31/10/09

BALAS, BOMBAS Y VENENO

Mientras le tele analógica vive sus últimos días, la TDT crece y afila sus uñas publicitarias. En unos meses, las cadenas tienen que ser tan eficaces vendiendo espectadores a sus anunciantes como lo eran antes. Lo curioso es que ante el mismo problema, Telecinco y Antena 3 hacen justo lo contrario. Telecinco prefiere el disparo de precisión, la sofisticación de una bala certera; Antena 3 prefiere el ataque masivo, un bombardeo por saturación como el que usó Bart Simpson el día que atacó con globos llenos de agua a Nelson.

Sería sorprendente hacer lo mismo para solucionar problemas diferentes. Pero hacer lo contrario para solucionar el mismo problema puede ser peor, y más si está en juego un negocio millonario como el de la tele. La multiplicación de canales fragmenta la audiencia y cada vez hay menos espectadores viendo lo mismo, así que Telecinco opta por afinar, especializar sus canales, definir productos para diferentes públicos y vender a sus anunciantes grupos de espectadores cómodamente empaquetados según los perfiles que quieran comprar. Antena 3 es más bestia. Todos sus canales de TDT emiten a la vez los mismos cortes publicitarios con los mismos anuncios. Da igual que estén emitiendo una serie, un concurso o un informativo: haces zapping por sus canales y todos anuncian lo mismo a la vez. Venden a los anunciantes un revoltijo de espectadores, así que éstos emiten anuncios sin orden ni concierto. O sea, con el mismo criterio con el que Simon de Montfort dirigió los ejércitos papales que masacraron la población francesa de Béziers para acabar piadosamente con los herejes cátaros: “Mátenlos a todos, Dios reconocerá los suyos”.

¿Qué estrategia publicitaria prefieren padecer? ¿Prefieren morir de un disparo o de un bombazo? Javier Krahe elegiría la hoguera, claro, pero me temo que, en realidad, el futuro de la tele está en el veneno. Mañana se lo cuento.

30/10/09

CATÓLICO DURANTE DOS DÍAS

Yo, como usted, y usted, y usted el del fondo también, odio Jálogüin. Me siento un poco ridículo iniciando una columna con una obviedad de este calibre, pero vivimos tiempos difíciles. Odiaba Jálogüin cuando lo veía en las películas yanquis y no sabía muy bien lo que era. Odio Jálogüin ahora que a base de encontrármelo en España hasta en el papel higiénico sé perfectamente lo que es e intuyo aterrado lo que será. El Grupo de Seguimiento de Catástrofes y Celebraciones Culturales, dependiente del Ministerio de la Vivienda, gradúa en una escala de 1 a 5 la peligrosidad social de este tipo de fiestas; la categoría 5, -que hasta ahora sólo ocupaban la Navidad y el verano-, se aplica cuando aparecen programaciones televisivas especiales asociadas a la celebración en cuestión. Ya ha ocurrido: hoy comienza la programación especial de Jálogüin en todas las cadenas Disney de por aquí, en las cadenas Turner, -TNT, TCM, etc-. Cuatro anuncia para este fin de semana la emisión de coñazos como "Pesadilla antes de Navidad" o "El fin de los días", -y "El coche fantástico", a ver si no dan miedo los pantalones de Deivid Jáseljof-.

Decía Chesterton que el problema que existe con el catolicismo es que cada vez que desaparece es sustituido por algo peor. No estoy de acuerdo con esta afirmación 363 días al año, pero confieso que me vuelvo un chestertoniano radical el 31 de octubre y el 1 de noviembre, cuarenta y ocho horas en las que últimamente añoro melancólico aquel difunto Día de Todos los Santos y aquel santo Día de Todos los Difuntos que nos daban muy pero que muy poquito la lata y no tenían mayor dimensión comercial que la de las buenas señorinas con flores instaladas a la entrada de los cementerios. Siempre será mejor el catolicismo descolorido y en retirada que el oscurantismo chillón y rampante. Decidido: me pasaré el fin de semana leyendo la "Noche oscura del alma" de san Juan de la Cruz y no encenderé ni un segundo la televisión, -salvo que me entere de que Antena 3 va a emitir algún especial de Jálogüin de "Los Simpsons", claro-.

29/10/09

NO TENGO UNA RESPUESTA PARA USTED


Aceptémoslo: en todos los "Tengo una pregunta para usted" las preguntas tienen mucho más interés que las respuestas. Puedo explicarlo: mientras que los españoles de las gradas son preguntantes amateurs a los que nunca hemos visto en acción, el español que se encuentra en la arena es un respondedor profesional al que estamos hasta el cóccix de verle responder todo tipo de cuestiones en todo tipo de contextos. Los espectadores aumentamos nuestro nivel de alerta cuando vemos a uno de nosotros comenzar a leer tembloroso una pregunta que habitualmente no tiene peor nivel que la que haría el 95% de los indignados tertulianos de la patria toda y la mar océana circundante. Pero una vez que la pregunta ha terminado, un bostezo bíblico recorre la audiencia ante la certeza de que será tan improbable encontrar un átomo de interés en la respuesta como hallarlo en "Soseki", la última novela de Sánchez Dragó centrada en su defenestrado gato.

¿De verdad alguien esperaba anteayer que Díaz Ferrán hiciera algunas declaraciones sorprendentes, cabía la posibilidad de que Toxo o Méndez hicieran algo más que encender la Máquina de Tópicos Automáticos que les vemos usar en 9 de cada 10 apariciones públicas? ¿Algún amable lector de éste su post recuerda un "Tengo...", uno sólo, sea con el entrevistado que sea, en donde los titulares del día siguiente no se hayan centrado en las preguntas en vez de las respuestas? De ahí que "Tengo una pregunta para usted" bien pudiera llamarse "No tengo una respuesta para usted" o, al menos, "Tengo una respuesta para usted, pero, para qué engañarnos, le va a dar igual". Cien ciudadanos se sientan en el hemicicloide pero sólo treinta y cinco consiguen tener tiempo para hacer su pregunta. A partir de ahora, en los futuros "Tengo...", ¿por qué no se permite que el programa entero esté ocupado por las intervenciones de los preguntantes? El entrevistado las iría anotando en una libretina y, si acaso, después colgaba las respuestas en la página web del programa. Total, para lo que importan...

28/10/09

CARO DIARIO

Casi como Nani Moretti en la película “Caro diario”, paseo en una vespa imaginaria con forma de mando a distancia por las calles de la Roma televisiva y asisto a los cambios que ha experimentado el medio en los últimos años. El protagonista de “Caro diario” quiere hacer un musical sobre un pastelero trotskista en la Italia de los años cincuenta, pero mi paseo por esta abigarrada Roma llena de series perfectas, concursos majaderos, chismorreos patéticos, telediarios deprimentes, documentales exactos y películas sin alma no tiene más fin que el paseo mismo. Cómo hemos cambiado. La televisión fue durante mucho tiempo la bicha, el monstruo innombrable, el opio del pueblo, la bruja mala del Oeste yanki. Ahora, casi todo el mundo admite que la televisión es como Roma: caótica, contradictoria, imaginativa, cutre y, sobre todo, fascinante.

En “Caro diario”, un intelectual que no ha visto la tele en los últimos treinta años y que ha dedicado once años de su vida a estudiar el “Ulises” de James Joyce, se enamora de repente de la televisión al descubrir los culebrones. A la mierda James Joyce. Viva “Doña Bárbara” y viva “En nombre del amor”. No conozco casos parecidos al de este ex-estudioso de Joyce (mi abuela siempre me decía que los culebrones son mucho menos extravagantes que la vida), pero sí tengo dos amigas que, tras años de discusiones acerca del ser televisivo, me han dado la razón: se puede vivir sin ver la tele, pero es una vida peor. La gran revelación no les llegó tras escuchar mis argumentos, desde luego, ni después de una ración de “Los Soprano”, una dosis de “Redes” o una final de la Liga de Campeones. Los dos fenómenos televisivos que tiraron a mis amigas del caballo antitelevisivo fueron “Plutón BRB Nero” (La 2) y “Pushing Daisies” (Canal Plus). Los caminos del dios de la televisión son inescrutables.


Sirva este artículo como homenaje al surrealismo sucio de “Plutón BRB Nero”, la serie de Álex de la Iglesia que deja en ridículo a James Joyce, y como agradecimiento al surrealismo mágico de “Pushing Daisies”, ese cuento de hadas forense protagonizado por un pastelero llamado Ned. Ahora, queridas amigas, os dejo con Wollensky, Roswell, Ned y Chuck. Y ahora, caro diario, vamos a dar una vuelta por Roma.

