31/8/09
CO2CA-CO2LA
A la fórmula secreta de la Coca-Cola le han añadido un nuevo ingrediente. Hasta ahora le ponían, qué sé yo, lo normal: agua, dióxido de carbono, edulcorantes, acidulantes, estimulantes, estabilizantes, colorantes, aromatizantes, espesantes y conservantes. Pues ahora le han dado otra vuelta y han añadido ecologizantes. El último anuncio se ha sacado este nuevo ingrediente de la manga pidiendo a los telespectadores que miremos el envase porque cuanto más cerca estemos de la planta embotelladora, menos distancia habrán tenido que transportar la bebida y menos CO2 se emitirá a la atmósfera.
Lo mejor sería, supongo, irse a vivir frente a una planta embotelladora, pero es que las que tenemos por aquí no llenan esas botellas de 33 centilitros tan chulas de los anuncios, sino unas pequeñajas de sólo 20. Y encima son plantas diferentes a las de la tele: no funcionan solas con esas máquinas tan chipiguays del país de Jauja capaces de hacer palidecer de envidia a los ingenios cutres que fabrica Marron en “El hormiguero” para sus apuestas del “Efecto mariposa”. Pero lo peor no es esto, lo peor es que el consumo de una bebida hecha a base de dióxido de carbono libera dióxido de carbono se ponga uno como se ponga. Y ocurre casi después de cada sorbo, aunque puede ser peor si esperamos a que se complete la digestión. ¿Qué hacer, entonces, si el nuevo ingrediente ecologizante ha convencido a algún telespectador? ¿Cómo disminuir la liberación de CO2 sin tener que consumir bebidas que liberan CO2?
Llámenme tonto si quieren, pero podríamos consumir una bebida desedulcorada, desacidulada, desestimulada, desestabilizada, decolorada, desaromatizada, desespesada, desconservada y tan desecologizada que ni siquiera necesita haber sido envasado cerca de nuestra casa para evitar la liberación de CO2 a la atmósfera: el agua potable que sale de los grifos de nuestras casas. Ninguna máquina chupiguay la hinchó de dióxido de carbono sin venir a qué.
30/8/09
TELEVISIÓN PRÁCTICA
Digamos las cosas claras: los programas de cocina y de bricolaje son un timo. Engañan a los espectadores haciéndoles creer que son útiles y de eso nada. Jamás el arte de la cocina experimentó una divulgación como la actual en montones de programas y jamás se cocinó menos en las casas. Nunca se vio tanto por la tele cómo se hace una chapuza en el hogar y no somos capaces ni de cambiar la goma de cierre de un grifo (por favor, decidme que sí, que los grifos tienen una goma de cierre).
En muchas casas aún quedan cintas de vídeo de cuando Arguiñano empezó a cocinar y montones de hojas con recetas anotadas al vuelo que duermen olvidadas en alguna libreta de alguna carpeta de alguna de las estanterías del trastero con la etiqueta de “recetas fáciles”. Después vinieron las fichas. Y los libros. Y los DVD. Hacer rollos de jamón York relleno de patatas cocidas con mayonesa es tan fácil como cambiar los rodapiés del pasillo, pero la vida nos enseña que no vamos más allá de calentar la leche en el microondas para el desayuno y sustituir las bombillas fundidas… de vez en cuando.
Así que seamos realistas. Dejemos de perder el tiempo viendo estos programas que no nos sirven para nada y pongamos los cinco sentidos en ver “El último superviviente” en Cuatro y Discovery Channel. Tiremos tanta receta inservible y tanto briconsejo inútil para hacer sitio a unos cuantos archivadores en los que iremos clasificando por orden alfabético las estrategias que debemos utilizar para sobrevivir en cualquier lugar del mundo. Glaciares helados, cuevas con murciélagos vampiros, pantanos fétidos, volcanes activos, desiertos resecos, selvas inundadas, montañas inaccesibles, islas perdidas en medio del Pacífico. Bear Grylls se deja de tonterías y nos enseña un montón de cosas prácticas que nos serán útiles cualquier día de éstos.
En muchas casas aún quedan cintas de vídeo de cuando Arguiñano empezó a cocinar y montones de hojas con recetas anotadas al vuelo que duermen olvidadas en alguna libreta de alguna carpeta de alguna de las estanterías del trastero con la etiqueta de “recetas fáciles”. Después vinieron las fichas. Y los libros. Y los DVD. Hacer rollos de jamón York relleno de patatas cocidas con mayonesa es tan fácil como cambiar los rodapiés del pasillo, pero la vida nos enseña que no vamos más allá de calentar la leche en el microondas para el desayuno y sustituir las bombillas fundidas… de vez en cuando.
Así que seamos realistas. Dejemos de perder el tiempo viendo estos programas que no nos sirven para nada y pongamos los cinco sentidos en ver “El último superviviente” en Cuatro y Discovery Channel. Tiremos tanta receta inservible y tanto briconsejo inútil para hacer sitio a unos cuantos archivadores en los que iremos clasificando por orden alfabético las estrategias que debemos utilizar para sobrevivir en cualquier lugar del mundo. Glaciares helados, cuevas con murciélagos vampiros, pantanos fétidos, volcanes activos, desiertos resecos, selvas inundadas, montañas inaccesibles, islas perdidas en medio del Pacífico. Bear Grylls se deja de tonterías y nos enseña un montón de cosas prácticas que nos serán útiles cualquier día de éstos.
29/8/09
LAS RAZONES DE LA GRAVEDAD
No sabemos qué hace que una serie televisiva tenga éxito, pero sí sabemos cómo actúa una serie con éxito. Pasa algo parecido con la gravedad. El gran Newton no comprendió por qué la fuerza de la gravedad actúa como lo hace, pero sí sabía cómo actuaba. Las razones de las cosas son difíciles de conocer hasta para tipos como Newton, y más todavía cuando en las razones de esas cosas intervienen las razones del corazón.
“Fringe” (Canal +) y “Caso abierto” (La Sexta) son dos series con éxito. ¿Cuáles son las razones del éxito de una serie rarísima en la que una agente del FBI acompañada de un científico genial pero un poco chiflado investiga casos que sorprenderían a los mismísimos Fox Mulder y Dana Scully, nuestros viejos amigos de “Expediente X”? ¿Cuáles son las razones del éxito de una serie tan codificada como una pintura egipcia en la que una detective de la policía de Filadelfia investiga homicidios nunca resueltos? Ni idea. Pero Newton diría que la presencia de dos actrices como Anna Torv (Olivia Dunham en “Fringe”) y Kathryn Morris (Lilly Rush en “Caso abierto”) actúan en esas series como la fuerza de la gravedad en el universo. ¿Por qué la agente del FBI Olivia Dunham nos atrae tanto, hasta el punto de hacernos olvidar qué demonios está investigando y qué diablos es eso de la piroquinesis? ¿Por qué es imposible escapar del influjo de la detective Lilly Rush, que consigue distraernos del caso abierto de turno y hace que su rostro palidísimo sea más importante que saber quién es el asesino? No sé qué tienen Olivia y Lilly, pero sí sé cómo actúan. Nos distraen de todo lo que no sea ellas mismas. Nos hipnotizan. Se comen la pantalla y, después, nos devoran.
Las razones de la fascinante atracción que producen dos personajes tan newtonianos como Olivia y Lilly son difíciles de entender. Pero esas razones están todavía más ocultas para los espectadores porque, a diferencia de la fuerza de la gravedad, en Olivia y Lilly actúan razones del corazón que la razón no puede conocer. Ni puede, ni quiere.
“Fringe” (Canal +) y “Caso abierto” (La Sexta) son dos series con éxito. ¿Cuáles son las razones del éxito de una serie rarísima en la que una agente del FBI acompañada de un científico genial pero un poco chiflado investiga casos que sorprenderían a los mismísimos Fox Mulder y Dana Scully, nuestros viejos amigos de “Expediente X”? ¿Cuáles son las razones del éxito de una serie tan codificada como una pintura egipcia en la que una detective de la policía de Filadelfia investiga homicidios nunca resueltos? Ni idea. Pero Newton diría que la presencia de dos actrices como Anna Torv (Olivia Dunham en “Fringe”) y Kathryn Morris (Lilly Rush en “Caso abierto”) actúan en esas series como la fuerza de la gravedad en el universo. ¿Por qué la agente del FBI Olivia Dunham nos atrae tanto, hasta el punto de hacernos olvidar qué demonios está investigando y qué diablos es eso de la piroquinesis? ¿Por qué es imposible escapar del influjo de la detective Lilly Rush, que consigue distraernos del caso abierto de turno y hace que su rostro palidísimo sea más importante que saber quién es el asesino? No sé qué tienen Olivia y Lilly, pero sí sé cómo actúan. Nos distraen de todo lo que no sea ellas mismas. Nos hipnotizan. Se comen la pantalla y, después, nos devoran.
