No hay libro tan malo que no tenga algo bueno, y no hay producto televisivo (si excluimos horrores como “Sálvame Diario”) que no justifique el tiempo invertido delante de la pantalla. Uno puede sentarse en el sofá a ver “Smallville” y escuchar cómo alguien le dice al joven Clark Kent: “Puede que seas invencible, pero no eres valiente”, una sentencia de gran profundidad psicológica que haría las delicias de Horatio Caine. Y, desde el mismo sofá, también podemos ver un capítulo de la serie de dibujos animados “Spiderman” titulado “Lo innato y lo adquirido”, que parece sacado de “Redes”. Y hasta en “Metrópolis”, el no va más de la modernidad más extravagante, es posible encontrar argumentos contra uno de los insultos del brutal sargento de la película “La chaqueta metálica”: “Eres tan feo que podrías estar en un Museo de Arte moderno”. En una instalación (glup) de Yoko Ono (reglup), leemos: “Juntad vuestras sombras hasta que se fundan en una”. Guapo.
Las sombras de las que habla Yoko Ono no son las sombras que hace unos dos mil doscientos años le sirvieron al gran Eratóstenes para deducir la circunferencia de la Tierra con un error mínimo. Eratóstenes comprendió que la superficie de la Tierra está curvada al observar la diferencia en las longitudes de las sombras de dos bastones colocados en el mismo instante en Alejandría y en Siena, a unos ochocientos kilómetros. Yoko Ono cree que si todas las sombras se juntaran en una, la superficie de la humanidad dejaría de estar curvada por estúpidas diferencias de detalle. Gracias a “Smalville”, “Spiderman” y “Metrópolis” pude echar un vistazo al desfile de la Fiesta Nacional con ánimo de encontrar algo más que banderas enormes, políticos serios, uniformes raros y alguna que otra cabra. Y así fue.
En el homenaje a los soldados caídos en acto de servicio, se cantó el himno “La muerte no es el final” y TVE... ¡lo subtituló! De esa manera, los espectadores nos enteramos de que los cantores tenían “la certeza” de que Tú (con mayúscula en el original) ya habías devuelto a la vida a los caídos, ya les habías llevado a la luz. Un himno que cualquier antiguo egipcio habría entendido a la perfección (con subtítulos en lengua egipcia, por supuesto). Soldados españoles cantando un himno neoegipcio en la Fiesta Nacional. Qué grande es la tele.
Ay Antonio... parece que las ganas de ver Ágora te están produciendo alucinaciones egipcias. Te recomiendo encarecidamente que la veas entonces, que merece MUCHO la pena.
ResponderEliminarA Azcona le preguntaron una vez por qué odiaba la tele y dijo:
ResponderEliminar"¿Quién ha dicho eso? A mi la tele me encanta porque ponen cosas muy interesantes como la muerte del Papa".
Será que estudiásteis pupitre con pupitre.
Un abrazo grande.