27/10/09

IN DUBIO PRO REO

La tele es desconcertante, pero no siempre la culpa es suya. Hay veces que es desconcertante porque la realidad es desconcertante. Éste es uno de los casos.

La tele lleva años denunciando que hay lugares del mundo en los que falta lo más básico, carecen de tejido económico para mantener a su población, de capital para construirlo y de estructuras estatales sólidas y responsables que hagan posible su desarrollo. La tele dice que la población civil es víctima de una situación que la sobrepasa. Incluso nos enseña cómo el mundo rico envía grupos de cooperantes para aliviar la situación, y, si hace falta, soldados para intentar poner orden en lugares donde la violencia lo arruina todo. La tele dice que es necesario hacerlo. También denuncia que hay lugares tan crueles que existen niños soldado, unos obligados por la fuerza y otras por las circunstancias, que es lo mismo pero visto de otra manera. En la tele también vemos personas que intentan venir a nuestro rico mundo y les ponemos mil trabas. Una vez aquí, su situación no es fácil, pero la tele enseña que disponemos de lugares de acogida. Incluso los hay especiales para los menores, que según la tele deben ser especialmente protegidos.

Ahora la tele no hace más que hablar de una especie de niño soldado de uno de esos países pobres, pero que esta vez es malo porque no apuntó a los suyos como suelen hacer, sino a los nuestros, que van allí a pescar para que no nos falte comida. No quería venir, pero lo trajimos contra su voluntad y ahora estamos empeñados en juzgarlo como un adulto. Parece que las pruebas médicas no pueden asegurar sin duda que no es un menor, y la tele lleva dos mil años diciendo “In dubio pro reo”, pero quién sabe qué ocurrirá. Seguramente la tele sería más comprensiva si se tratara de un señor con traje al que le regalaron traje.

26/10/09

VALE TUDO TV


Lo importante no es la cara del pobre hombre,
lo importante es la cara de los del recuadro.


Con las cadenas de titularidad pública somos más exigentes. Esta semana por ejemplo, en la BBC surgió una polémica por invitar a un debate al líder ultraderechista, homófobo, racista, xenófobo y neonazi Nick Griffin. ¿Está bien que la tele pública sirva de altavoz para que un Griffin más peligroso que Peter Griffin difunda en horario de máxima audiencia sus ideas de que el Holocausto es una “mentira rentable”, el Reino Unido “es un país para blancos” y el único problema de Hitler con los judíos fue que “simplemente se le fue la mano”? Antes de que contesten, les añado un dato: como la palabra “censura” es muy fea para un no-nazi, el primer ministro británico, Gordon Brown evitó manifestarse contra esta invitación señalando que la aparición en la tele de Griffin serviría para que quedaran en evidencia sus “racistas e inaceptables” puntos de vista. Qué candor. En pantalla, Griffin se hizo la víctima a quien todos atacaban y si hace un año tuvo un seis por ciento de votos en las elecciones europeas, ahora cuenta con una intención de voto del 22 por ciento.

Con las cadenas privadas somos más permisivos. La tele ya no sólo puede hacer lo que quiere con sus espectadores, sino con cualquier ciudadano. Ahí está el vídeo del programa japonés "Panic King Face" en el que un pobre hombre vive un tiroteo y es encañonado para gastarle una broma tan simpática como las que hacían los mozos en el pueblo de Gila.

En España estamos aprendiendo. En la tele pública no hay debates políticos en horario de máxima audiencia (excepto el ocasional e hipervigilado “Tengo una pregunta para usted”). Y en la tele privada, Yola Berrocal cuenta que aquel episodio en el que Kiko Eldegranhermano le destapó en “Sálvame” una teta “sin querer queriendo”… le sirvió para cobrar 400 euros. A cambio, el programa alcanzó notoriedad, creció, y ahora, sumando horas, Jorge Javier Vázquez ocupa él solito un día entero de las emisiones semanales de Telecinco. Como en los combate sin reglas, en la tele vale tudo.

25/10/09

SUPERNANNY EN NEPAL

Supernanny, necesitamos urgentemente que dejes todas tus ocupaciones actuales y te desplaces al Nepal para afrontar el caso más difícil de tu carrera. Hasta ahora te hemos visto resolver brillantemente los problemas de comportamiento más enquistados en las familias con peores hábitos del mundo occidental. Agüita comparado con lo que te espera. Te necesitamos en Asia, en la ruta del Himalaya, adonde acaba de llegar en estos días, -al menos en el universo paralelo que es la televisión-, la postpreadolescente peor educada desde que los homínidos abandonaron África, la concursante televisiva más insoportable desde la invención de los rayos catódicos, el único ser humano que supera en inestabilidad a los transuránidos. Se llama... ahhh... Alazne, y forma junto con su madre Meritxell pareja en la segunda edición de "Pekín Express".

Indescriptible. Indescriptibles sus permanentes explosiones de ira, sus constantes explosiones de llanto, sus continuas explosiones de envidia; sus explosiones en general, vamos. Indescriptible la forma en como no sabe perder cuando pierde, no sabe ganar cuando gana y no sabe empatar cuando empata. Indescriptibles sus impertinencias con (casi) todos los demás concursantes durante su estancia en China: si las hubiera recibido Lao-Tse en el siglo IV a.C. el "Tao Te Ching" se llamaría "Que alguien me quite a esta tía de delante porque no respondo".

Y ahora llegan al Nepal. Dos días de Alazne en Katmandú y el budismo, la búsqueda del nirvana y la meditación serán vagos recuerdos de una época pasada antes de que el país se sumiera en la desesperación y las benzodiacepinas. Una pataleta de la niña nítidamente alimentada por su mamá y las Cuatro Nobles Verdades pasarán a ser cinco al añadirse una sentencia según la cual: "El sufrimiento humano nunca cesará mientras alguien no le diga unas cuantas cosas bien dichas a esa tía". Ven con tus sistemas de puntos y un sari en la maleta, pero ven pronto, Supernanny. Ah, y avísame cuando resuelvas el caso para que yo pueda seguir viendo "Pekín Express".

24/10/09

MAMÍFEROS


En el 7'45'' D. Rodrigo hace "hincapié" en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias

Antes, cuando los telespectadores veíamos la entrega de los Premios Príncipe de Asturias por la tele, veíamos un gran acto institucional, ceremonia, protocolo, reconocimiento social al más alto nivel. Era aquel un día de fiesta, de galas, pendones, banderas y cintas. Y de alfombras cada vez más azules. Cuando apagábamos la tele tras el “Asturias, patria querida” que cierra el solemne acto nos frotábamos los ojos y quedábamos tan pasmados como quedó el Adelantado don Rodrigo Díaz de Carreras cuando puso pie en tierra de incas (o sea, hizo hincapié). Tras ver tal cúmulo de personalidades importantes y al pueblo de Oviedo ocupando las calles, incluso hablábamos como cuentan Les Luthiers que hablaba Don Rodrigo: “Y vide pompa y boato como no vi en cortes nuestras: sacerdotes, oficiantes, jefes, consejeros; y vide tres mil guerreros que de poder daban muestras, esclavos y servidores, y como diez mil extras”. Pero este año ha sido diferente.

Este año ha sido premiado David Attenborough, el hombre que nos dejó boquiabiertos tantas veces ante la tele viendo sus documentales sobre el mundo en que vivimos. Él cambió nuestra mirada y nos mostró una realidad que siempre tuvimos ante nuestras narices, pero que no habíamos sabido ver. Este año, como siempre, la entrega de premios fue un gran acto institucional, ceremonia, protocolo y reconocimiento social al más alto nivel, pero cuando miramos no pudimos evitar ver sólo mamíferos. Como lo oyen. Mamíferos. Vertebrados amniotas homeotermos con pelo y glándulas mamarias productoras de leche con las que alimentan a las crías. Mamíferos en el Hotel Reconquista, mamíferos en las calles, mamíferos en el Teatro Campoamor, sólo mamíferos.


En el segundo minuto Jesús Lizano empieza a ver mamíferos

Así que ayer aquel poema de Jesús Lizano en el que la humanidad entera quedaba reducida a una manada de mamíferos se adueñó de nosotros y en la tele vimos mamíferos con nombres extrañísimos. Ellos han olvidado que son mamíferos y se creen gaiteros, ingenieros, presidentes, deportistas, escritores, alcaldes. ¿Alcaldes? Nosotros sólo veíamos mamíferos. Profesores, embajadores, periodistas, gaiteros, arquitectos, ¡cómo puede creerse arquitecto un mamífero! Directores, secretarios, gaiteros, miembros, sí, miembros, se creen miembros de la Organización Mundial de la Salud (aunque se encuentren con el discurso equivocado). Demócratas, socialistas, personal de seguridad, gaiteros. Nosotros veíamos mamíferos. Nadie más veía mamíferos ¿Será que en el año de Darwin, nadie, al parecer, recuerda que es mamífero? ¿Seremos los espectadores de Attenborough (y, con nosotros, el maestro) los últimos mamíferos? Tamboriteros, ministros, empresarios, pertiguistas que primero decían sentirse como si fueran princesas y que luego, haciendo justicia, aparecían vestidas como si realmente lo fueran. Nosotros sólo veíamos mamíferos. Académicos, inspectores, socios, sabios, reyes, gaiteros, príncipes. Nosotros sólo veíamos mamíferos.

