Uno de diciembre y la tele se pone un año más el lazo rojo en la solapa. El Día mundial del sida nos recuerda que el VIH sigue ahí. Los informativos le hacen un hueco en su escaleta, dan el lema de este año y actualizan cifras. Pero hay cosas que no cambian. Sigue habiendo gente mal informada que no trabajaría en una empresa donde hubiera un contagiado por el VIH. Y sigue habiendo gente mal informada que no sabe que está contagiada. O sea, que sigue habiendo personas doblemente mal informadas que no trabajarían en una empresa donde trabajan ellas mismas. También hubo nazis judíos.
Y hay otra cosa que tampoco cambia. Sigue dándose la puñetera coincidencia de que el mejor método que existe para prevenir el contagio de VIH al mantener relaciones sexuales es una funda elástica (llamémosla “profiláctico”) que es, también, un método anticonceptivo (llamémoslo “condón”). Como, según la Iglesia, el condón ya era pecado cuando llegó el sida, resulta que el profiláctico nació en pecado original y no hay bautismo ni encíclica que limpie eso.
Estaría bien que los telediarios pudieran informar de que los profilácticos, utilizados tras la menopausia o durante el embarazo (libres por tanto de su estigma anticonceptivo), ya no son pecado. Pero eso, ay, obligaría a aceptar su eficacia como medida preventiva. Así que, por desgracia, esa noticia no llega. Quienes deberían dar ese paso tan lógico pensarán, y con razón, que íbamos a malacostumbrarnos y después preferiríamos barbaridades como el reparto de preservativos entre pecadores sanos antes que tener miles de contagiados enterrados que van derechitos al cielo en gracia de Dios. Porque en los países ricos tenemos medicamentos para que el sida ya no nos mate, pero en muchos lugares del mundo el sida aún es una condena a muerte. Y eso tampoco se entiende: antes los que se apartaban de la ortodoxia eran los condenados, ahora son los que viven –vivimos– sanos y felices.
1 comentario:
¿De verdad hay gente que no trabajaría en una empresa si hay un compañero con VIH? ¡Increíble!
Yo creo que el problema terminaría si acabásemos con la Iglesia, así, directamente y sin contemplaciones. En mi opinión, debería juzgárseles por el asesinato premeditado de millones de personas: desde la Inquisición hasta los actuales contagiados por el VIH pasando por la Caza de Brujas. Y nada de pena de muerte, que morir es muy fácil. Que sufran hasta que su adorado Dios los admita en el cielo... o no.
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