Vale que en las ceremonias de entrega de premios hay que innovar, pero lo que vimos anteanoche durante la gala de los Ondas fue un exceso. En la labor de presentación había dos que hacían de polis buenos y uno que hacía de poli malo, había incluso un rey Arturo que iba por libre custodiado por sus soldados cantando y haciendo comedia. Si a esto sumamos el desfile de premiados, se entiende que los asistentes optaran por no entrar en distingos y aplaudir a cualquiera que apareciera sobre el escenario, fuera lo que fuera. Y así, claro, pasó lo que pasó.
Fue una broma de pésimo gusto. El rey Arturo se salió de madre y dijo que el premio al mejor presentador era para Jorge Javier Vázquez. Antes de que los organizadores del acto pudieran hacer nada para evitarlo, va el tío, sube al escenario, se arrodilla para que el rey Arturo le dé el espaldarazo nombrándole caballero de la telebasura, o algo así, y se pone a agradecer el premio como si la cosa fuera de verdad. Y el público venga a aplaudir la ocurrencia. Era la una de la mañana y hacía sueño, pero abrí unos ojos como platos. ¿Qué ocurrirá si estas imágenes empiezan a circular por YouTube y la gente acaba por creerse que JJV recibió el premio Ondas? ¿No se dan cuenta del grave desprestigio que sufriría un premio de tanta solera?
El pecho al aire de Janet Jackson hace cinco años en la Super Bowl fue una tontería, pero esto es algo mucho más serio. Es necesario que las ceremonias de entrega de premios se emitan en falso directo con un retardo de la señal de varios minutos. Hay que tomar medidas para que si a alguien más se le ocurre reventar una entrega de premios, dé tiempo a reaccionar y pueda interrumpirse la emisión. Es una medida extrema, es cierto, pero debemos pensar en los profesionales que en los últimos años ganaron el Ondas y ahora, avergonzados, lo tienen que esconder en el trastero, donde nadie lo vea.
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