Las razones de la fascinante atracción que producen dos personajes tan newtonianos como Olivia y Lilly son difíciles de entender. Pero esas razones están todavía más ocultas para los espectadores porque, a diferencia de la fuerza de la gravedad, en Olivia y Lilly actúan razones del corazón que la razón no puede conocer. Ni puede, ni quiere.
28/8/09
NI DE ENCINA NI DE ROCA
Antena 3 y Cuatro dedicaron la noche del jueves a escudriñar en las muertes de Carmina Ordóñez (“¿Qué pasó con Carmen Ordóñez?”) y Michael Jackson (“Los últimos días de Michael Jackson: toda la verdad”). Cuando Homero ponía en boca de algún héroe la expresión “yo no he nacido ni de encina ni de roca”, quería dar a entender que los seres humanos tienen alma y sentimientos y, a diferencia de los árboles o las piedras, son capaces de conmoverse. Los espectadores, como los héroes homéricos, tampoco hemos nacido ni de encina ni de roca, así que tenemos nuestro corazoncito, nuestros sentimientos y cierta capacidad para conmovernos. Sin embargo, algunos hemos nacido de encina o de roca cuando se trata de revolver en las oscuras muertes de personajes como Carmina Ordóñez, Michael Jackson o la mismísima Diana de Gales.
Puedo entender esta obsesión de viajar al Hades para intentar arrancar a un ser querido de las garras de los dioses del mundo de ultratumba, pero es una obsesión inútil. El cantor Orfeo, hijo de una musa, lo hizo con la ninfa Eurídice, que perdió la vida el día de su boda con Orfeo. El cantor se aventuró en el inframundo para convencer a Hades de que le devolviera a su esposa, y lo consiguió, a condición de que Orfeo no volviera la vista para mirar a Eurídice hasta haber salido del mundo de los muertos. En el último momento, Orfeo giró la cabeza para ayudar a Eurídice, violando la única condición impuesta por Hades y perdiéndola para siempre. Entiendo que de vez en cuando algún documental nos lleve al más allá para intentar devolver a Marilyn Monroe, Elvis Presley o Bruce Lee al mundo de los vivos, pero es una misión imposible porque, como le pasó a Orfeo, el hecho de mirar trae consigo la perdición definitiva. Y, en televisión, no mirar es no viajar.
Los que hemos nacido de encina para interesarnos por Carmina Ordóñez y de roca para husmear en el cadáver de Michael Jackson sólo podemos recomendar a todos los Orfeos televisivos que dejen en paz a los muertos. Nunca volverán. Marilyn Monroe está viva en sus películas, no en los documentales sobre su muerte. Podemos conmovernos con Carmina, con Jackson o con Marilyn, pero nada más. Y nada menos.
Puedo entender esta obsesión de viajar al Hades para intentar arrancar a un ser querido de las garras de los dioses del mundo de ultratumba, pero es una obsesión inútil. El cantor Orfeo, hijo de una musa, lo hizo con la ninfa Eurídice, que perdió la vida el día de su boda con Orfeo. El cantor se aventuró en el inframundo para convencer a Hades de que le devolviera a su esposa, y lo consiguió, a condición de que Orfeo no volviera la vista para mirar a Eurídice hasta haber salido del mundo de los muertos. En el último momento, Orfeo giró la cabeza para ayudar a Eurídice, violando la única condición impuesta por Hades y perdiéndola para siempre. Entiendo que de vez en cuando algún documental nos lleve al más allá para intentar devolver a Marilyn Monroe, Elvis Presley o Bruce Lee al mundo de los vivos, pero es una misión imposible porque, como le pasó a Orfeo, el hecho de mirar trae consigo la perdición definitiva. Y, en televisión, no mirar es no viajar.
Los que hemos nacido de encina para interesarnos por Carmina Ordóñez y de roca para husmear en el cadáver de Michael Jackson sólo podemos recomendar a todos los Orfeos televisivos que dejen en paz a los muertos. Nunca volverán. Marilyn Monroe está viva en sus películas, no en los documentales sobre su muerte. Podemos conmovernos con Carmina, con Jackson o con Marilyn, pero nada más. Y nada menos.
27/8/09
SOMOS GRIEGOS
Para Platón, los mares griegos semejaban enormes estanques con una gran población de ranas en sus orillas. Digamos, entonces, que las cadenas televisivas semejan enormes (y también pequeños) estanques con una gran (o pequeña) población de ranas en sus orillas. En el pequeño estanque de La 2 unas cuantas ranas reflexionan sobre lo que nos une en “Nexos, alianza de civilizaciones”, mientras que en el gran estanque de La 1 millones de ranas disfrutan con la victoria del Atlético de Madrid frente al Panathinaikos, un equipo griego. Grecia se cuela por todos los poros, incluidos los poros televisivos.
El mapa de Grecia es, en palabras de Javier Reverte, el retrato de una víscera humana despedazada. La parte continental del país es semejante a un corazón que ha estallado, y las islas parecen pedazos de carne diseminados en el mar. La descuartizada geografía de Grecia nos sirve para entender el mapa televisivo, semejante también a un corazón que ha estallado y cuyos pedazos en forma de programas flotan en las pantallas de nuestros televisores. Estanques alrededor de los cuales vivimos las ranas, o trozos de carne que llenan nuestros estómagos televisivos, la televisión es tan griega como el Panathinaikos. Porque el gran Eurípides afirma en “Las suplicantes” que la libertad consiste en que cada cual puede salir a la luz pública o, si le place, callarse. ¿Hay algo mejor acaso para su ciudad? ¿Hay algo mejor para la ciudad televisiva? Podemos criticar a Carlos Baute, desear que se hunda “Sálvame diario” y pronunciar discursos contra Jesús Mariñas, y también podemos callarnos y esquivar estos horrores utilizando el silencio del mando a distancia, e incluso hay ranas dispuestas a pasar un rato en las orillas de los estanques de Baute, Vázquez y Mariñas.
Los griegos amaban el teatro, y los autores clásicos llevaron a la escena todos los asuntos políticos, sociales, filosóficos y cotidianos del momento. Las ranas de hoy seguimos amando el teatro, las charcas, los trozos de carne diseminados por el inmenso mar televisivo. Somos griegos alrededor de un televisor. Por eso es una injusticia poética (no futbolística) que el Panathinaikos no juegue la fase de grupos de la Liga de Campeones. Un equipo ateniense fuera del Olimpo futbolístico. Así es la vida.
El mapa de Grecia es, en palabras de Javier Reverte, el retrato de una víscera humana despedazada. La parte continental del país es semejante a un corazón que ha estallado, y las islas parecen pedazos de carne diseminados en el mar. La descuartizada geografía de Grecia nos sirve para entender el mapa televisivo, semejante también a un corazón que ha estallado y cuyos pedazos en forma de programas flotan en las pantallas de nuestros televisores. Estanques alrededor de los cuales vivimos las ranas, o trozos de carne que llenan nuestros estómagos televisivos, la televisión es tan griega como el Panathinaikos. Porque el gran Eurípides afirma en “Las suplicantes” que la libertad consiste en que cada cual puede salir a la luz pública o, si le place, callarse. ¿Hay algo mejor acaso para su ciudad? ¿Hay algo mejor para la ciudad televisiva? Podemos criticar a Carlos Baute, desear que se hunda “Sálvame diario” y pronunciar discursos contra Jesús Mariñas, y también podemos callarnos y esquivar estos horrores utilizando el silencio del mando a distancia, e incluso hay ranas dispuestas a pasar un rato en las orillas de los estanques de Baute, Vázquez y Mariñas.
Los griegos amaban el teatro, y los autores clásicos llevaron a la escena todos los asuntos políticos, sociales, filosóficos y cotidianos del momento. Las ranas de hoy seguimos amando el teatro, las charcas, los trozos de carne diseminados por el inmenso mar televisivo. Somos griegos alrededor de un televisor. Por eso es una injusticia poética (no futbolística) que el Panathinaikos no juegue la fase de grupos de la Liga de Campeones. Un equipo ateniense fuera del Olimpo futbolístico. Así es la vida.
26/8/09
POETAS SATÍRICOS
En el mes de agosto, los informativos televisivos intentan ser un poquito menos solemnes, y hasta parece que los presentadores dan menos miedo cuando empiezan a hablar de la crisis económica y de los incendios. Eso no quiere decir que programas como “El intermedio” (La Sexta) dejen de ser imprescindibles con el calor y las vacaciones. Es más, todos los informativos deberían ir seguidos de un programa dirigido por un poeta satírico como Wyoming o Buenafuente. En verano, en otoño, en invierno y en primavera.
El emblema del poeta italiano del siglo XVI Pietro Aretino era: “La verdad engendra odio”, y ése debería ser el emblema de todos los informativos. Por desgracia, la verdad es una cuestión tan resbaladiza como la bondad o la belleza, pero los odios que levantan Wyoming y Buenafuente son síntoma de que estos poetas satíricos van más allá de las encaladas verdades de los informativos. Pietro Arentino se hizo rico con sus versos y su ingenio, aunque lo cierto es que ganó más dinero por no escribir sus sátiras que por hacerlo. ¿Qué quiere decir esto? Que la sátira es más peligrosa que la simple exposición de los hechos porque seguramente se acerca más a la verdad, y “veritas odium parit”, es decir, la verdad engendra odio. Dicen que Pietro Aretino murió al caerse de espaldas en un ataque de risa (un rumor tan falso como satírico), y es probable que cuando “El intermedio” o “Buenafuente” pasen a peor vida surjan falsos rumores satíricos a la altura del talento de los poetas televisivos, falsos rumores que mostrarán la verdad de otro modo y que, a su vez, despertarán el odio de muchos seguidores de Wyoming y Buenafuente.
