31/8/09
CO2CA-CO2LA
A la fórmula secreta de la Coca-Cola le han añadido un nuevo ingrediente. Hasta ahora le ponían, qué sé yo, lo normal: agua, dióxido de carbono, edulcorantes, acidulantes, estimulantes, estabilizantes, colorantes, aromatizantes, espesantes y conservantes. Pues ahora le han dado otra vuelta y han añadido ecologizantes. El último anuncio se ha sacado este nuevo ingrediente de la manga pidiendo a los telespectadores que miremos el envase porque cuanto más cerca estemos de la planta embotelladora, menos distancia habrán tenido que transportar la bebida y menos CO2 se emitirá a la atmósfera.
Lo mejor sería, supongo, irse a vivir frente a una planta embotelladora, pero es que las que tenemos por aquí no llenan esas botellas de 33 centilitros tan chulas de los anuncios, sino unas pequeñajas de sólo 20. Y encima son plantas diferentes a las de la tele: no funcionan solas con esas máquinas tan chipiguays del país de Jauja capaces de hacer palidecer de envidia a los ingenios cutres que fabrica Marron en “El hormiguero” para sus apuestas del “Efecto mariposa”. Pero lo peor no es esto, lo peor es que el consumo de una bebida hecha a base de dióxido de carbono libera dióxido de carbono se ponga uno como se ponga. Y ocurre casi después de cada sorbo, aunque puede ser peor si esperamos a que se complete la digestión. ¿Qué hacer, entonces, si el nuevo ingrediente ecologizante ha convencido a algún telespectador? ¿Cómo disminuir la liberación de CO2 sin tener que consumir bebidas que liberan CO2?
Llámenme tonto si quieren, pero podríamos consumir una bebida desedulcorada, desacidulada, desestimulada, desestabilizada, decolorada, desaromatizada, desespesada, desconservada y tan desecologizada que ni siquiera necesita haber sido envasado cerca de nuestra casa para evitar la liberación de CO2 a la atmósfera: el agua potable que sale de los grifos de nuestras casas. Ninguna máquina chupiguay la hinchó de dióxido de carbono sin venir a qué.
El lavado ecológico está cada vez más presente en los anuncios: un queso con balance 0 de CO2, supertodoterrenos para la ciudad con un solo pasajero que consumen un 5% menos de sus 20 litros a los 100, incluso las empresas de derivados del petróleo son verdes. Pero ahora resulta que el agua carbonatada distribuida por todo el mundo en botellas de vidrio unidosis no es suficientemente green... la solución: decirle al camarero que si no es de mi pueblo no me la tomo.
ResponderEliminar¿¿Pero tú estás loco?? ¿¿Pretendes que renunciemos a la Coca-cola?? Buá... y qué más... dejamos de usar tipex y de calentar la leche en el microondas, y empezamos a pensar mejor lo que escribimos para no usar tipex y calentamos la leche en la vitro, no mejor, en los fogones, con gas butano, que nos reparte un señor que pasa por nuestra casa a media mañana, justo cuando estoy trabajando, pero no importa, porque dejo de trabajar y me quedo en casa esperando el butano, y total, como ya estoy en casa le plancho las camisas a mi marido, luego le pido dinero para salir a tomar café con mis amigas, eso sí, volveré pronto, como no tengo microondas no puedo dejar la cena preparada así que hay que cocinarla en el momento, luego le sirvo a mi marido un vino con Casera de la de toda la vida, para que cene contento. ¡Oh no!, ¿también lleva CO2?
ResponderEliminarMira que proponer que dejemos de usar tipex, sólo se te ocurre a ti.
Coca-Cola, en mi humilde opinión, hace los mejores anuncios del mundo.
ResponderEliminarSin duda, Coca-Cola dispone de los mejores publicistas porque dispone del presupuesto para pagarles.
ResponderEliminarEs asombroso. Es una práctica generalizada y que además cada vez se preocupan menos de enmascarar:
- Tomar una cualidad intrínseca del producto y venderla como una novedad que le diferencia de la competencia.
Si en tu bar o comercio habitual encuentras una botella de Coca-Cola embotellada en la fábrica más próxima... NO es un intento de ser más ecologista. En realidad es una práctica que se hace desde hace mucho y que solo responde a las propias necesidades de distribución y consecuente ahorro en costes de logística de la compañía que tiñó de rojo a San Nicolás.