Si algo sorprendía es, como cada año, ese empeño en señalar que la reina y los príncipes se mostraban desde que llegaron a Oviedo muy normales y accesibles a quienes se acercaban a ellos, muy cercanos al pueblo. La historia nos enseña que los reyes y príncipes antes decían descender de dioses para intentar separarse y distinguirse de los demás. Así trataban de evitar que se percibiera lo evidente: que eran mamíferos como sus súbditos. Ahora algo ha cambiado. Tanta insistencia en repetir cada año lo normales y accesibles que se muestran los reyes y príncipes sólo tiene sentido si se da como previamente asumido que no son iguales a sus súbditos pero tienen la deferencia de parecerlo. Vana pretensión. Ayer en la tele había reyes y súbditos, príncipes y lacayos, pero no importa, nosotros sólo veíamos mamíferos.

JAZZTEL, NO ME LLAMES MÁS



Jazztel, no me llames más a casa. Te lo suplico. Basta ya. ¡Qué coño "te lo suplico"!: lo exijo. Libérame de esta tortura. Tres, cinco, diez veces al día. Estoy concentrado escribiendo un sesudo artículo sobre "Pekín Express" (el de mañana), o cortándome las uñas de los pies, o entrando a casa con las bolsas de la compra y suena el teléfono: "Hola, buenos días. ¿El señor... eh... Antonio Rico? Encantada de saludarle. Mi nombre es Gladys María y le llamo de la compañía Jazztel". Y cuelgo, claro. El primer millón de veces escuchaba pacientemente la oferta antes de negarme. El segundo millón de veces ya me negaba antes de escuchar la oferta. El tercer millón de veces manifestaba mi hartazgo. Ahora cuelgo directamente. Y el maleducado seré yo, claro.

¿No han descubierto que las empresas tienen un magnífico medio de hacer llegar su información a sus potenciales clientes llamado "anuncios en la tele"? Ah, espera, que sí lo han descubierto... Que si pones la tele, también te encuentras con campañas publicitarias de Jazztel: que si tal ADSL esto, que si las llamadas lo otro. ¿Entonces por qué sienten la necesidad de llamarme al teléfono de mi casa a todas horas? ¿Qué les hace pensar que no veo la tele y no conozco lo que ofrecen o, mejor dicho, que no podría conocerlo si tuviera el menor interés? Si soy crítico de televisión...

En la inolvidada "Seinfeld" contaba el bueno de Jerry que, harto de recibir llamadas de este tipo, le explicó una vez a un teleoperador que no podía atenderlo en ese momento. "Pero si usted, amable teleoperador, me da su nombre y su propio número de teléfono, yo le llamaré en cualquier momento que no espere para que me explique su oferta". El pasmado trabajador al otro lado de la línea se negó a darle sus datos personales. "O sea", concluyó el gran Jerry Seinfeld, "que usted no quiere que yo le llame a su casa pero usted no para de llamar a la mía, ¿verdad?". Éste es el plan que les propongo a los lectores que se encuentren en mi misma situación. Y ahora perdonen que termine este texto de forma tan brusca: me están llamando al teléfono fijo de casa.

23/10/09

SOPAS CON ONDAS

Un genio. El tipo ese que lanzó a su hijo en un globo que estaba vacío es un verdadero genio. No tiene un título de voz del pueblo (como Belén Esteban), ni una publicación especializada con su nombre (como Ana Rosa Quintana), ni un máster en experimentos sociológicos (como Mercedes Milá), ni domina el socorrido recurso de hablar siempre mal de los demás porque es lo más cómodo para tener siempre algo que decir (como Risto Mejide), pero es que no lo necesita. Sabe más de televisión que toda la plantilla de Telecinco picada y batida en la Magic Bullet.

Michael Heene consiguió la mayor audiencia televisiva planetaria que se logró jamás con el presupuesto más reducido de la historia. No disponía de una cadena de televisión a su servicio, ni de una productora, ni plató, cámaras, efectos especiales, sonido, ni maquillaje. Sólo contaba con un hijo que ni siquiera se llamaba Andreíta y un globo de helio. En un descuido puso el globo, como si de un huevo de cuco se tratara, en los nidos de las televisiones de todo el mundo. Ante un reclamo así, todas se lanzaron como locas a incubar el huevo y a buscar gusanos para alimentar al pobre niño de seis años que llevaba dentro. Qué éxito.

Aquí estábamos encantados por lo que la tele había sido capaz de hacer con sólo una mesa camilla y cuatro contertulios dispuestos a todo, por lo rentable que resultaba llenar horas de programación con las imágenes de unos reporteros persiguiendo a un famoso que no hace declaraciones, pero el globo de cuco es aun mejor. Sólo hay un problema: se le fue la mano y ahora le persigue la justicia. No importa, Michael Heene nos ha demostrado que para ser el nuevo gurú de la tele sólo necesita disponer de un buen equipo de abogados como el que tiene cualquier cadena de televisión. Cuando sea así, podrá dar a todos, incluido al premiado Jorge Javier Vázquez, sopas con Ondas.

22/10/09

DEL COLLAR DEL NEANDERTAL A LA SUDADERA DEL NEONAZI

Hoy vamos a buscarnos problemas metiéndonos con la peña. Ahí va: quienes más atención prestan a la ropa que se ponen, al peinado que llevan, en fin, a las pintas con las que salen a la calle, pero después se quejan de que los demás los juzgan por su aspecto, son los primeros que juzgan a los demás por su aspecto. De hecho, ése es el motivo por el que prestan tanta atención a su propia envoltura, porque saben la importancia que tiene. Es, con perdón, parecido al cotilleo: quienes más pendientes están del qué dirán son los más cotillas, por eso saben lo que dicen cuando hablan de lo peligroso que es el qué dirán.

El domingo por la noche laSexta estrenó “Denominación de origen”, un programa de reportajes que se estrenó mostrando cómo visten y viven las nuevas tribus urbanas. Quienes nos quedamos en “El ritmo de las tribus” del gran Pepe Colubi (maestro, tienes que hacer una reedición actualizada y aumentada) miramos con aire escéptico a los emo, las lolitas góticas y los visual key, pero nos da la risa cuando se quejan de que son juzgados por su aspecto. Se creen que la ropa es sólo un adorno cuando es un símbolo de identidad grupal desde el inicio de los tiempos. Precisamente por eso ellos visten así: para formar un grupo separado de los demás.

El lunes los jueces dictaminaron que un ex soldado actuó por “discriminación ideológica” al asesinar a un pasajero en el metro. Entre otras pruebas, tuvieron en cuenta que vestía una sudadera de una marca usual entre neonazis.

El martes por la noche, “Sacalalengua” en La 1 dio la palabra al paleontólogo Juan Luis Arsuaga. El aspecto, los adornos, los abalorios no son ninguna tontería desde que existen hace al menos 80.000 años. Nos identifican dentro del grupo y nos separan del resto. Nadie, y menos los neonazis con sus babas o las lolitas góticas con sus cofias, deberían sorprenderse por ello.

21/10/09

VAN A VENDER EL PESCADO

Esta semana vuelve la Liga de Campeones, y algunos estamos dispuestos a renunciar a nuestra ración semanal de “FlashForward” o “Perdidos” (Cuatro) para poder ver jugar en directo al Barça, al Madrid, al Atlético de Madrid y al Sevilla. ¿Traición? ¿Adulterio? ¿Incoherencia? ¿Hipocresía? ¿Deslealtad? ¿Los futboleros estamos tan enganchados al opio de la Liga de Campeones, tan colgados del balón y del gol que incluso renunciamos al placer de perdernos en los laberintos que los diabólicos guionistas destruyen por la noche después de haberlos construido durante el día? Puede que sí. O puede que no.


