En la novela de Harry Brown “Un paseo bajo el sol”, el cabo Bill Tyne reconoce que en una guerra se ve poco, porque en la guerra se combate de oído. Es posible que sea cierto. Nunca he estado en una guerra. Sí he visto muchas películas de guerra, y leído muchas novelas sobre la II Guerra Mundial y hasta los ensayos de Antony Beevor sobre Stalingrado y la caída de Berlín. Pero en las películas y en los libros se ve poco de la guerra. Y en la guerra se combate de oído.
“Apocalipsis. La II Guerra Mundial” (Canal National Geographic) es una serie documental que se ve y, sobre todo, se oye. Para empezar, las imágenes coloreadas añaden una inquietante cercanía a los soldados y civiles que miran a la cámara. Y, luego, los sonidos, el ruido de las bombas, de los aviones, de los tanques. La voz de Hitler. Los discursos de Churchill. Los testimonios hasta ahora olvidados de los que sufrieron en sus carnes los horrores de aquel apocalipsis. La serie es tan buena que es insoportable. Sería soportable si sólo nos fijáramos en la extraña imagen de Hitler con el puño en alto saludando a las masas, o en los desfiles de los simpatizantes nazis por las calles de las ciudades de Estados Unidos y Gran Bretaña, o en las caras sonrientes de unos soldados alemanes que escuchan una canción de Maurice Chevalier en un gramófono francés abandonado en Dunkerque, o en la esvástica ondeando en la torre Eiffel, o en la bandera roja de la Unión Soviética penetrando como un cuchillo en Berlín. Pero “Apocalipsis. La II Guerra Mundial” es una serie también para el oído.
Testimonio de una mujer violada por soldados del Ejército Rojo tras la caída de Berlín: “Era mejor tener un ruso en la barriga que un estadounidense encima”. La mujer sin nombre se refería a los bombarderos norteamericanos que machacaban Berlín desde el aire. Tenemos la vista muy acostumbrada a las atrocidades, pero no tanto el oído. Ya hemos visto el desembarco de Normandía en los primeros minutos de “Salvar al soldado Ryan”, por ejemplo, pero no hemos escuchado a los soldados que murieron y que dejaron escrita la verdad sonora de la guerra en sus diarios. El ser humano es una criatura patética y lamentable. Necesito escuchar a John Lennon, cerrar los ojos y quitar el sonido del televisor.
Vi los primeros capítulos de la serie y me me parecieron sobresalientes. Tu articulo seguro que animará a muchos a verlo. Yo habría puesto el acento en la parte visual, pero me parece muy buena idea quedarse con la sonora. Así, veré los siguientes capítulos de otra forma.
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