No creo que nuestros poetas satíricos televisivos ganen tanto por decir lo que dicen como por callar lo que querían decir, pero no me molestaría que fuese así porque eso significaría que la sátira sigue siendo tan peligrosa como siempre para los que están detrás (en sentido literal) de las noticias. Espero que ofrezcan a Wyoming y Buenafuente mucho dinero por callarse, que sigan siendo odiados por muchos y que no me rompa la cabeza al caerme de espaldas en un ataque de risa mientras los escucho.
El emblema del poeta italiano del siglo XVI Pietro Aretino era: “La verdad engendra odio”, y ése debería ser el emblema de todos los informativos. Por desgracia, la verdad es una cuestión tan resbaladiza como la bondad o la belleza, pero los odios que levantan Wyoming y Buenafuente son síntoma de que estos poetas satíricos van más allá de las encaladas verdades de los informativos. Pietro Arentino se hizo rico con sus versos y su ingenio, aunque lo cierto es que ganó más dinero por no escribir sus sátiras que por hacerlo. ¿Qué quiere decir esto? Que la sátira es más peligrosa que la simple exposición de los hechos porque seguramente se acerca más a la verdad, y “veritas odium parit”, es decir, la verdad engendra odio. Dicen que Pietro Aretino murió al caerse de espaldas en un ataque de risa (un rumor tan falso como satírico), y es probable que cuando “El intermedio” o “Buenafuente” pasen a peor vida surjan falsos rumores satíricos a la altura del talento de los poetas televisivos, falsos rumores que mostrarán la verdad de otro modo y que, a su vez, despertarán el odio de muchos seguidores de Wyoming y Buenafuente.
No creo que nuestros poetas satíricos televisivos ganen tanto por decir lo que dicen como por callar lo que querían decir, pero no me molestaría que fuese así porque eso significaría que la sátira sigue siendo tan peligrosa como siempre para los que están detrás (en sentido literal) de las noticias. Espero que ofrezcan a Wyoming y Buenafuente mucho dinero por callarse, que sigan siendo odiados por muchos y que no me rompa la cabeza al caerme de espaldas en un ataque de risa mientras los escucho.
25/8/09
CÓMO FINANCIAR A COLÓN
La Liga de fútbol está a punto de empezar, y los futboleros sólo tenemos claro que habrá que rascarse el bolsillo si queremos ver jugar a Ibrahimovic y compañía. Se acabó la barra libre ofrecida por La Sexta en la pasada temporada. Snif. Pero dejemos los lamentos y encaremos el nuevo curso futbolístico-televisivo con optimismo.
¿Es caro el fútbol televisado? Depende. El viaje de Cristóbal Colón en el que se encontró con lo que hoy conocemos como América fue caro, pero es probable que dos o tres banquetes reales costaran a la reina Isabel tanto como financiar la flota que se encontró con un nuevo mundo. Sentarse delante del televisor a ver un partido de fútbol es caro, y nadie nos garantiza que al final del viaje nos esté esperando un nuevo mundo en forma de jugada genial, gol inolvidable o parada imposible; pero también es probable que dos o tres vermús cuesten tanto como un mes de fútbol desde el sofá. ¿Hay que elegir, entonces, entre el fútbol televisado o el vermú? Seamos optimistas. ¿Qué tal ver un partido de fútbol mientras nos tomamos una caña en nuestro bar favorito? O mejor aún. ¿Qué tal tomarnos una caña en nuestro bar favorito mientras vemos un partido de fútbol?
Si no queremos ver el fútbol en los bares, ha llegado el momento de elegir entre viajar en busca de un nuevo mundo en el planeta fútbol o gastarse la pasta en banquetes reales. Si bien los futboleros no somos como el emperador romano Maximino, de quien se decía que comía diariamente dieciséis kilos de carne y bebía treinta y dos litros de vino, es difícil renunciar al placer de los banquetes, aunque sean más banquetes espartanos que isabelinos, para poder embarcarse en una frágil carabela que nos ha de llevar a un nuevo mundo o a un naufragio en medio del océano del cero-cero al final del partido. Seamos optimistas. Los fumadores pueden financiar su viaje futbolero dejando de fumar. Y los no fumadores pueden financiar su viaje futbolero con el placer de no tener que soportar los humos ajenos. Gracias al fútbol, unos ganarán en salud y en el bolsillo, y otros en salud y en buen humor. ¿Qué les parece? Para celebrarlo, vamos a ver un partido de fútbol mientras nos damos un banquete espartano.
24/8/09
BESOS Y CHOCOLATE
Dicen que el general Patton quería asegurar un día despejado para un ataque aéreo en la batalla de las Ardenas, en la II Guerra Mundial, así que ordenó a su capellán que se lo solicitara a Dios. Parece que Dios, siempre tan sordo, le escuchó. Hoy Patton no tendría que recurrir a su capellán para asegurar un día despejado en Irak, por ejemplo, y tampoco tendría que molestar a Dios si quisiera ver una buena película en la tele antes de un ataque aéreo: TCM siempre ofrece buen cine a los generales y a los que, como Woody Allen, en caso de guerra sólo podemos ser prisioneros. TCM no necesita de los capellanes ni, por supuesto, de Dios.
¿Han visto ese anuncio de TCM en el que, mientras suena la hermosa canción “Kiss me” de Avril Lavigne, se suceden famosos besos de cine? Desde Burt Lancaster y Deborah Kerr besándose en la arena en “De aquí a la eternidad” a Clark Gable y Vivian Leigh dejándose (y dejándonos) sin respiración en “Lo que el viento se llevó”, pasando por Charlton Heston besando a su caballo en “Ben-Hur”. Delicioso. El montaje es tan bonito que uno casi olvida que el mundo está lleno de tipos como el general Patton, ataques aéreos, capellanes y dioses sordos para lo que les interesa. El buen cine nos hace mejores personas. Los besos de cine nos hacen mejores personas. Humphrey Bogart y Lauren Bacall nos hacen mejores personas. Dice Manuel Vicent que la bondad no es una virtud muy apreciada por la opinión pública, salvo por algunas abuelas en el chocolate de media tarde. Por una vez, no estoy de acuerdo con Vicent. La bondad es una virtud muy apreciada por las abuelas y por los bípedos implumes de uñas planas en general, lo que ocurre es que la vida a veces se empeña en amargarnos la vida. Pero para eso está el cine de TCM, para recordarnos lo bueno que es besarse.
Besaos los unos a los otros como el cine nos ha enseñado a besar. Sed buenos, si podéis. No olvidéis que tomar un chocolate a media tarde con la abuela es mucho mejor que rezar por un día despejado para poder bombardear mejor. Y, sobre todo, dediquemos las noches de verano a ver el cine que ya teníamos que haber visto. Después, a la cama a dormir... o no. Besos.
¿Han visto ese anuncio de TCM en el que, mientras suena la hermosa canción “Kiss me” de Avril Lavigne, se suceden famosos besos de cine? Desde Burt Lancaster y Deborah Kerr besándose en la arena en “De aquí a la eternidad” a Clark Gable y Vivian Leigh dejándose (y dejándonos) sin respiración en “Lo que el viento se llevó”, pasando por Charlton Heston besando a su caballo en “Ben-Hur”. Delicioso. El montaje es tan bonito que uno casi olvida que el mundo está lleno de tipos como el general Patton, ataques aéreos, capellanes y dioses sordos para lo que les interesa. El buen cine nos hace mejores personas. Los besos de cine nos hacen mejores personas. Humphrey Bogart y Lauren Bacall nos hacen mejores personas. Dice Manuel Vicent que la bondad no es una virtud muy apreciada por la opinión pública, salvo por algunas abuelas en el chocolate de media tarde. Por una vez, no estoy de acuerdo con Vicent. La bondad es una virtud muy apreciada por las abuelas y por los bípedos implumes de uñas planas en general, lo que ocurre es que la vida a veces se empeña en amargarnos la vida. Pero para eso está el cine de TCM, para recordarnos lo bueno que es besarse.
Besaos los unos a los otros como el cine nos ha enseñado a besar. Sed buenos, si podéis. No olvidéis que tomar un chocolate a media tarde con la abuela es mucho mejor que rezar por un día despejado para poder bombardear mejor. Y, sobre todo, dediquemos las noches de verano a ver el cine que ya teníamos que haber visto. Después, a la cama a dormir... o no. Besos.