Cuentan que el filósofo Estilpón discutía con su colega Crates cuando, de repente, Estilpón se fue a toda prisa a comprar pescado. Crates trató de detenerle mientras le decía, sorprendido: “¿Abandonas el razonamiento?”. Pero Crates contestó: “Mantengo el razonamiento, pero te dejo a ti; porque el razonamiento se mantendrá, pero el pescado van a venderlo”. Me parece que todos los futboleros adictos a “FlashForward” y “Perdidos” somos como Crates, es decir, somos capaces de abandonar el tremendo misterio de esos famosos dos minutos y diecisiete segundos y la fascinación de la isla para largarnos a ver jugar al Barça frente a un misterioso y fascinante equipo ruso. ¿Abandonamos las tramas de nuestras series favoritas?, nos preguntan el agente especial del FBI Mark Benford y el doctor Jack Shephard. No, respondemos; las series seguirán ahí mañana y pasado mañana (existen las redifusiones, las series se emiten en diferentes canales y siempre nos queda internet), pero el pescado del fútbol en directo van a venderlo el martes y el miércoles a las nueve menos cuarto de la noche. Se puede ver un capítulo de “FlashForward” en cualquier momento, pero un Barça-Rubin Kazán sólo se puede ver una vez en directo. Cuando el pescado está vendido y se sabe el resultado, un partido de fútbol pierde un poquito de gracia.

No es traición, agente Benford. No es adulterio, querido Jack. Ni tampoco incoherencia, hipocresía o deslealtad. Es que el fútbol, como el pescado, hay que comprarlo antes de que terminen de venderlo. Pero no os preocupéis, enseguida nos pondremos al día. Es lo que tienen los misterios de las series televisivas. No caducan.

20/10/09

FINAL DE CAPÍTULO



Me pasa algo raro. A ver si ustedes pueden ayudarme a entender lo que es. Me ocurre algunos días. No todos. Siempre por la noche. Cuando está terminando la jornada y me estoy preparando para ir a la cama. A lo mejor he tenido un día duro. He conseguido solucionar un asunto importante. O terminé de escribir algo con lo que he quedado muy satisfecho. Puede ser también que sencillamente esté cansado y me haya tumbado un rato en el sofá para entretenerme zapeando. O que esté triste. O con esa frustración que se vuelve tan habitual en algunas estaciones. Suele ocurrir entonces. Todo parece ralentizarse. Los colores se vuelven especialmente cálidos. Oscuros, elegantes, pero cálidos. Entonces empieza a sonar alguna bellísima canción. Es siempre diferente pero parecida. En inglés, acústica, intimista pero no necesariamente lenta, la voz suena muy cercana y el sonido indica que es reciente. La canción no sale de ninguna parte. He comprobado las radios, el equipo de música, el ordenador, el televisor. Además, si estoy compartiendo el sofá con alguien esa mujer no parece escucharla. Entonces la abrazo o le retiro el pelo y acaricio sus hombros. Ella me mira y me pregunta con sus ojos si ocurre algo, y a mí me da vergüenza o pereza comenzar a explicarle que en mi mundo estoy escuchando una canción muy hermosa que indica que ha terminado el capítulo de hoy.

Juraría incluso que los movimientos comienzan a ocurrir en cámara lenta. Y que la realidad queda enmarcada por unas franjas negras en la parte superior e inferior de mi campo visual. Puedo estar moviéndome por la casa, -a lo mejor voy a la cocina a comer algo, o al baño, o me acerco al estudio a echar el último vistazo del día al correo-, y la canción sigue sonando de forma uniforme, sin alteraciones en su volumen o en su fuente de procedencia. Al final acabo en la cama y según cierro los ojos la melodía termina y veo cómo comienzan a pasar, de abajo hacia arriba, los títulos de crédito. De verdad, tengo que dejar de ver tantas series de televisión.

19/10/09

AIR FORCE OBAMA

Señores de TVE, ¿no se han dado cuenta? La primera consecuencia televisiva de la concesión del Premio Nobel de la Paz a Barak Obama es que la película "Air Force One" no puede volver a emitirse por televisión. El cine lleva cien años logrando que durante un par de horas las cosas no sean como son sino como quisiéramos que fueran. Un doble de Hitler le reemplaza en su primer discurso tras la invasión de Austria y lanza al planeta una propuesta de hermandad entre los hombres de toda condición. Un descomunal gorila se encapricha de una minúscula humana y muere enamorado en la cima del Empire State Building. Hipatia de Alejandría descubre el movimiento elíptico de los cuerpos celestes doce siglos antes que Kepler. Hace unos años, cuando gobernaba Bush, ver al presidente Harrison Ford dándose de hostias con terroristas rusos a diez mil pies de altura nos colocaba delante delante del barbero judío, del mimoso Kong, de la mujer que dedicó su vida a estudiar las curvas que forma la intersección de un plano con un cono. Y eso salvaba una de las peores películas ever, aquélla en la que Ford tiene tanta cara de tonto que sólo se puede soportar por la referencia permanente a la correlativa jeta de George W.

Pero ahora que el presi es Nobel de la Paz y da en cámara mejor que Indiana Jones, a "Air Force One" tan sólo le queda el absurdo interés que tendría "El Gran Dictador" protagonizada por el Gordo y el Flaco, "King Kong" con la mona Chita de estrella principal o "Ágora" si el papel de Hipatia lo interpretase Loles León. Hay que rodar un nuevo "Air Force One" en donde el presidente de los USA consigue reducir a los terroristas a base de sonrisas y discursos que llegan directos al corazón, una revisión del clásico de Harrison Ford en donde el hombre más poderoso del mundo no sólo no reparte puñetazos sino que ayuda a desinfectar la herida de un corte involuntario que se hace uno de los secuestradores, motivo por el cual se le concede el Premio Nobel de Medicina así según está aterrizando mismamente el renombrado avión.

18/10/09

PAÑOS CALIENTES EN LA SÁBANA SANTA

Da igual que hablen de fantasmas, abducciones de extraterrestres o posesiones diabólicas; uno de los trucos favoritos de los que viven de marear la perdiz con estos asuntos es hacer descansar la validez de su delirante propuesta en el testimonio de una persona que es muy fiable por diferentes motivos. O porque, dicen, posee una sólida formación científica, o porque es un reconocido profesional en su campo y respetado ciudadano, o porque antes era un escéptico que nunca creyó en estas cosas pero cambió de idea cuando las estudió con la “mente abierta”, o porque no tiene ningún motivo para mentir, o porque está a punto de morir y quiere dedicar sus últimos días a luchar por la verdad. Si no conté mal, el reportaje “El Sudario de Turín” que estos días reemitió varias veces Canal Historia los utilizó todos en la misma persona empeñada en desmentir la validez de la prueba del carbono 14 que estableció que la Sábana Santa es una falsificación del siglo XIV.

No es fácil aceptar que la reliquia más importante del cristianismo se fabricó en la Edad Media (una época en que el floreciente mercado de reliquias hacía brotar en los más inverosímiles lugares reliquias inverosímiles, incluidas varias mortajas de Cristo), así que en cuanto el carbono 14 dio su veredicto hizo aparición otro bonito truco: las modificaciones “ad hoc”. O sea, excusas que pretenden invalidar una conclusión no deseada. El carbono 14 ya no servía porque la muestra estaba contaminada, algo que asegura (sin seguir los mínimos protocolos científicos) un señor muy fiable.

Lo mejor fue el final: el señor fiable pide una nueva prueba, pero advierte de que un tratamiento antiparásitos aplicado a la Síndone puede alterar el resultado. Es el truco definitivo: si la medición se repite y confirma lo que cree, es válida; pero si lo desmiente, no vale. Qué entrega: antes de morir, el señor fiable dejó como legado una bonita excusa “ad hoc” para invalidar futuras conclusiones indeseables. Seguro que Íker Jiménez se lo agradece.

17/10/09

EL RELOJ DE KANT

El filósofo alemán Lolo Kant nunca veía la tele, lo que sin duda condicionó su obra. Es lo que tiene vivir en el siglo XVIII, que te libras de muchas cosas, pero pierdes otras. Por eso él pensaba que la razón humana da lugar a cuatro antinomias, o sea, cuatro situaciones en las que puede demostrarse racionalmente tanto la verdad de una tesis como la verdad de la tesis contraria. Por ejemplo, según la primera antinomia, puede demostrarse que el mundo es limitado en el espacio y en el tiempo, y puede demostrarse que el mundo no es limitado en el espacio y en el tiempo. Y no se extrañen de que Kant se ocupara de estas cuestiones. Ya les dije antes que nunca veía la tele.

