El químico francés Louis Pasteur afirmaba que un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia acerca de nuevo a Dios. Si hablamos de la divinidad televisiva, podríamos decir que un poco de tele nos aleja de Dios, pero mucha tele nos acerca de nuevo a él. Los que dedican muy poco tiempo a ver la tele suelen terminar en el ateísmo televisivo, mientras que los que pasamos muchas horas navegando por ese mundo de series, películas, telediarios, concursos, documentales, tertulias y anuncios nos acercamos tanto a Dios que sentimos su presencia en los guiones de “Cómo conocí a vuestra madre” o en los documentales de “La noche temática”. ¿También en la sangre derramada en “La noria” o en películas como “En un lugar de La Manga”? Pues sí, porque los teleadictos somos politeístas.
Los ateos televisivos lo son porque ven poca tele y, cuando lo hacen, esperan encontrar inmediatamente una supernova. Y eso que buscar supernovas en la tele es mucho más fácil que hacerlo en el espacio. Los astrónomos dicen que una supernova se produce cuando una estrella gigante se colapsa, liberando en un instante la energía de cien mil soles, pero buscar supernovas es, en palabras de Bill Bryson (el autor de “Una breve historia de casi todo”) como situarse en el Empire State con un telescopio y escudriñar las ventanas de Manhattan con la esperanza de localizar a alguien encendiendo veintitrés velas en una tarta de cumpleaños. El tamaño del mundo televisivo es mucho menor que el del universo, aunque bastante mayor que Manhattan. Es lógico que un ateo televisivo vea confirmado su ateísmo si se limita a escudriñar la parrilla televisiva de vez en cuando y ni siquiera con un telescopio, sino con un microscopio de juguete. Así, es imposible que los dioses televisivos se manifiesten.
De todas formas, para aquellos ateos que se quejan de que en la tele nunca hay nada que ver y que son incapaces de reconocer una supernova cuando la tienen delante de sus narices, Bryson les da un consejo: sintonizar el televisor en cualquier canal que el aparato no capte. Como aproximadamente el uno por ciento de los ruidos estáticos danzantes son viejos residuos de la Gran Explosión, estará echando un vistazo al nacimiento del universo. ¿No es suficiente como para creer en Dios?
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