Si Tinto Brass, el director del demencial porno-peplum “Calígula”, fue apodado “el Benvenutto Cellini del culo”, me pregunto qué apodo habría que darle al gran Clint Eastwood. Después de ver (o volver a ver) “Los puentes de Madison” (TVE), el problema no es elegir la primera parte del mote, sino la segunda. Cellini estaría bien, y también Leonardo da Vinci, o Rafael, o Botticelli. Pero… ¿Clint Eastwood es el Cellini del corazón? ¿El Leonardo de la mirada? ¿El Rafael del pulso? ¿El Botticelli del sistema digestivo? “Los puentes de Madison” es un delicado tratado de cardiología, un estudio de la mirada (eso que está detrás de la vista), un curso de pulso narrativo, una invitación a ver en una película una historia que necesita ser digerida. Con todos mis respetos para el culo, Eastwood es algo más.
Clint Eastwood es el Cellini de la simplicidad. Y expresar las cosas con simplicidad es lo más difícil de lograr. Si “Los puentes de Madison” es un elogio de la simplicidad y de la pureza, entonces también es lo contrario de la abstracción porque, como dice el cineasta japonés Takeshi Kitano, en cine simplicidad y abstracción son términos opuestos. Creo que “Calígula”, con sus concretos excesos, minuciosas orgías, detalladas perversiones y precisas locuras es una película abstracta precisamente porque no tiene nada de simple ni de pura. “Los puentes de Madison” es una película tan pura que necesita de la complicidad del corazón, de la mirada, del pulso y del estómago. Tinto Brass es excesivo y abstracto como una bicicleta de Cristiano Ronaldo, pero Clint Eastwood es simple y puro como un pase de Iniesta.
He cambiado de idea. Ahora creo que Clint Eastwood es el Iniesta del cine. Ya está. Es un apodo simple como la belleza de los puentes de Madison, ligero como el peso del amor, puro como el baile de Clint Eastwood y Meryl Streep, y simple, ligero y puro como el juego de Iniesta. Ya sé que un apodo que no incluye la palabra “culo” pierde audiencia, y que Iniesta vende menos camisetas que Ronaldo, pero así es el cine. Es decir, la vida.
Yo no le buscaría un mote a Clint Eastwood que denote su talento. En su propio nombre destaca su arte. Igual que a Leonardo Da Vinci se le llama Leonardo Da Vinci, el mejor mote para Clint que lo identifique como el artista que es, sin duda es Clint Eastwood.
ResponderEliminarEso sí, un Excelentísimo sí que le caía.
Saludos.
Esta peli la vi en un Alsa volviendo de algún viaje sentimental. Llovía a cantaros y fue una especie de experiencia colectiva, con todos los tíos (yo incluido)mirando hacia cualquier lado, ocultando alguna furtiva lágrima.
ResponderEliminarMe gusto mucho, pero no sé si verla en casa volvería a ser tan emocionante.
Por otro lado siempre me recuerda a un amigo que fue a verla esperando que Clint hiciera saltar por los aires algún puente... en serio.
En fin ¡¡¡viva El Excelentísimo Clint!!!