23/8/09
AJEDREZ DE COTILLEO
El sabio Sissa ben Dahir inventó el ajedrez como remedio contra el aburrimiento que padecía su rey. En agradecimiento, el rey concedió a Sissa cuanto pidiera, y éste se conformó con que le diera un grano de trigo en la primera casilla de un tablero de ajedrez, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en la cuarta y así en las siguientes, doblando siempre el número de granos en cada casilla hasta la última. El rey ordenó que así se hiciera, pero no pudo cumplir su palabra porque el número final de granos de trigo era 18.446.744.073.709.551.615, una cantidad, en la práctica, infinita. Viendo al listo Jorge Javier Vázquez en “Sálvame diario” (Telecinco), con ese espeluznante moreno, esas chaquetas, ese inquietante corte de pelo y su vomitivo discurso de siempre, no queda más remedio que acordarse de Sissa ben Dahir.
Vale, concedamos que el tertuliano rosa al que llamaremos Sissa ben Dahir salvó hace tiempo a una parte de la audiencia del aburrimiento, del hastío, de cierta melancolía producida por una tarde sin siesta. La audiencia, agradecida, le concedió cuanto deseara, y Sissa pidió un tertuliano de cotilleo en un programa, dos en otro, cuatro en el siguiente... Una tontería. El resultado es que no hay forma de librarse de Jorge Javier Vázquez, ni de Karmele Marchante (doblemente horrible), ni de Kiko Hernández (cuatro veces más horrible), ni de Marujita Díaz (ocho veces más)... Y están en “La noria”, y en “DEC”, y en “Vaya par... de tres”, y alimentan “Sé lo que hicisteis”, y Belén Esteban está por todas partes, y cada vez hay más granos de trigo, y pronto formarán una cantidad prácticamente infinita, porque cada vez hay más tertulianos, y toreros, y futbolistas que terminan todas las frases con “¿no?”, y ex novias, y ex novios, y otra vez Jorge Javier Vázquez, siempre tan listo, siempre tan ruin, siempre con esa detestable sonrisa.
Los tertulianos de “Sálvame diario” creen que están en la corte de Leonor de Aquitania o en Camelot, olvidando que no son más que granos de trigo en una casilla de ese tablero de ajedrez que es la parrilla televisiva. No son 18.446.744.073.709.551.615, pero bien sabe Sissa ben Dahir que lo parece.
Vale, concedamos que el tertuliano rosa al que llamaremos Sissa ben Dahir salvó hace tiempo a una parte de la audiencia del aburrimiento, del hastío, de cierta melancolía producida por una tarde sin siesta. La audiencia, agradecida, le concedió cuanto deseara, y Sissa pidió un tertuliano de cotilleo en un programa, dos en otro, cuatro en el siguiente... Una tontería. El resultado es que no hay forma de librarse de Jorge Javier Vázquez, ni de Karmele Marchante (doblemente horrible), ni de Kiko Hernández (cuatro veces más horrible), ni de Marujita Díaz (ocho veces más)... Y están en “La noria”, y en “DEC”, y en “Vaya par... de tres”, y alimentan “Sé lo que hicisteis”, y Belén Esteban está por todas partes, y cada vez hay más granos de trigo, y pronto formarán una cantidad prácticamente infinita, porque cada vez hay más tertulianos, y toreros, y futbolistas que terminan todas las frases con “¿no?”, y ex novias, y ex novios, y otra vez Jorge Javier Vázquez, siempre tan listo, siempre tan ruin, siempre con esa detestable sonrisa.
Los tertulianos de “Sálvame diario” creen que están en la corte de Leonor de Aquitania o en Camelot, olvidando que no son más que granos de trigo en una casilla de ese tablero de ajedrez que es la parrilla televisiva. No son 18.446.744.073.709.551.615, pero bien sabe Sissa ben Dahir que lo parece.
22/8/09
TROMPETAS Y MALETAS
En su absolutamente imprescindible serie de documentales “Jazz” Ken Burns explica cómo este tipo de música se benefició de la proliferación de bares clandestinos que provocó la Ley Seca. “Durante los años 20 en los clubs de Nueva York había tanta música sonando por todas partes que si levantabas en el aire una trompeta ésta empezaba a tocar jazz por sí sola”. Me vino a la cabeza esta cita recientemente cuando comprobé que en el Canal Viajar (Digital+, Imagenio, Telecable) hay documentales de viajes tan hermosos, tanta alegría de viajar, gente tan sabia mostrando lugares tan sabios, que basta con encender la tele en ese canal para que empiece a salir ropa de los cajones, útiles de aseo del cuarto de baño, algún libro de alguna estantería, y ellos solos se organicen dentro de alguna maleta que también escapa sola del armario en cuanto en la tele aparece el logotipo rectangular de la cadena. Las trompetas tocaban solas en el Nueva York de los años 20 y las maletas se hacen solas viendo el Canal Viajar a comienzos del siglo XXI.
Especialmente con la programación que nos están ofreciendo este mes de agosto. Dentro de su campaña “Un año, doce destinos” ya habíamos disfrutado anteriormente de Rusia, Francia y España, pero mis maletas, -al menos las mías-, nunca se armaron tan rápidamente y se pusieron a jadear frenéticamente golpeando la puerta con las asas como hacen con los documentales sobre la India que centran la programación de este mes. Sin menospreciar las aventuras de Sofía Colombo recorriendo Marruecos en autocaravana o la precisa guía de Alfonso González por las principales ciudades de Croacia, la visión múltiple de una India más que múltiple que podemos disfrutar en Canal Viajar, -“Paul Merton en India”, “La India de Sanjeev Bhaskar”, “Una boda en la India”-, es lo más parecido a un auténtico viaje que uno puede realizar sin necesidad de hacer las maletas. No se olviden de llevar una trompeta en el equipaje, para levantarla en el aire si por casualidad encuentran un club de jazz en la ciudad de Gangtok.
Especialmente con la programación que nos están ofreciendo este mes de agosto. Dentro de su campaña “Un año, doce destinos” ya habíamos disfrutado anteriormente de Rusia, Francia y España, pero mis maletas, -al menos las mías-, nunca se armaron tan rápidamente y se pusieron a jadear frenéticamente golpeando la puerta con las asas como hacen con los documentales sobre la India que centran la programación de este mes. Sin menospreciar las aventuras de Sofía Colombo recorriendo Marruecos en autocaravana o la precisa guía de Alfonso González por las principales ciudades de Croacia, la visión múltiple de una India más que múltiple que podemos disfrutar en Canal Viajar, -“Paul Merton en India”, “La India de Sanjeev Bhaskar”, “Una boda en la India”-, es lo más parecido a un auténtico viaje que uno puede realizar sin necesidad de hacer las maletas. No se olviden de llevar una trompeta en el equipaje, para levantarla en el aire si por casualidad encuentran un club de jazz en la ciudad de Gangtok.
21/8/09
LEY DE COSTAS TELEVISIVA
Derrumbamiento y destrucción. Eso es. Todos los programas televisivos veraniegos construidos demasiado cerca del mar deben ser eliminados. Arrasamiento y derribo. Son típicos y llevan toda la vida ahí, pero da igual. Voladura y demolición. Por higiene. Por evitar tan desagradable impacto visual. Por despejar el litoral. Por recuperar el verano y el mar sin construcciones cutres y antiestéticas. Derribamiento y desplome. Derrumbe y devastación.
Todos esos programas que están construidos directamente sobre la playa no hacen más que fastidiarnos el verano dejándonos el salón de casa perdido de arena. Y esos otros que se levantan sobre los paseos marítimos, repletos de gente guapa prefabricada y tópicos, sustituyen la brisa marina por ruido y embotamiento. Todos los años igual, se empeñan en descubrirnos el Mediterráneo. La Ley de Costas Televisiva no deja lugar a dudas: deben desaparecer. También los que parecen más alejados del mar pero que han sido construidos en dominio público marítimo-terrestre, da igual que sean concursos o tertulias de sofá y mesa camilla: esconden, bajo los adoquines, una playa pisoteada y presa.
Hay quienes se oponen a la Ley de Costas Televisiva porque dicen que en estos chiringuitos audiovisuales sirven una sangría con pescaíto frito que están para chuparse los dedos. También alegan que dan trabajo a presentadores y contertulios, sobre todo contertulios, que de otra manera no tendrían forma de ganarse los cuartos. Vale, pues que hagan una moratoria o un plan de inserción audiovisual o lo que sea, pero la normativa debe ser respetada. Todos los programas televisivos veraniegos construidos demasiado cerca del mar deben ser eliminados. Polvo y ceniza. Y después, cuando retiren los escombros, arena, sólo arena frente al mar.
Todos esos programas que están construidos directamente sobre la playa no hacen más que fastidiarnos el verano dejándonos el salón de casa perdido de arena. Y esos otros que se levantan sobre los paseos marítimos, repletos de gente guapa prefabricada y tópicos, sustituyen la brisa marina por ruido y embotamiento. Todos los años igual, se empeñan en descubrirnos el Mediterráneo. La Ley de Costas Televisiva no deja lugar a dudas: deben desaparecer. También los que parecen más alejados del mar pero que han sido construidos en dominio público marítimo-terrestre, da igual que sean concursos o tertulias de sofá y mesa camilla: esconden, bajo los adoquines, una playa pisoteada y presa.