Tan desconcertante como una antinomia es la vuelta de “Supernanny” (noche de los viernes, en Cuatro). Estoy convencido de que si Kant hubiera tenido tele y viera que la superniñera vuelve con otro puñado de casos que son clavaditos a todos los anteriores, habría enunciado su quinta antinomia: puede demostrarse que “Supernanny” es un programa condenado al fracaso que no ve nadie porque siempre aparecen los mismos casos de niños malcriados que se deberían educar siguiendo siempre las mismas cuatro reglas sencillas, y puede demostrarse que “Supernanny” es un programa que siempre triunfará y tendrá audiencia porque siempre aparecen los mismos casos de niños malcriados que se deberían educar siguiendo siempre las mismas cuatro reglas sencillas.

Esta quinta antinomia, como las otras cuatro, se las trae, pero se entiende mejor si tenemos en cuenta que los seres humanos preferimos lamentarnos diciendo que los niños deberían venir con manual de instrucciones en vez de informarnos de que el manual con las instrucciones más elementales ya existe. Así que primero no vemos el programa que luego querremos ver para arreglar el desaguisado. Lo que, de rebote, garantiza el éxito sin paliativos de “DEC” y “Sálvame Deluxe”, dos programas que Kant nunca vería porque se iba a la cama a las diez. Como un reloj.

16/10/09

FINITO / INFINITO

Se denominan "series finitas" o "terminables" aquellas series cuyo argumento principal es horizontal, es decir, se va desarrollando a lo largo de los capítulos y tiene que ver con la resolución de una única trama que envuelve a los protagonistas. Ejemplos: "Perdidos", "True love" o "Prison break". Se denominan "series infinitas" o "interminables" a aquellas series cuyo argumento principal es vertical, es decir, cada trama ocupa un sólo capítulo, sin perjuicio de que pueda haber igualmente tramas horizontales secundarias que se extiendan durante varios capítulos. Ejemplos: "House", "Miénteme" o "Caso abierto".

Esta distinción "finito/infinito" alude a la posible duración de las series a las que se refiere. Las series infinitas pueden proyectarse temporada tras temporada mientras logren el apoyo de la audiencia. Si los espectadores siguen disfrutando con los casos de los CSI podrá seguir habiendo "C.S.I.". Lo mismo cabría decir de "The office", "Bones" o "Mentes criminales". Pero las series finitas deberían ceñirse a la duración original para la que fueron pensadas y no engañarse por sus buenos resultados para alargar de forma retorcida sus tramas horizontales. "Prison Break" estaba pensada para una sola temporada y debió durar una sola temporada. "Perdidos" ha ido convirtiéndose en una parodia de sí misma buscando rebuscadas vueltas de guión con un mínimo sentido. No he visto la T2 de "Damages", pero seguro que no es más que un añadido postizo a la trama perfecta y cerrada que constituyeron los 13 capítulos de la T1.

Resumiendo: que "Flashforward", que es el tema de la columna de hoy, puede ser la mejor serie de la historia si se limita a una única temporada que plantea y resuelve de forma convincente el increíble misterio que encierra, o puede convertirse en un truño infumable si su éxito le obliga a ampliarse ridículamente de forma incomprensible. Yo ya sé lo que va a pasar: he tenido un flashforward en el que me veía en 2013 viendo su cuarta temporada.

15/10/09

JOSHUA, AROA Y KEVIN JUAN

Esta semana parece que la gracia de “Curso del 63” (noche de los martes en Antena 3) está en que los adultos jóvenes internos en un sucedáneo de colegio de los años 60 viven un mundo imposible: tienen que estudiar geografía en un mapa de España preconstitucional en el que Madrid forma parte de la región de Castilla la Nueva junto a Toledo, Guadalajara, Ciudad Real y Cuenca; y, mientras, varios se contagian con el antes inexistente virus N1H1, enferman de la antes inexistente gripe A y todos son sometidos al antes inexistente protocolo de actuación de la antes inexistente Consejería de Madrid de la antes inexistente Comunidad de Madrid.

Pues no. Esta semana, como la anterior y como las que vengan, la gracia de “Curso del 63” está en otra parte, en otros anacronismos. Hoy vamos a fijarnos en uno que parece menor, pero puede resultar revelador. Veamos: Los participantes se quejan porque no quieren llevar el corte de pelo que les hacen ni el peinado que les ponen, no quieren vestir con la ropa que les dan (estuvimos a punto de ver un motín por culpa del sujetador; al que de siempre, mi bien, Javier Krahe ha llamado sostén), no les gusta la comida que les dan, tan poco divertida y sin esa salsa de tomate dulzona que llaman ketchup, no quieren quitarse esas tachuelas corporales que llaman piercings, ni los postizos de pelo que llaman extensiones, del mismo modo que no aceptan callar cuando otra persona está hablando o no son capaces de tratar a las figuras de autoridad de usted en vez de decirles “tío”. O sea, no quieren parecerse a sus abuelos. Porque la educación del 63 enseñaba a vestir, comer, peinarse y ser como sus abuelos (o sus padres) a jóvenes que habían sido bautizados en el nombre de sus abuelos (o sus padres), ya que eran considerados figuras dignas de ser imitadas, un referente social incuestionable.

En el 63, Joshua, Aroa y Kevin Juan patalearían menos, pero, antes, se habrían llamado de otra manera.

14/10/09

QUÉ GRANDE ES LA TELE

No hay libro tan malo que no tenga algo bueno, y no hay producto televisivo (si excluimos horrores como “Sálvame Diario”) que no justifique el tiempo invertido delante de la pantalla. Uno puede sentarse en el sofá a ver “Smallville” y escuchar cómo alguien le dice al joven Clark Kent: “Puede que seas invencible, pero no eres valiente”, una sentencia de gran profundidad psicológica que haría las delicias de Horatio Caine. Y, desde el mismo sofá, también podemos ver un capítulo de la serie de dibujos animados “Spiderman” titulado “Lo innato y lo adquirido”, que parece sacado de “Redes”. Y hasta en “Metrópolis”, el no va más de la modernidad más extravagante, es posible encontrar argumentos contra uno de los insultos del brutal sargento de la película “La chaqueta metálica”: “Eres tan feo que podrías estar en un Museo de Arte moderno”. En una instalación (glup) de Yoko Ono (reglup), leemos: “Juntad vuestras sombras hasta que se fundan en una”. Guapo.

Las sombras de las que habla Yoko Ono no son las sombras que hace unos dos mil doscientos años le sirvieron al gran Eratóstenes para deducir la circunferencia de la Tierra con un error mínimo. Eratóstenes comprendió que la superficie de la Tierra está curvada al observar la diferencia en las longitudes de las sombras de dos bastones colocados en el mismo instante en Alejandría y en Siena, a unos ochocientos kilómetros. Yoko Ono cree que si todas las sombras se juntaran en una, la superficie de la humanidad dejaría de estar curvada por estúpidas diferencias de detalle. Gracias a “Smalville”, “Spiderman” y “Metrópolis” pude echar un vistazo al desfile de la Fiesta Nacional con ánimo de encontrar algo más que banderas enormes, políticos serios, uniformes raros y alguna que otra cabra. Y así fue.


En el homenaje a los soldados caídos en acto de servicio, se cantó el himno “La muerte no es el final” y TVE... ¡lo subtituló! De esa manera, los espectadores nos enteramos de que los cantores tenían “la certeza” de que Tú (con mayúscula en el original) ya habías devuelto a la vida a los caídos, ya les habías llevado a la luz. Un himno que cualquier antiguo egipcio habría entendido a la perfección (con subtítulos en lengua egipcia, por supuesto). Soldados españoles cantando un himno neoegipcio en la Fiesta Nacional. Qué grande es la tele.

13/10/09

FOLLONERO, A TUS FOLLONES

Follonero, tío, no te pases. Limítate a hacer tu trabajo y déjanos a los críticos de televisión el nuestro. Es que, vamos a ver, si en tu programa le das tres vueltas de tuerca a la actualidad televisiva, ¿qué se supone que tenemos que hacer entonces nosotros? Si al menos te hubieras limitado a repetir tópicos en plan hay que ver cómo está la tele y tal, pues valdría, porque luego iríamos nosotros de especialistas poniendo los puntos sobre las íes. Pero, coño, es que el domingo te marcaste la mejor crítica de televisión desde los tiempos en que Juan Cueto vivía en “La cueva del dinosaurio”. Inteligencia y humor, ironía certera y divertida… Hombre, Follonero, que nos vas a mandar al paro.

A ver, si no se trata de que lo hagas mal para que nosotros nos podamos poner en plan francotirador borde (que es, como bien sabe Risto Mejide, la mejor forma de criticar cualquier cosa mirando por encima del hombro). Sólo hace falta que vuelvas a tu “Salvados” de antes, ese que no trataba de nada en particular pero que nos tenía encantados viendo que la buena tele es posible. Compréndenos, es que aquel “Salvados por la televisión” del año pasado iba a ser una excepción, pero que este domingo por la noche volvieras a meterte en nuestro terreno empieza a preocuparnos.



