no infectados por el fútbol, pero no se lo recomiendo. Si a usted no le gusta el fútbol, disfrute sin más de ser una leyenda. Y vea el partido.
¿No le apetece sentarse en una silla apartada y disfrutar del espectáculo que ofrecen los futboleros en pleno banquete? No intente encontrar un tratamiento efectivo contra el virus del fútbol. No lo hay. No intente reunirse con otras leyendas no futboleras para ver una película mientras el resto de la humanidad infectada se retuerce ante el televisor. Puede que usted esté solo. Hágame caso: mire y disfrute. Vaya a un bar, pida una cerveza, sitúese en la retaguardia y observe los increíbles ritos que siguen los futboleros cuando desean con toda su alma infectada que un equipo gane o pierda. Las faltas son faltas y, a la vez, no lo son. Los fueras de juego son clarísimos y, al mismo tiempo, inexistentes. El árbitro no ve nada y ve demasiado. Ibrahimovic puede ser un dios o un demonio. Valdés puede ser adorado porque lo para todo o quemado en la hoguera precisamente porque lo para todo. Decía el poeta romano Lucrecio que es dulce, cuando sobre el vasto mar los vientos revuelven las olas, contemplar desde tierra el penoso trabajo de otro, no porque ver a uno sufrir nos dé placer, sino porque es dulce considerar de qué males te eximes. Si usted es una leyenda antifutbolera, contemple desde tierra el penoso trabajo de los futboleros.
No luche contra el fútbol. No huya de él. Cuando sobre el vasto mar del Camp Nou los vientos revuelvan las olas, sentirá el dulce placer de considerar de qué males se exime por no importarle si gana el Barça o el Inter. Siéntese en una silla apartada. Sitúese en la retaguardia de su bar favorito. Y a disfrutar. Usted será una leyenda, pero no tiene por qué ser una leyenda triste y solitaria.
7 comentarios:
Uf, leyendísima!. No me gusta el fútbol (quizá por frustración infantil) y me siento totalmente identificada. El tiempo me ha hecho un hueco al lado de la gente que tampoco les gusta (Dios los cría...), pero nunca deja de apasionarme el mundo futbolero, lo poco que quieren a sus madres los árbitros, los gritos e incluso los lloros!!!
Cómo me gustaría que algo me gustara tanto.
Pues, puesta a ser leyenda, queda más auténtico lo de ser leyenda solitaria. Así que toca lectura.
No soy leyenda, pero ver a Lucrecio en un artículo sobre ´fútbol me alegra el día, como a Clint Eastwood apretar el gatillo.
que grande yes antonio!!
Un saludo de un ex-alumno no ex-nacionalista.
Qué gran artículo, uno de los mejores que he visto en este blog, y eso que de por sí ya son muy buenos, me ha encantado... (bueno, ya basta de peloteo, xD).
Sólo una pequeña apreciación: no hay cura para el virus del fútbol porque el fútbol no es un virus, es uno de los componentes esenciales para la vida (por lo menos aquí en España...) ¿Qué sería de nuestras vidas si no existiese el fútbol? Qué aburrimiento, ¿no?
Mi vida sin fútbol es bastante amena, Amarok. Ojalá la gente se emocionara tanto con otras cosas como con el fútbol; a veces es necesario o reconfortante y es un chasco encontrarse con un ladrillo carente de emoción ante ti. Más chasco es encontrarse semejante ladrillo con todo tipo de expresiones delante de la tv por ver "eso".
Un saludo desde aquí a todos aquellos que leen o cocinan la comida de mañana antes de acostarse en vez de tragarse eso que fútbol de primera.
Erosè
P.D.: La birra prefiero beberla en casa y observar las conductas de mi gato antes que las de los futboleros.
Yo también me emociono con muchas otras cosas (con un buen libro o una buena película, contemplando las maravillas del cielo, etc...), pero es que el fútbol es muy divertido (normalmente) y sobre todo jugarlo.
La verdad es que lo de ayer no fue un gran partido, había tensión por el resultado pero poco buen juego. ¡Qué vergüenza lo del Inter!
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