Hay quienes se oponen a la Ley de Costas Televisiva porque dicen que en estos chiringuitos audiovisuales sirven una sangría con pescaíto frito que están para chuparse los dedos. También alegan que dan trabajo a presentadores y contertulios, sobre todo contertulios, que de otra manera no tendrían forma de ganarse los cuartos. Vale, pues que hagan una moratoria o un plan de inserción audiovisual o lo que sea, pero la normativa debe ser respetada. Todos los programas televisivos veraniegos construidos demasiado cerca del mar deben ser eliminados. Polvo y ceniza. Y después, cuando retiren los escombros, arena, sólo arena frente al mar.
20/8/09
DINIO NO ME CONFUNDE
Se lo juro, amables lectores: no he visto “Dinio follando”. Y eso que me gustaría echarle un vistazo, aunque sólo fuera por recordar entre carcajadas la entrevista que Berto realizó al renacentista actor porno cubano en el “Buenafuente ha salido un momento” de 2008 (Berto: “Has terminado una película que se llama ‘Dinio follando’, cuéntanos, Dinio, ¿de qué trata?”). No dejé de verla por motivos éticos, estéticos o de centro progresista, no. Lo que pasó es que en verano uno anda de aquí para allá y descuida el minucioso estudio de la programación. Me enteré de que “Dinio follando” había sido la estrella del porno de Canal+ del pasado sábado un par de días después de que al verdadero amor de Marujita Díaz se le pasara ya la tristeza postcoitum.
Insisto: me hubiera gustado echarle un vistazo a “Dinio follando” aunque sólo hubiera sido por mostrar mi apoyo incondicional a las películas de título clarificador. Desconozco si el filme puede ser considerado el “Ciudadano Kane” del cine de mucosas o el “El acorazado Potemkim” de la endoscopia, pero haber adoptado un título que describe inequívocamente lo que el espectador va a ver ya le hace ganar un hueco en mi microhistoria del cine conceptual. En otras cadenas de la misma plataforma digital se pudieron ver estos días pelis como “Sexo en Nueva York”, -cuyo verdadero título es “Sarah Jessica Parker más pija que nunca”-, “Across the universe”, -que de haber sido una obra de Dinio se llamaría “Destrozando a los Beatles”-, o “El motorista fantasma”, -me hubiera ahorrado una entrada de cine si se hubiera titulado como debía, es decir, “La Marvel cagándola con la inapreciable ayuda de Nicholas Cage”-.
La crisis obliga a replantearse los fundamentos mismos de la sociedad en la que vivimos. El verano, caliente y de vinilo, se desliza suavemente, volviéndolo todo un poco más borroso e indefinido. Y para una vez que Canal+ va y nos ofrece una certeza, voy y me la pierdo. Espero enterarme a tiempo de la emisión de “Dinio sigue follando”.
Insisto: me hubiera gustado echarle un vistazo a “Dinio follando” aunque sólo hubiera sido por mostrar mi apoyo incondicional a las películas de título clarificador. Desconozco si el filme puede ser considerado el “Ciudadano Kane” del cine de mucosas o el “El acorazado Potemkim” de la endoscopia, pero haber adoptado un título que describe inequívocamente lo que el espectador va a ver ya le hace ganar un hueco en mi microhistoria del cine conceptual. En otras cadenas de la misma plataforma digital se pudieron ver estos días pelis como “Sexo en Nueva York”, -cuyo verdadero título es “Sarah Jessica Parker más pija que nunca”-, “Across the universe”, -que de haber sido una obra de Dinio se llamaría “Destrozando a los Beatles”-, o “El motorista fantasma”, -me hubiera ahorrado una entrada de cine si se hubiera titulado como debía, es decir, “La Marvel cagándola con la inapreciable ayuda de Nicholas Cage”-.
La crisis obliga a replantearse los fundamentos mismos de la sociedad en la que vivimos. El verano, caliente y de vinilo, se desliza suavemente, volviéndolo todo un poco más borroso e indefinido. Y para una vez que Canal+ va y nos ofrece una certeza, voy y me la pierdo. Espero enterarme a tiempo de la emisión de “Dinio sigue follando”.
19/8/09
ZOZOBRAS COMPLETAS
Qué ingenuidad. Antes uno podía reírse oyendo a Javier Krahe cantar “Zozobras completas”. Ya no. Nos fastidió el jolgorio Wallace Souza, un presentador brasileño que encargaba asesinatos para ser el primero en informar del crimen a la audiencia en su programa. Qué tío.
“Zozobras completas” es una canción divertida porque cuenta la imperiosa necesidad que tiene su autor de ligar para poder seguir escribiendo esas canciones falsamente autobiográficas que tanto nos gustan (“Sigo mi vocación / cuando en cada canción muestro mis entretelas, / mi manera de amar / casi ya es popular, / y me gano un lugar y me saco unas pelas. / Y si paso a través / de un insípido mes sin echarme una novia, / sin vivir la ocasión / de rimar mi pasión, / mala es mi situación y me alarma y me agobia. / Sin un nuevo desliz, / infeliz o feliz, ay de mi repertorio, / ¿qué podré componer / que me cause placer / y me dé de comer, y vosotros jolgorio?”). Eso no es nada comparado con lo que, según la policía, hacía Souza. Para ganarse el favor del público aplicaba aquello de “dar a los espectadores lo que quieren” al pie de la letra. Y si quieren primicias, las tendrán. Y si tienen que ser sucesos truculentos, lo serán. Y si prefieren asesinatos, que sean asesinatos. El telespectador al poder. Y ya que ese tren que lleva al telespectador al poder necesita un conductor, Souza se erige en su caudillo.
¿Se demostrará que realmente Souza ordenaba los crímenes para abastecer de noticias truculentas el lado oscuro de la televisión? Eso ya da igual. Sea verdad o no que el pastor Eróstrato quemó el templo de Artemisa en Éfeso para ser famoso, lo cierto es que su nombre pasó a la historia. Y haya cometido o no Souza los crímenes, el hecho es que el lado oscuro de la televisión está de enhorabuena porque este verano nos ha contado la mejor de las historias.
“Zozobras completas” es una canción divertida porque cuenta la imperiosa necesidad que tiene su autor de ligar para poder seguir escribiendo esas canciones falsamente autobiográficas que tanto nos gustan (“Sigo mi vocación / cuando en cada canción muestro mis entretelas, / mi manera de amar / casi ya es popular, / y me gano un lugar y me saco unas pelas. / Y si paso a través / de un insípido mes sin echarme una novia, / sin vivir la ocasión / de rimar mi pasión, / mala es mi situación y me alarma y me agobia. / Sin un nuevo desliz, / infeliz o feliz, ay de mi repertorio, / ¿qué podré componer / que me cause placer / y me dé de comer, y vosotros jolgorio?”). Eso no es nada comparado con lo que, según la policía, hacía Souza. Para ganarse el favor del público aplicaba aquello de “dar a los espectadores lo que quieren” al pie de la letra. Y si quieren primicias, las tendrán. Y si tienen que ser sucesos truculentos, lo serán. Y si prefieren asesinatos, que sean asesinatos. El telespectador al poder. Y ya que ese tren que lleva al telespectador al poder necesita un conductor, Souza se erige en su caudillo.
¿Se demostrará que realmente Souza ordenaba los crímenes para abastecer de noticias truculentas el lado oscuro de la televisión? Eso ya da igual. Sea verdad o no que el pastor Eróstrato quemó el templo de Artemisa en Éfeso para ser famoso, lo cierto es que su nombre pasó a la historia. Y haya cometido o no Souza los crímenes, el hecho es que el lado oscuro de la televisión está de enhorabuena porque este verano nos ha contado la mejor de las historias.
18/8/09
A POR ELLA, MARINEROS
El mejor columnista de España, Manuel Vicent, lo contaba en un texto magnífico que sirvió como base para “El mar y las olas”, una de sus recopilaciones de artículos. Los marineros lo saben: en caso de gran tormenta el barco no tiene posibilidades de éxito si se enfrenta al mar inmenso, pero seguramente podrá sobrevivir y volver al puerto sano y salvo si decide enfrentarse a las olas. Si el capitán de la minúscula nave se ve midiéndose contra una masa infinita y salvaje de agua enfurecida, dentro de la que él tan sólo es un punto imperceptible, tiene la derrota asegurada. Pero si decide dividir el todo en partes y luchar contra esta ola concreta, ésta, la que ahora ataca el barco, y, una vez superada la ola, intentar domar la siguiente, ésa en particular, la que viene a continuación, y, una vez vencida, encarar aquélla... entonces es posible terminar ganando el encuentro y volver a encontrarse en aguas calmadas que nos permitan recuperar la visión del mar como una unidad.