¡Jordi Hurtado, el tío que menos cambió en 20 años de tele, de gurú televisivo dando consejos para triunfar en el medio! ¡El príncipe Felipe de colaborador de “Españoles en el mundo”! ¡Pocofollo, un híbrido entre el Follonero y Pocoyo, secuestrado por Belén Esteban para vender sus exclusivas! ¡Reporterismo de calle que logra reportajes de relumbrón pagando a quien esté dispuesto a interpretar a jóvenes pastilleros de botellón o a ancianos que buscan jeringuillas y preservativos por la playa para lavarlos y revenderlos! ¡Pedro Ruiz montando el pollo en una entrevista como si fuera Wyoming riñendo a una becaria! De acuerdo, el programa fue cojonudo y de mucha risa, pero, por Dios, no lo vuelvas a repetir.

12/10/09

SIMPSONFILIA

Hasta ahora uno podía ser un “simpsónfilo” orgulloso porque amaba “Los Simpson”, pero esos tiempos ya pasaron. Podremos seguir teniendo Springfield como segunda residencia en nuestro DNI audiovisual porque es el lugar en el que más tiempo pasamos después de nuestra casa, pero habrá que reservar la “simpsonfilia” para referirse a una nueva parafilia que nacerá dentro de unos días, en cuando “Playboy” saque a la calle el número del próximo mes de noviembre en el que Marge Simpson será, ay, la chica de portada.

La revista “Playboy” hará bien en buscarse la vida para mantener a flote su negocio en estos tiempos de inflación pornográfica digital y Hugh Hefner llevará todo el tiempo que sea soñando con una portada así, pero no parece sensato que Marge haya accedido a sus pretensiones. Por supuesto que puede hacer con su cuerpo amarillo y su bidimensional vida lo que quiera, pero ha dado este paso demasiado tarde. “Los Simpson” nacieron como un producto para adultos (en España se emitía en La 2 a las once de la noche) que podía ser consumido por los niños, pero ahora es un producto para niños que puede ser consumido por adultos. Matt Groening lo explicó hace unos días en la feria Mitcom de Cannes: en la serie hay bromas para que los niños se rían, pero también para que se puedan reír los adultos que han visto algunas películas o han leído algunos libros.

Podría haber sido portada Lois, la mujer de Peter Griffin en “Padre de familia”, que es una serie de adultos (aunque parece que acabaremos aceptando que sea emitida entre “Los Lunnis” y “Barrio Sésamo”). Pero no, Marge no debería salir en “Playtío” igual que no lo hicieron la despampanante Jessica de Roger Rabbit ni la cíclope Turanga Leela de “Futurama”. Pero bueno, ya que sale, ahora deberían ir pensando en qué personaje amarillo será chico de portada del “Playtía”.

11/10/09

¡NEGRA!



Murió la Negra. Murió el 4 de octubre y a nuestra televisión pública le dio igual. Informó, claro, brevemente sobre su fallecimiento en Buenos Aires, pero a continuación pasó a otros asuntos y se olvidó del tema. Durante esta semana esperé con inquieta seguridad el homenaje de TVE a una de las más importantes figuras de la canción popular del siglo XX en todo el planeta, y a la que sin duda es la más importante figura de la canción popular del siglo XX en lengua española. Pero nada. Y acabo de consultar la escaleta del "Informe semanal" de ayer con la certeza de que uno, al menos uno de sus reportajes, estaría dedicado a ella, a Mercedes Sosa. Pero no. Se conoce que es más importante hablar del Amazonas 2, un nuevo satélite del operador Hispasat. Jodida ironía es que se alaben las ventajas para la comunicación en Latinoamérica de un puñetero satélite mientras se ignora la muerte de una figura que llevaba 50 años comunicando a los latinoamericanos. A lo mejor el Amazonas 2 hará llegar hasta España los actos de conmemoración que se realizarán en Argentina a una cantante que era de todos por igual y a la que nuestro país ha olvidado con su habitual chulería europea tras haberla amado intensamente hace pocas décadas.

Han sido unas semanas duras. El anterior 16 de septiembre moría en Connecticut Mary Travers, otra figura inabarcable del folk norteamericano, otra cantante cuyas canciones no pretendían entretener al espectador sino unirlo y ayudarlo a resolver sus problemas. De nuevo la televisión pública dio poca importancia al suceso. Quizá aquí cupiera la justificación del ámbito estadounidense y la falta de material audiovisual del artista. Pero que se haya despreciado por igual la muerte de Mercedes Sosa, -sobre la que tiene que haber decenas de horas de imágenes y sonido en las estanterías de TVE-, sólo nos habla de la ceguera, la ingratitud y la superficialidad de los responsables de los medios de comunicación actuales. "Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas".

10/10/09

NO DIREMOS SUS NOMBRES

Lo hicieron adrede. Apostaría a que fue una maniobra planificada para que se hablara de ellos. Nos enteramos esta semana por Wyoming de que una de las nuevas cadenas de la TDT había emitido un documental sobre la grave situación económica actual; el presentador introdujo el reportaje anunciando que íbamos a comprobar la realidad de la España de Zapatero: las imágenes que se pudieron ver habían sido grabadas en 2000 y las personas aparecían hablando de precios en pesetas. El error es de un tamaño tal, tan desastrosamente surrealista, que no puedo creer lo fuera. Pero, ¿para qué cometería adrede una cadena semejante pifia? ¿Qué gana con ello?

La explicación está en el panorama televisivo abierto gracias a la TDT. De pronto han aparecido varias pequeñas cadenas nuevas cuya primera necesidad es darse a conocer como sea, conseguir a cualquier precio que se hable de ellas y que su nombre suene al espectador. Además, tres o cuatro de ellas tienen el mismo perfil y compiten por el mismo segmento de audiencia: la nueva derecha radical. Pseudoinformativos que abren con titulares como "ZP prosigue con sus planes de hundir a España". Pseudodebates en donde los contertulios se van dando sucesivamente la razón y sólo disienten para llevar al extremo la opinión del anterior participante. Pseudodocumen- tales como el que comentamos aquí. De esta forma, un escandalillo como el de emitir un reportaje de 2000 diciendo que es actual sólo trae ventajas a la cadena implicada: su nombre se cita en medios de comunicación masivos, se informa de su existencia a ese sector de la opinión pública para el que una vileza de este calibre resta menos de lo que suma la afinidad ideológica, sólo se pierde un tipo de espectador que ya estaba perdido de antemano.

Y Wyoming va y pica y les hace publicidad. Y ellos contestan para ver si la polémica sigue coleando y ganan presencia pública. Pero nosotros no. Nosotros no diremos sus nombres. Digan o hagan las barbaridades que digan o hagan. Que les den a conocer sus periódicos, sus radios, sus púlpitos y la madre que los parió.

9/10/09

CON ESTE OJO... VEO TELECINCO


Ésta es la versión corta del vídeo siguiente

Fernando Trueba tiene suerte. En el mejor promo de la historia de la tele sale diciendo que ve “El intermedio”, pero con su ojo estrábico… ve Telecinco. Tiene suerte porque ver Telecinco con un ojo que no ve es siempre un alivio. Cuando ves aceptablemente con los dos, empiezan los problemas.

Un ejemplo. La noche del miércoles Jesús Vázquez estrenó su nuevo concurso: “Mi familia contra todos”. Veo los títulos de crédito y pienso que es un nombre un tanto agresivo, que seguramente será una broma, pero con el otro ojo veo la demanda judicial con la que Telecinco obligó hace un año a “Sé lo que hicisteis” a dejar de emitir sus vídeos. El gran jefazo Paolo Vasile sabe que la familia es importante, y el nombre del espacio tiene varias lecturas. Decido ser prudente. Veo un programa con ovaciones y aplausos constantes seguidos de constantes aplausos y ovaciones. Me recuerdan aquella pesadilla de “Furor”, qué miedo, pero con el otro ojo veo que Jorge Javier Vázquez utiliza “Sálvame” para amenazar a los críticos de televisión que, ¡oh malvados!, somos críticos con él, con sus programas y con su cadena. Decido ser muy, muy prudente. Veo un concurso con una dinámica tan innovadora como la subasta del “Un, dos, tres” hace treinta años, aunque con el Koala como único artista invitado. Pero con el otro ojo veo que Telecinco pone otra demanda a laSexta por la caña que les está dando “SLQH”. Me pongo nervioso. Veo que gastan un dineral en premios porque lo tienen, pero con el otro ojo veo que en esta demanda piden 100.000 euros (de los de ahora) a laSexta. Hago números: con lo que gano criticando a Telecinco un año entero no gano ni para pagar al abogado con el que perdería el juicio frente al equipo de abogados de Telecinco. Ay.

