Las serpientes de verano ya no emigran a África en invierno. Ahora se quedan aquí y se alimentan en los vertederos como hacen las cigüeñas. Y qué bonitas serpientitas crían. Vean ésta: se ha detectado que los jóvenes consumen droga a través del ojo. O sea, lo que llevamos haciendo sesenta años con la tele, se hace ahora con el LSD, la versión sintética del cornezuelo del centeno con el que alucinaban los griegos en los Misterios de Eleusis. No lo aseguro, pero la madre de esta serpiente parecer ser ésa que dice que los jóvenes beben en la calle: justo lo que los pueblos mediterráneos llevan haciendo desde el neolítico, sólo que ahora se llama “botellón”. Qué horror. Es que hay que ver, los jóvenes cómo son.
La población española consume actualmente una media de 227 minutos diarios de televisión por vía conjuntival. Un tripi de 3 horas y 47 minutos da para alucinar que lo flipas. La media mundial está en tres horas, pero como aquí sigue creciendo el consumo, nuestro referente es Kuwait, donde se meten más de 5 horas diarias entre ojo y espalda. Después de esto la realidad no parece real, pero eso ya es culpa de la realidad. Que se fastidie.
Este consumo puede causar problemas, así que intentamos solucionarlo acostumbrando a los niños desde pequeños. Los especialistas señalan que eso no está bien, pero es que los especialistas son unos pesados. Ahora dice la Asociación Española de Pediatría que cada hora de tele en menores de 3 años incrementa la probabilidad de que surjan trastornos de atención a los 7 años. Y la Universidad de Albany (Nueva York) advierte de que incluso tener la tele encendida de fondo aumenta la agresividad en menores de 3 años y es un predictor de futuros problemas serios. Bueno, es lo que tiene convertir a los menores en adictos al zapping, un policonsumo que salta a la vista.
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