Durante la tormenta hay que luchar contra las olas y no contra el mar. La telebasura azota la programación permanentemente con furia, vientos huracanados y rayos traidores. Es invencible si la observamos como un todo: Cantizano, Jordi González, Emma García, Jorge Javier Vázquez, fundidos en una masa compacta que nos rodea por todas partes y terminará hundiéndonos. Pero a lo mejor acabamos venciendo la lucha final si decidimos enfrentarnos, una a una, a cada ola. Podemos no ver hoy “Vaya par”. Es una meta realista que alcanzaremos si sujetamos fuerte el timón y soportamos la embestida de Mariñas y la otra. Sólo eso: no sintonicemos hoy Antena 3 durante la sobremesa. O, si incluso eso es difícil, podemos negarnos a participar en la encuesta sobre la mejor tableta de chocolate, o el torero más sexy, o la famosa más ligera. La telebasura es el mar, de acuerdo, pero Patiño y el otro no forman más que una mierdilla flotando en una ola que, vista en solitario, no supone ningún peligro para nuestro barco. A por ella, marineros.
Durante la tormenta hay que luchar contra las olas y no contra el mar. La telebasura azota la programación permanentemente con furia, vientos huracanados y rayos traidores. Es invencible si la observamos como un todo: Cantizano, Jordi González, Emma García, Jorge Javier Vázquez, fundidos en una masa compacta que nos rodea por todas partes y terminará hundiéndonos. Pero a lo mejor acabamos venciendo la lucha final si decidimos enfrentarnos, una a una, a cada ola. Podemos no ver hoy “Vaya par”. Es una meta realista que alcanzaremos si sujetamos fuerte el timón y soportamos la embestida de Mariñas y la otra. Sólo eso: no sintonicemos hoy Antena 3 durante la sobremesa. O, si incluso eso es difícil, podemos negarnos a participar en la encuesta sobre la mejor tableta de chocolate, o el torero más sexy, o la famosa más ligera. La telebasura es el mar, de acuerdo, pero Patiño y el otro no forman más que una mierdilla flotando en una ola que, vista en solitario, no supone ningún peligro para nuestro barco. A por ella, marineros.
17/8/09
CÓMO CREER EN DIOS
El químico francés Louis Pasteur afirmaba que un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia acerca de nuevo a Dios. Si hablamos de la divinidad televisiva, podríamos decir que un poco de tele nos aleja de Dios, pero mucha tele nos acerca de nuevo a él. Los que dedican muy poco tiempo a ver la tele suelen terminar en el ateísmo televisivo, mientras que los que pasamos muchas horas navegando por ese mundo de series, películas, telediarios, concursos, documentales, tertulias y anuncios nos acercamos tanto a Dios que sentimos su presencia en los guiones de “Cómo conocí a vuestra madre” o en los documentales de “La noche temática”. ¿También en la sangre derramada en “La noria” o en películas como “En un lugar de La Manga”? Pues sí, porque los teleadictos somos politeístas.
Los ateos televisivos lo son porque ven poca tele y, cuando lo hacen, esperan encontrar inmediatamente una supernova. Y eso que buscar supernovas en la tele es mucho más fácil que hacerlo en el espacio. Los astrónomos dicen que una supernova se produce cuando una estrella gigante se colapsa, liberando en un instante la energía de cien mil soles, pero buscar supernovas es, en palabras de Bill Bryson (el autor de “Una breve historia de casi todo”) como situarse en el Empire State con un telescopio y escudriñar las ventanas de Manhattan con la esperanza de localizar a alguien encendiendo veintitrés velas en una tarta de cumpleaños. El tamaño del mundo televisivo es mucho menor que el del universo, aunque bastante mayor que Manhattan. Es lógico que un ateo televisivo vea confirmado su ateísmo si se limita a escudriñar la parrilla televisiva de vez en cuando y ni siquiera con un telescopio, sino con un microscopio de juguete. Así, es imposible que los dioses televisivos se manifiesten.
De todas formas, para aquellos ateos que se quejan de que en la tele nunca hay nada que ver y que son incapaces de reconocer una supernova cuando la tienen delante de sus narices, Bryson les da un consejo: sintonizar el televisor en cualquier canal que el aparato no capte. Como aproximadamente el uno por ciento de los ruidos estáticos danzantes son viejos residuos de la Gran Explosión, estará echando un vistazo al nacimiento del universo. ¿No es suficiente como para creer en Dios?
Los ateos televisivos lo son porque ven poca tele y, cuando lo hacen, esperan encontrar inmediatamente una supernova. Y eso que buscar supernovas en la tele es mucho más fácil que hacerlo en el espacio. Los astrónomos dicen que una supernova se produce cuando una estrella gigante se colapsa, liberando en un instante la energía de cien mil soles, pero buscar supernovas es, en palabras de Bill Bryson (el autor de “Una breve historia de casi todo”) como situarse en el Empire State con un telescopio y escudriñar las ventanas de Manhattan con la esperanza de localizar a alguien encendiendo veintitrés velas en una tarta de cumpleaños. El tamaño del mundo televisivo es mucho menor que el del universo, aunque bastante mayor que Manhattan. Es lógico que un ateo televisivo vea confirmado su ateísmo si se limita a escudriñar la parrilla televisiva de vez en cuando y ni siquiera con un telescopio, sino con un microscopio de juguete. Así, es imposible que los dioses televisivos se manifiesten.
De todas formas, para aquellos ateos que se quejan de que en la tele nunca hay nada que ver y que son incapaces de reconocer una supernova cuando la tienen delante de sus narices, Bryson les da un consejo: sintonizar el televisor en cualquier canal que el aparato no capte. Como aproximadamente el uno por ciento de los ruidos estáticos danzantes son viejos residuos de la Gran Explosión, estará echando un vistazo al nacimiento del universo. ¿No es suficiente como para creer en Dios?
16/8/09
EL INIESTA DEL CINE
Si Tinto Brass, el director del demencial porno-peplum “Calígula”, fue apodado “el Benvenutto Cellini del culo”, me pregunto qué apodo habría que darle al gran Clint Eastwood. Después de ver (o volver a ver) “Los puentes de Madison” (TVE), el problema no es elegir la primera parte del mote, sino la segunda. Cellini estaría bien, y también Leonardo da Vinci, o Rafael, o Botticelli. Pero… ¿Clint Eastwood es el Cellini del corazón? ¿El Leonardo de la mirada? ¿El Rafael del pulso? ¿El Botticelli del sistema digestivo? “Los puentes de Madison” es un delicado tratado de cardiología, un estudio de la mirada (eso que está detrás de la vista), un curso de pulso narrativo, una invitación a ver en una película una historia que necesita ser digerida. Con todos mis respetos para el culo, Eastwood es algo más.
Clint Eastwood es el Cellini de la simplicidad. Y expresar las cosas con simplicidad es lo más difícil de lograr. Si “Los puentes de Madison” es un elogio de la simplicidad y de la pureza, entonces también es lo contrario de la abstracción porque, como dice el cineasta japonés Takeshi Kitano, en cine simplicidad y abstracción son términos opuestos. Creo que “Calígula”, con sus concretos excesos, minuciosas orgías, detalladas perversiones y precisas locuras es una película abstracta precisamente porque no tiene nada de simple ni de pura. “Los puentes de Madison” es una película tan pura que necesita de la complicidad del corazón, de la mirada, del pulso y del estómago. Tinto Brass es excesivo y abstracto como una bicicleta de Cristiano Ronaldo, pero Clint Eastwood es simple y puro como un pase de Iniesta.
He cambiado de idea. Ahora creo que Clint Eastwood es el Iniesta del cine. Ya está. Es un apodo simple como la belleza de los puentes de Madison, ligero como el peso del amor, puro como el baile de Clint Eastwood y Meryl Streep, y simple, ligero y puro como el juego de Iniesta. Ya sé que un apodo que no incluye la palabra “culo” pierde audiencia, y que Iniesta vende menos camisetas que Ronaldo, pero así es el cine. Es decir, la vida.
Clint Eastwood es el Cellini de la simplicidad. Y expresar las cosas con simplicidad es lo más difícil de lograr. Si “Los puentes de Madison” es un elogio de la simplicidad y de la pureza, entonces también es lo contrario de la abstracción porque, como dice el cineasta japonés Takeshi Kitano, en cine simplicidad y abstracción son términos opuestos. Creo que “Calígula”, con sus concretos excesos, minuciosas orgías, detalladas perversiones y precisas locuras es una película abstracta precisamente porque no tiene nada de simple ni de pura. “Los puentes de Madison” es una película tan pura que necesita de la complicidad del corazón, de la mirada, del pulso y del estómago. Tinto Brass es excesivo y abstracto como una bicicleta de Cristiano Ronaldo, pero Clint Eastwood es simple y puro como un pase de Iniesta.
He cambiado de idea. Ahora creo que Clint Eastwood es el Iniesta del cine. Ya está. Es un apodo simple como la belleza de los puentes de Madison, ligero como el peso del amor, puro como el baile de Clint Eastwood y Meryl Streep, y simple, ligero y puro como el juego de Iniesta. Ya sé que un apodo que no incluye la palabra “culo” pierde audiencia, y que Iniesta vende menos camisetas que Ronaldo, pero así es el cine. Es decir, la vida.