Veo “Mi familia contra todos” con otra mirada. Es un programa divertido. Desenfadado. Alegre. Casi no se hace largo ni pesado ni nada. No me lo voy a perder nunca, aunque con este ojo… veré “El intermedio”.


Ésta es la versión larga del vídeo anterior

8/10/09

INJUSTICIAS, BERRINCHES Y PATALETAS



Cuando en “GH” ya no se atreven a hablar de “experimento sociológico” porque esa excusa no se la traga nadie, estrenan otro reality que nos vuelve con esa vieja cantinela. Se llama “Curso del 63” y es el enésimo intento de Antena 3 por sacar tajada de un género que no le da más que disgustos desde que lo intentó por primera vez hace casi 10 años con “El Bus”.

“Curso del 63”pone a varios adultos jóvenes a vivir internos en un centro educativo que está hecho a imagen y semejanza de un colegio de 1963. Se supone que pretende denunciar lo mala que es la educación actual que produce individuos que lloran y patalean cuando se tienen que someter a un sistema educativo autoritario en el que deben obedecer sin rechistar órdenes que no comprenden. Es cierto que los participantes no salen muy bien parados: antes del estreno uno de los profesores comentaba que le había sorprendido su carácter contestatario, cuando lo que vimos es que no eran contestatarios en absoluto, sino contestones, niños consentidos que no se cuestionan las normas para cambiarlas, sino que se enfurruñan porque lo que quieren es seguir al pie de la letra las modas que les impone una potente industria que revolotea permanentemente a su alrededor para dictarles qué deben hacer, qué deben pensar y que asuman que lo más importante en la vida es el aspecto físico, la indumentaria y el pelo, sobre todo el pelo. Por eso resultó anacrónica la intervención en el debate posterior de un miembro del Sindicato de Estudiantes que hablaba de los derechos de los hijos de los trabajadores cuando aquellos no eran hijos de trabajadores, sino adultos infantilizados, niños malcriados que iban de berrinche en berrinche hasta la pataleta final.

Lo que nos faltó por ver fue si los que hacían de profesores también lloraban en privado viendo qué pintas tenían ellos y lo bordes que se tenían que poner. Ya lo decía Sócrates: es peor cometer una injusticia que padecerla.

7/10/09

CASILLAS EN LA EDAD DE ORO

¿Se acuerdan de la parada de Casillas tras el disparo de Perotti en el partido Sevilla-Real Madrid? ¿Cómo les quedó el cuerpo al ver lo imposible, al comprobar que el lenguaje gestual de los aficionados se había adelantado una décima de segundo a la tozuda mano salvadora del portero del Madrid? Pues “FlashForward” (lunes en AXN y martes en Cuatro) es el Casillas de las series televisivas, la mano imposible que detiene un disparo desde el área pequeña, la derrota del lenguaje gestual propio del espectador acostumbrado sólo a grandes series como “Perdidos”, y no a series que evitan los goles de lo previsible en la misma raya. Vivimos la Edad de Oro de las series de televisión. ¿A quién le importan los concursantes en ropa interior de “Gran Hermano”?

“Daños y perjuicios”, “Fringe”, “Pushing Daisies”, “Sangre fresca”, “Ley y Orden”, “Caso abierto”, “Bones”, “CSI”, “Life on Mars”. Bueno, vale, también “Doctor Mateo”, “La señora” o “Amar en tiempos revueltos”. Grandes series. Pero no hay muchos porteros como Casillas, ni muchas series como “FlashForward”. ¿De qué va? Una mañana, de repente, todos (o no) los habitantes del planeta Tierra se desmayan al mismo tiempo durante dos minutos y diecisiete segundos. ¿Por qué? Ya veremos, pero de momento no nos importa, al igual que nos importa un pito por qué un día, de repente, los pájaros deciden atacar a los seres humanos en “Los pájaros”, la obra maestra de Alfred Hitchcock. ¿Y qué pasó en esos dos minutos largos? Pues que todos (o no) tuvieron una visión del futuro cercano (seis meses después del incidente), de modo que cada uno pudo echar un vistazo a su propio futuro. Inquietante, ¿verdad? ¿Qué haría usted con su vida si supiera que dentro de seis meses engañará a su marido o verá viva a su hija supuestamente fallecida? ¿Qué haría usted con su vida si sospechara que dentro de seis meses ya habrá muerto?

“FlashForward” es una serie bellamente abstracta, empeñada en hacer visible lo invisible (ese futuro cercano, esas preguntas sin respuesta) recurriendo, como hacía Kandinsky con la pintura, a elementos televisivos puros: el punto exacto de intriga, la línea exacta de guión, el plano exacto de personajes fascinantes, los colores exactos del ritmo. Cuidado con gritar “gol” antes de tiempo. En “FlashForward” juega Casillas.

6/10/09

MAGIC TIMO


Parte 1 - Ay...

Resistí la tentación de comprar por teletienda la caña de pescar plegable que cabe en un bolsillo del pantalón y convierte cualquier jornada aburrida en un gran día de pesca lleno de sorpresas y amigos. Es extremadamente resistente, su tecnología impide que el hilo se enrede y viene con accesorios para pescar tanto en una alcantarilla como en medio del Atlántico, pero yo me mantuve firme. Aguanté el impacto que me produjo el sistema para limpiar a la vez las dos caras de las ventanas que vi anunciado en Teleshopping TV; a pesar del increíble precio que aparecía en pantalla; a pesar de que ya estoy harto de los métodos tradicionales que te obligan a asomarte al exterior y dificultan alcanzar las esquinas más alejadas; a pesar de los testimonios de tantas personas platicando con sus amigos sobre lo que ha mejorado su vida desde que limpian así sus cristales. Incluso controlé el fortísimo impulso de abalanzarme al teléfono para adquirir ese dispensador que se fija a la pared de la ducha e impide que se mezclen, se caigan o salgan con dificultad de sus botes el gel y el champú. ¿Que se me mete el jabón en los ojos, me agarro a la cortina, ésta cede ante mi peso, se rompe la barra del techo, me precipito al suelo, se inunda la casa y un cortocircuito incendia el vecindario? Todo menos comprar algo en la teletienda.

Pero con el Magic Bullet... ay... el Magic Bullet es demasiado rival para mí. Prepara cualquier plato en diez segundos o menos. Desde panecillos de bayas hasta pote de castañas, desde lubina a la papillote hasta esponjosas omelettes con salsa Alfredo. En lo que usted ha tardado en leer estas líneas se habría podido preparar la comida de dos semanas para cincuenta personas. Aguanté lo de la caña de pescar, lo del limpiador de ventanas, lo del dispensador de champú, pero para resistirme al Magic Bullet voy a tener que adoptar medidas extremas. A lo mejor no hay entradas en el blog durante los próximos días: estaré atado al sofá con las manos a la espalda. Y no intenten llamarme por teléfono: lo tendré desconectado para no marcar el número que aparece en pantalla.


Parte 2 - Ay, ay...

5/10/09

EL MUNDO POR ESPAÑA

Los viajes deberían ser conmutativos: igual que uno recorre el mundo, el mundo debería recorrerlo a uno. Y si ponemos la debida atención y respeto para que todo vaya bien, al final del proceso ambos podremos ser un poco mejores. “Españoles en el mundo” es un buen programa basado en una buena idea que nos hace viajar teniendo de cicerone a unos cuantos paisanos (compatriotas) a los que el viaje de la vida ha llevado a viajar sin estar de viaje. Para alegría de todos los televidentes de buena voluntad ha dado el campanazo desde su estreno; así que entre emisiones y reemisiones (¡todas en La 1 en horario de máxima audiencia!) llevamos casi un año recorriendo el mundo desde nuestras casas. ¿Consigue que el mundo nos recorra a nosotros? No del todo. Para ser plenamente conmutativo a “Españoles en el mundo” le falta un empujón, un complemento, un último trazo que lo haga redondo y perfecto: un programa gemelo que se llame “El mundo por España”.
“Españoles en el mundo” ya tiene la compañía de “Madrileños por el mundo”, “Andaluces por el mundo” y “Originarios de cualquier otra comunidad autónoma por el mundo”. Bueno, y de “Callejeros viajeros”. Pero todos repiten la misma fórmula del español cicerone que nos sube a la torre más alta de Toronto y nos muestra “Toronto ‘tó’, Toronto, Toronto entero”. Aquí pedimos que sean ciudadanos del mundo que trabajan en España los que nos enseñen nuestra tierra. ¿Saldremos tan bien parados con los que vienen a “quitarnos el trabajo” como salimos nosotros cuando “quitamos el trabajo” a otros? ¿Somos tan acogedores con los demás como nos gusta que sean los demás con nosotros? ¿Se sienten ellos tan a gusto aquí como nos sentimos nosotros fuera? Son preguntas que debería responder “El mundo por España”, “El mundo por Madrid”, “El mundo por Andalucía” y “El mundo por cualquier otra comunidad autónoma”. Bueno, y “Viajeros callejeros”.

