Me gusta el “El mentalista”, una serie sencilla que, como la aspirina, es eficaz, barata y sin efectos secundarios. Ideal para ver en una noche tranquila. También me gusta “Miénteme”, una serie más complicada, muy eficaz, no tan barata y con enormes efectos secundarios. Después de un capítulo de “El mentalista”, nadie va por ahí intentando resolver crímenes en plan Sherlock Holmes sonriente; pero, después de un capítulo de “Miénteme”, es difícil no mirar a la cara de la gente en busca de microgestos que delaten una mentirijilla. Definitivamente, me quedo con la aspirina mentalista: no tiene efectos secundarios y, sobre todo, Patrick Jane siempre está sonriendo. Mola.
Patrick Jane es una especie de hippy bien vestido que observa, deduce y manipula sin perder nunca la sonrisa (salvo cuando se trata del asesino en serie “Red John”). El doctor Cal Lightman de “Miénteme”, sin embargo, es como Argos, el gigante con cien ojos fiel sirviente de la diosa Hera, que todo lo veía. El doctor Lightman sonríe menos, quizás porque sus ojos siempre están olisqueando en los gestos y palabras de los sospechosos. Ya sé que los tipos que se dedican a resolver crímenes (aunque sean de ficción) no tienen muchas razones para reír, pero sí para sonreír porque, caramba, saben que finalmente pillarán a los malos. Santo Tomás de Aquino distinguía entre la buena y honesta disposición a la alegría, considerada como una virtud, y el exceso en la risa, procedente de un relajamiento moral. La sonrisa (es decir, la risa mitigada) es la “buena risa”: la risa lícita, la risa de los sabios. Por eso la eterna sonrisa de Patrick Jane es una virtud, y por eso su honesta disposición a la alegría le permite aceptar siempre una taza de café ofrecida por un sospechoso, o un vaso de agua, o un té, o un trozo de tarta. Me gusta ver sonreír a Patrick Jane, y me gusta que acepte tomar un café en casa de un posible asesino.
No se trata de que el doctor Lightman se parta de risa mientras observa los gestos de los sospechosos en busca de una mentira, pero podría sonreír un poquito más. Si hasta la doctora Brennan, la antropóloga forense de la serie “Bones”, sonríe de vez en cuando, es que la sonrisa es lícita y sabia incluso cuando se lucha contra el crimen. Patrick Jane consigue que la aspirina de “El mentalista” sonría. Es lícito. Y sabio.
2 comentarios:
Oh el gran Sherlock Holmes...
No sé yo eso de sonreir Antonio. Para uno mismo es mejor porque le cubre la espaldas pero cuando te lo hacen a ti, entonces es otra cosa. Ya me lo decía mi tía, puedes llamarle a alguien "m*món de los c*jones" sonriendo y con buen tono que muy probablemente no te diga nada. Ahora, si le pones mala cara y le gritas pues probablemente te conteste con algo que empiece por "y tu madre..."
Espero que, después de ponerte asteriscos en los insultos no me borres el comentario, que, aunque lo hicieses con una sonrisa enorme me parecería mal. Ya ves, a veces sonreir no vale para mucho.
Sin duda, si tuviese que vérmelas con alguno de los dos preferiría que fuese con Patrick Jane, sé que me pillaría en falta igual que lo haría Lightman pero sería mucho más agradable vérselas con él, hasta para pillar al malo un poco de elegancia no viene mal.
Un saludo.
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