15/8/09
AGUA PARA LA TUMBA
Reconozco que las nuevas aventuras de “El coche fantástico” me hacen gracia, y creo que TVE ha acertado programándolas en el mes de agosto. El verano es ideal para una serie correctita, sin muchas pretensiones y consciente de ser hija de quien es. Y es que sólo en verano podemos escuchar a Kitt decir eso de “modo ataque sigiloso” sin que nos entre un ataque de vergüenza ajena.
La puesta al día de “El coche fantástico” ha consistido en un sencillo lavado con agua que se ha llevado por delante los excesos horteras tanto de David Hasselhoff como de su Pontiac Firebird Transam, aunque conozco fanáticos de la serie (hay gente para todo) que abominan de este lavado de cara y pretenden el regreso a la ortodoxia hasselhoffiana. Pero el lugar de la ortodoxia hortera de Hasselhoff está en los canales temáticos, no en una televisión generalista pública. Lo diremos de otra forma. Algunos turistas que visitan tumbas egipcias tiran agua de sus botellines sobre las pinturas y jeroglíficos que hay en las paredes para que en sus fotografías luzcan mejor los colores, un acto tan bárbaro como escribir “yo estuve aquí” en una columna del Partenón o pegar un chicle en plena cara de la Mona Lisa. Pero lo que es un crimen en una tumba egipcia puede ser una buena acción en una serie televisiva. Tirar agua en las pinturas y jeroglíficos que adornan la tumba de “El coche fantástico” hace que sus colores luzcan mejor para el espectador actual. Los ortodoxos hasselhoffianos no entienden que emitir hoy la serie original en TVE sería como entrar en una tumba televisiva y encontrarse con pinturas desconchadas, jeroglíficos descoloridos y la momia de David Hasselhoff.
“El coche fantástico” ha pasado por el túnel de lavado y tiene buen color, al menos dentro de lo que cabe y en el mes de agosto. Los que quieran visitar la tumba de la serie original y admirar la pintura desconchada de Kitt y los jeroglíficos descoloridos de aquellos guiones alucinados, pueden entrar en Sci-Fi. Allí les espera la momia de Hasselhoff con todos sus accesorios, incluidos los pantalones ajustados y las gafas de sol.
La puesta al día de “El coche fantástico” ha consistido en un sencillo lavado con agua que se ha llevado por delante los excesos horteras tanto de David Hasselhoff como de su Pontiac Firebird Transam, aunque conozco fanáticos de la serie (hay gente para todo) que abominan de este lavado de cara y pretenden el regreso a la ortodoxia hasselhoffiana. Pero el lugar de la ortodoxia hortera de Hasselhoff está en los canales temáticos, no en una televisión generalista pública. Lo diremos de otra forma. Algunos turistas que visitan tumbas egipcias tiran agua de sus botellines sobre las pinturas y jeroglíficos que hay en las paredes para que en sus fotografías luzcan mejor los colores, un acto tan bárbaro como escribir “yo estuve aquí” en una columna del Partenón o pegar un chicle en plena cara de la Mona Lisa. Pero lo que es un crimen en una tumba egipcia puede ser una buena acción en una serie televisiva. Tirar agua en las pinturas y jeroglíficos que adornan la tumba de “El coche fantástico” hace que sus colores luzcan mejor para el espectador actual. Los ortodoxos hasselhoffianos no entienden que emitir hoy la serie original en TVE sería como entrar en una tumba televisiva y encontrarse con pinturas desconchadas, jeroglíficos descoloridos y la momia de David Hasselhoff.
“El coche fantástico” ha pasado por el túnel de lavado y tiene buen color, al menos dentro de lo que cabe y en el mes de agosto. Los que quieran visitar la tumba de la serie original y admirar la pintura desconchada de Kitt y los jeroglíficos descoloridos de aquellos guiones alucinados, pueden entrar en Sci-Fi. Allí les espera la momia de Hasselhoff con todos sus accesorios, incluidos los pantalones ajustados y las gafas de sol.
14/8/09
¡QUÉ GRANDE ES EL FÚTBOL!
Tuve la suerte de ver el partido Macedonia-España (miércoles, TVE) en compañía de dos niños preguntones (perdón por la redundancia), así que utilicé el fútbol como excusa para todo menos el fútbol. Los cinco goles del partido fueron la guinda de la noche, pero el pastel era otro.
¿Qué es Macedonia? Ésa fue la primera pregunta de los niños. Macedonia es un país, pero también un delicioso revoltijo de frutas, es “El club de la comedia” de los postres, la alianza de civilizaciones fruteras, los Estados Unidos del sabor. ¿Un país con nombre de postre? Los niños prometieron probar la macedonia al día siguiente (e insistieron en hacerla ellos mismos) para saber lo que se siente al tragar un país. También sintieron curiosidad por los monólogos de “El club de la comedia”, entendieron qué es la “alianza de civilizaciones” y qué significa “Estados Unidos”. Además, como la capital de Macedonia se llama Skopje y el nombre les hizo gracia, aproveché para hablarles de Mogadiscio, de Lima, de Teherán. La geografía había ganado dos nuevos fans. Y la aventura de viajar otros dos, porque los niños juraron visitar todos esos lugares con nombres maravillosos justo después de comerse a Macedonia. Era el momento de hablarles de la virtud de la paciencia y de lo mucho que hay que estudiar y leer para aprovechar mejor los viajes.
El estadio en el que jugaron Macedonia y España se llama “Filipo II”. La pregunta era inevitable. ¿Quién era Filipo II? Filipo II, queridos niños, era el padre de Alejandro Magno. ¿Y quién fue Alejandro Magno? ¿Un rey? Sí, un rey, un conquistador, un héroe y un dios. ¿Un dios? Bueno, un oráculo (¿qué es un oráculo?) muy famoso declaró que Alejandro era en verdad hijo de Zeus-Amón. ¿Quiénes eran esos dos? Era el momento de hablarles de Grecia y de Egipto. De héroes como Aquiles, el favorito de Alejandro, que prefirió una vida breve y gloriosa antes que una larga y oscura (no hagáis mucho caso a Aquiles, niños). De cómo Zeus en forma de serpiente engendró en la reina Olimpia a Alejandro que, como Hércules, era hijo de un dios. Entonces, ¿por qué el estadio de Skopje no se llama “Zeus”? ¡Ah! ¡Qué grande es fútbol!
13/8/09
EL DONCEL DE RUMANÍA
Valerio Lazarov, como Juana de Arco, fue definido en vida como visionario, místico, demente, líder guerrero, idólatra, liberador y brujo; y, como Juana de Arco, tras su muerte se ha convertido en un santo. Santo Valerio Lazarov, profeta del “zoom”, protector de las mamachichos, patrón de Telecinco, apóstol de “Hotel Royal Manzanares”. Pero, sobre todo, Lazarov fue un hereje venido del frío de Rumanía.
“Oportet haereses esse”, decían los antiguos Padres de la Iglesia: “Es beneficioso que haya herejes”. Sin herejes, sin malditos, sin demonios, sin tipos que te marean a golpe de “zoom” o ideólogos de la “Teleteta”, ¿qué sentido tienen los redentores, los críticos salvadores de las almas de los espectadores, los defensores de la fe? A diferencia de Juana de Arco, Lazarov no prometió conservar su virginidad tanto tiempo como placiera a Dios; pero, a semejanza de la doncella de Orleáns, el hereje rumano oía voces, hizo a Telecinco intrépida y a TVE temerosa y levantó el cerco a la Orleáns audiovisual en los primeros tiempos de la televisión privada. No es la primera vez que un hereje, un brujo, un visionario que escucha las voces de los ángeles san Miguel y san Gabriel y las santas Catalina y Margarita primero es quemado en la hoguera y luego elevado a los altares. Y no será el último.
Lazarov fue hereje y también imprenta, es decir, pionero en el arte de producir programas televisivos de manera artificial, que permitía obtener muchas copias a partir de un original. Los métodos de Lazarov elevaron la tirada media de sus productos, y puso en circulación muchos programas cuyas copias se obtenían en poco tiempo. Además, como pasó con la imprenta, a más ejemplares y menos tiempo para fabricarlos, menor precio. Lazarov, visionario audiovisual, místico de la Nochevieja, demente de la cámara, líder guerrero para ganar la batalla de la audiencia, idólatra de la teta, liberador de la imprenta catódica, brujo capaz de convertir el hostal de Lina Morgan en un hogar. San Lazarov, el doncel de Rumanía, ha dejado ya de escuchar voces en su cabeza, pero nuestras cabezas siguen dando vueltas por culpa del ballet “zoom”.
