"Cuando pienso en mí mismo advierto que no soy nada; sin embargo, si me comparo..." es una frase que por aclamación popular internetera hay que atribuir a Agustín de Hipona, San Agustín o Aurelius Agustinus Hipponensis, según sean las lenguas vernáculas y las creencias religiosas de los lectores. El pensamiento de Agustín ha conservado una presencia privilegiada en la doctrina de la iglesia católica hasta hoy y yo mismo voy a defender en estas líneas que la frase con la que comienza este texto era en verdad un comentario adelantado respecto de "Lo que diga la rubia", el nuevo programa de tarde de Cuatro que prometió no ser un magacine y sin embargo fue un magacine.
Porque si pensamos en el programa de Luján Argüelles abstraído del resto de la programación contra la que se compara, "Lo que diga la rubia" es una birria de espacio que no merece ni la atención que se le presta al agua jabonosa que se va por el desagüe de la ducha, -mesa de corazón, mesa de "Perdidos en la tribu", gags con más buena voluntad que grandes ideas-. Pero si comparamos lo que dice la rubia Argüelles con lo que están diciendo simultáneamente la rubia Esteban (Telecinco), la rubia Conde (LaSexta) o la casirubia Lasvignes (Antena 3) entonces el nuevo magacine-que-dice-que-no-es-magacine-pero-es-magacine de Cuatro se convierte en el mejor estreno desde el "Un, dos, tres".
Eso sí, hay una excepción en todo lo dicho: Josie, ese chirriante ectoplasma que había aparecido en un fashion-reality de Cuatro y que ahora se materializa en LQDLR. Si pensamos en Josie mismo advertimos que no es nada; si lo comparamos con otros colaboradores de programas semejantes advertimos que sigue siendo nada; y si lo comparamos con el espacio vacío interestelar sólo atravesado por nubes de polvo y gases nobles Josie sigue sin distinguirse del fondo. Ésta es una de las dos diferencias fundamentales entre Josie y San Agustín. La otra es que Josie es incapaz de compararse con nada porque aún no sabe que existe en el cosmos algo que no sea él.
2 comentarios:
Se veía venir que lo que diga la rubia era un conjunto de chorradas juntas y revueltas conducidas por la insoportable Luján Argüelles que lleva el personaje de ultramegapija desde el instituto, como si todavía hiciera gracia, como dije por ahí.
Pero si San Agustín viviera estos tiempos estaría sentado en el sofá con un bol de palomitas viendo "me cambio de familia", "sálvame", "sálvame deluxe" y el regreso a gran hermano... pues no hay mayor pecado que no quererse uno mismo, y por ende no querer a Dios.
Para quererse uno mismo, se atisban oportunidades como el documental "el precio de la fama" en la noche temática (que puede volver a disfrutarse en la web), la mejor película española de la década "Camino" que competía con Lost y "el último truco", que desgrana el trabajo del maquetista, decorador y pintor Emilio Ruiz. Mejor no hacer caso a San Agustin, y es que uno, en realidad, siente pavor al compararse con este hombre..
No puedo con Luján, y eso que es paisana y esos pasan por un colador diferente ;)
Cuando presentaba Asturias en 25 tenía un protagonismo que no se le dio al principio en el ámbito nacional, pero bueno, ya ha conseguido lo que quiería, eso: PROTAGONISMO Y LLAMAR LA ATENCIÓN
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