4/10/09

LÁGRIMAS Y LÁGRIMAS LLORÓ, PORQUE AQUÍ EN MADRÍ ESTÁ LO MEJÓ

Ahora que ya pasó todo, habrá quien considere excesivo el despliegue de Madrid 2016: demasiados gastos de representación, demasiadas dietas y viajes pagados por nuestros bolsillos, demasiada propaganda y manipulación sensiblera, demasiadas manos coloreadas compartiendo la esquina del televisor, demasiadas horas de televisión insistiendo en lo mismo, demasiadas cadenas sacrificado sus informativos de sobremesa para seguir en directo la puesta en escena de la candidatura española, demasiados telespectadores aceptando sin rechistar que los telediarios se conviertan en un ejercicio de chauvinismo patrio. Pues de eso nada. Tanto esfuerzo habrá valido la pena si de él obtenemos una enseñanza fundamental para el resto de nuestra vida: la corazonada no es un criterio aceptable para distinguir lo verdadero de lo falso.

Anteayer aprendimos que es un error seguir a Descartes y tomar como verdaderas las corazonadas que se presentan tan clara y distintamente a nuestro espíritu que no hubiese ninguna posibilidad de ponerlas en duda. El criterio cartesiano de verdad saltó el viernes por los aires dejando claro que da igual que uno esté seguro de algo, que tenga una corazonada por muy íntima que sea, por muy subvencionada que esté o por mucho que diga “Yo creo, nosotros creemos” en inglés.

Es algo que ya habían dejado claro Marge y Homer Simpson:
- Homer, ¿Por qué no puedes aceptar que haya venido al baile con otra persona?
- Porque estamos hechos el uno para el otro. Normalmente cuando se me ocurre algo se me ocurren otras cosas a la vez; algo que me dice “sí”, algo que me dice “no”; pero ahora todo me dice “sí”. ¿Cómo puede ser que de lo único que he estado seguro en mi vida esté equivocado?
- No lo sé, pero así es.

En algo sí tenía razón Descartes: “Es prudente no confiar en nada que nos haya engañado alguna vez”. Fin de las corazonadas.

3/10/09

A QUIÉN LE IMPORTA GORKA

Está mil veces dicho: todos los programas tienen una ideología, nos venden una manera de ver las cosas, nos enseñan a entender el mundo de determinada forma. Normalmente lo que interesa a quienes hacen los programas es ganar dinero y la ideología de sus productos les da igual. Por eso podemos ver a personajes como Jorge Javier Vázquez defender con entusiasmo la telebasura de la que vive: en una tarde uno de sus programas deshace lo que un maestro de escuela trata de construir durante todo un curso, pero él gana bastante más, así que viva el tomate, la tomatuna y la tomatada.

En cambio hay otros –pocos– programas que se hacen con finalidad ideológica, vocación de servicio público y esas cosas tan pasadas de moda. “El coro de la cárcel” (noche de los lunes en La 1) nos acerca la vida de los reclusos con la sana intención de facilitar su reinserción. Ellos tienen una ilusión y nosotros, viendo sus afanes, dejamos de verlos como una amenaza y estamos más dispuestos a aceptarlos como iguales. Lo que no sé es si “El coro de la cárcel” se concibió con otra intención que sin duda cumple: contrarrestar la imagen tan habitual del delincuente atractivo, el chorizo simpático, el bandido encantador, el tipo duro que no respeta la ley al que todas las chicas quieren y todos los chicos imitan.

Los participantes de “El coro de la cárcel” son el contrapunto al Quimi aquél de “Compañeros”, al Iván de “El internado”, al Gorka de “Física o Química”. No son ángeles caídos porque nunca fueron ángeles, no tienen el encanto de los rebeldes sin causa que se enfrentan al mundo con una visión romántica de la desobediencia y la protesta, no son guapos y no visten a la última moda con un desaliño perfectamente estudiado. No causan fascinación ni son adorables ni despiertan el afán de emulación cuando cantan “A quién le importa”. Así que ahí lo tenemos: otro programa educativo que TVE emite en horario antiproletario.

2/10/09

INDHIRA EN SUMATRA

Quiero un debate después de cada "Miénteme", una tertulia tras cada "Doctor Mateo", un programa especial al término de cada "Tetas o paraíso" y "Sin física no hay química". Si hay que aguantar soporíferos programas especiales sobre los pelos del sobaco de Paquirri con motivo de la emisión telecinquera de "Paquirri", ¿por qué no una apasionada charla entre policías y periodistas del corazón tras cada "Bones"?. En algún sitio se acaba de emitir el último capítulo de "Prison Break", ¿y Jordi González se va a quedar callado sin ofrecer a su audiencia toda la verdad acerca de las aventuras de Scofield y los 3000 personajes secundarios de la trama?

Se dirá que las series citadas son de ficción mientras que la del torero y sus muheres cuenta una historia real que conmovió a la sociedad española. El que lo diga tiene una gran capacidad para contener la risa. Porque si hay algo que la televisión se pasa por el forro de sus rayos catódicos es la distinción entre realidad y ficción. Vemos una pelea entre Arturo e Indhira en "Gran Hermano’s Eleven", -que pertenece estrictamente al mundo de la ficción-, y nos sentimos como si estuviéramos mirando el patio de nuestro edificio. Vemos imágenes del terremoto de Sumatra en los informativos, -que pertenece estrictamente al mundo de la realidad-, y nos sentimos como si estuviéramos viendo una película de catástrofes. ¿Realidad y ficción? Telecinco acribilla su programación con tertulias sobre Indhira y no programa en prime time un debate para que Peñafiel nos desvele información privilegiada que él posee sobre lo ocurrido en Indonesia.

"Paquirri" nos narra una serie de hechos reales, de acuerdo, pero de hechos reales que sólo se vuelven reales a partir del momento en que nos los narra "Paquirri". Y en eso no es diferente de "Amar en tiempos revueltos", "La huella del crimen", "Cuéntame" o lo de la adolescente ésa que es modelo. Insisto: quiero una tertulia tras cada "Doctor Mateo" en Antena 3, que la historia de amor entre el Pixín y la Morcillo se merece tanto como lo del torero y la tonadillera.

1/10/09

TIENES RAZÓN, BELÉN



Por una vez, -qué rabia me da-, tengo que darte la razón, Belén Esteban: no tienen sentido que el Defensor del Menor fisgue en los usos indirectos que haces de la pixelable Andreíta en tu calidad de cyborgmaruja y luego mire para otro lado cuando se estrenan nuevas temporadas de horrores como "Tú sí qué vales", en donde se hacen usos directos humillantes de niños y preadolescentes bajo la mirada oxidada de sus padres o tutores. Di que sí, Belén: a lo mejor tú te has sacado unos durillos largando la vida de tu hija y sus elásticas relaciones con los miembros y miembrastros de su familia, pero eso es agüita comparado con el mal trato infringido a ese chavalín al que quién sabe qué adulto de pegajosas intenciones convenció o consintió para que apareciera en el escenario del "Tú sí que vales" haciendo algo que llamó "bailar" ante el 18,4% de España. Y después salió otro crío con su padre blandiendo un hacha y despedazando un tronco. Y luego una niña, -"qué mona, qué mona, por favor"-, cantando una canción de amor. No nos consta que el Protector de Defensor del Menor haya abierto ningún tipo de expediente.

Y debería haberlo hecho, porque lo menos que se puede exigir a coñazos como el perpetrado por Llácer y Galera es que si utilizan a menores para hacer caja tengan la mínima decencia de difuminar, pixelar o emborronar sus caras durante las actuaciones para proteger su intimidad. ¿A que sí, Belén? ¿No obligan a todo el mundo a que tu Andreíta tenga siempre por cabeza una nubecita gris cada vez que aparece fotografiada en un medio público? ¿Acaso no hay tecnología actualmente capaz de oscurecer una cara que se mueve en un programa en diferido? ¿No hubiera sido más digno no poder reconocer el rostro de la niña, -"qué mona, qué mona, por favor"-, que cantaba o del aizcolari junior? ¿Por qué el Cuidador del Protector del Defensor del Menor no exigió que se pixelase la cabeza del doceañero que intentó bailar y, -ya puestos-, a continuación le abrió un expediente a su padre? Yo tampoco lo entiendo, Belén.