“Oportet haereses esse”, decían los antiguos Padres de la Iglesia: “Es beneficioso que haya herejes”. Sin herejes, sin malditos, sin demonios, sin tipos que te marean a golpe de “zoom” o ideólogos de la “Teleteta”, ¿qué sentido tienen los redentores, los críticos salvadores de las almas de los espectadores, los defensores de la fe? A diferencia de Juana de Arco, Lazarov no prometió conservar su virginidad tanto tiempo como placiera a Dios; pero, a semejanza de la doncella de Orleáns, el hereje rumano oía voces, hizo a Telecinco intrépida y a TVE temerosa y levantó el cerco a la Orleáns audiovisual en los primeros tiempos de la televisión privada. No es la primera vez que un hereje, un brujo, un visionario que escucha las voces de los ángeles san Miguel y san Gabriel y las santas Catalina y Margarita primero es quemado en la hoguera y luego elevado a los altares. Y no será el último.
Lazarov fue hereje y también imprenta, es decir, pionero en el arte de producir programas televisivos de manera artificial, que permitía obtener muchas copias a partir de un original. Los métodos de Lazarov elevaron la tirada media de sus productos, y puso en circulación muchos programas cuyas copias se obtenían en poco tiempo. Además, como pasó con la imprenta, a más ejemplares y menos tiempo para fabricarlos, menor precio. Lazarov, visionario audiovisual, místico de la Nochevieja, demente de la cámara, líder guerrero para ganar la batalla de la audiencia, idólatra de la teta, liberador de la imprenta catódica, brujo capaz de convertir el hostal de Lina Morgan en un hogar. San Lazarov, el doncel de Rumanía, ha dejado ya de escuchar voces en su cabeza, pero nuestras cabezas siguen dando vueltas por culpa del ballet “zoom”.
12/8/09
POBRES MARCIANOS
En la “Noticias” de Cuatro, un jefe talibán explicaba, mientras sostenía su fusil, que Afganistán es un país ocupado por tropas extranjeras y que todos los invasores morirán, incluidos los soldados españoles. Mientras el talibán hablaba, Cuatro mostró imágenes de un muchacho con el cuerpo cubierto de explosivos preparado para morir cuando recibiera la orden. Cuatro es también la cadena que está reponiendo la descacharrante serie “Cosas de marcianos”. Lo de Afganistán no es descacharrante, pero sí es cosa de marcianos.
No sé si alguien entenderá algo de lo que pasa en Afganistán. Yo no entiendo ni a los talibanes ni a las tropas extranjeras. Lo único que entiendo, y sólo porque he leído “Sangre y rabia”, un demoledor ensayo de Michael Burleigh sobre lo que él llama la “anatomía cultural del terrorismo”, es por qué un joven es capaz de atarse a unos kilos de explosivos y suicidarse llevándose por delante a unos cuantos que pasaban por allí. Burleigh dice que, en lugares deprimidos como Afganistán, Gaza o Irak, el reconocimiento social y las ayudas y regalos que reciben las familias de un terrorista suicida pueden hacer que matarse sea una opción profesional atractiva, y una forma de promoción social para toda la familia o el clan. Sí, entiendo esta anatomía del terrorismo, pero me sigue pareciendo marciana. En realidad, todo lo que veo y escucho sobre Afganistán me parece marciano. Me gustaría preguntar al jefe talibán que en qué estaba pensando mientras miraba a la cámara en silencio, pero mucho me temo que, como le respondió Tony Soprano en una ocasión a su psicóloga, me diría que estaba pensando en que le gustaría coger un ladrillo y convertir mi cara en una puta hamburguesa.
El pasado lunes vimos de nuevo en La Sexta la entrevista de El Follonero a Otegi. Me dio la impresión de que Otegi se pasó todo el rato pensando en que le gustaría coger un ladrillo y convertir la cara del Follonero en una puta hamburguesa. Creo que Otegi y el jefe talibán sólo piensan en ladrillos y en hamburguesas mientras hablan de otra cosa, y así es imposible entenderse sin ser marciano. Aunque, pensándolo bien, no estoy siendo justo. Pobres marcianos.
No sé si alguien entenderá algo de lo que pasa en Afganistán. Yo no entiendo ni a los talibanes ni a las tropas extranjeras. Lo único que entiendo, y sólo porque he leído “Sangre y rabia”, un demoledor ensayo de Michael Burleigh sobre lo que él llama la “anatomía cultural del terrorismo”, es por qué un joven es capaz de atarse a unos kilos de explosivos y suicidarse llevándose por delante a unos cuantos que pasaban por allí. Burleigh dice que, en lugares deprimidos como Afganistán, Gaza o Irak, el reconocimiento social y las ayudas y regalos que reciben las familias de un terrorista suicida pueden hacer que matarse sea una opción profesional atractiva, y una forma de promoción social para toda la familia o el clan. Sí, entiendo esta anatomía del terrorismo, pero me sigue pareciendo marciana. En realidad, todo lo que veo y escucho sobre Afganistán me parece marciano. Me gustaría preguntar al jefe talibán que en qué estaba pensando mientras miraba a la cámara en silencio, pero mucho me temo que, como le respondió Tony Soprano en una ocasión a su psicóloga, me diría que estaba pensando en que le gustaría coger un ladrillo y convertir mi cara en una puta hamburguesa.
El pasado lunes vimos de nuevo en La Sexta la entrevista de El Follonero a Otegi. Me dio la impresión de que Otegi se pasó todo el rato pensando en que le gustaría coger un ladrillo y convertir la cara del Follonero en una puta hamburguesa. Creo que Otegi y el jefe talibán sólo piensan en ladrillos y en hamburguesas mientras hablan de otra cosa, y así es imposible entenderse sin ser marciano. Aunque, pensándolo bien, no estoy siendo justo. Pobres marcianos.
11/8/09
INDIANA CADA DÍA CANTA MEJOR
Canal+ emitió el domingo, con honores de estreno, la inmortal película “En busca del Arca perdida”. Dicen que Carlos Gardel cada día canta mejor, a pesar de que el padre del tango murió en 1935. También Indiana Jones busca tesoros perdidos cada día mejor, a pesar de que Spielberg rodó su aventura en busca del Arca perdida en 1981. Gardel decía que sus únicos amores fueron su madre, el tango y las carreras de caballos. Indiana Jones es un “conseguidor de antigüedades raras” que ama los látigos, los sombreros Fedora de ala ancha y las chaquetas de cuero. Pero, sobre todo, Gardel e Indiana son mitos y, por lo tanto, eternos.
El poeta, periodista y crítico de cine Edmundo Eichelbaum afirmaba que Gardel en realidad no existió, sino que fue un invento suyo y de unos amigos una tarde de domingo en que estaban tristes. Indiana tampoco existió, sino que fue un invento de Steven Spielberg, George Lucas y Lawrence Kasdan tras seis meses de trabajo e intercambio de ideas. Da igual si la tristeza de un domingo y el duro trabajo de escribir un guión están en el origen del mito de Gardel y de Indiana o no, porque lo importante son las canciones de Gardel y las películas de Indiana. Y Gardel cada día canta mejor y a Indiana cada día le sienta mejor el sombrero.
Como buenos mitos, Gardel e Indiana beben de la tradición. Dice el famoso aforismo de Eugenio D´Ors, escrito en friso de uno de los muros del Casón del Buen Retiro en Madrid, que “todo lo que no es tradición es plagio”. Puede que la estética de Indiana Jones tenga su origen en la película “El tesoro de los incas”, protagonizada por Harry Steele (Charlton Heston), un aventurero que viste cazadora de cuero y un sombrero Fedora marrón oscuro y que busca un tesoro en el Machu Pichu, pero el verdadero origen de Indiana Jones está en la tradición del cine de aventuras. Rick O´Connell (Brendan Fraser), el encantador protagonista de “La Momia”, es un personaje en la tradición de Harry Steele y de Indiana Jones, porque de lo contrario sólo sería un plagio. Tradición, mito, triste tarde de domingo y largas tardes de escritura. Gardel cada día canta mejor e Indiana Jones cada día encuentra mejor el Arca perdida.
El poeta, periodista y crítico de cine Edmundo Eichelbaum afirmaba que Gardel en realidad no existió, sino que fue un invento suyo y de unos amigos una tarde de domingo en que estaban tristes. Indiana tampoco existió, sino que fue un invento de Steven Spielberg, George Lucas y Lawrence Kasdan tras seis meses de trabajo e intercambio de ideas. Da igual si la tristeza de un domingo y el duro trabajo de escribir un guión están en el origen del mito de Gardel y de Indiana o no, porque lo importante son las canciones de Gardel y las películas de Indiana. Y Gardel cada día canta mejor y a Indiana cada día le sienta mejor el sombrero.
Como buenos mitos, Gardel e Indiana beben de la tradición. Dice el famoso aforismo de Eugenio D´Ors, escrito en friso de uno de los muros del Casón del Buen Retiro en Madrid, que “todo lo que no es tradición es plagio”. Puede que la estética de Indiana Jones tenga su origen en la película “El tesoro de los incas”, protagonizada por Harry Steele (Charlton Heston), un aventurero que viste cazadora de cuero y un sombrero Fedora marrón oscuro y que busca un tesoro en el Machu Pichu, pero el verdadero origen de Indiana Jones está en la tradición del cine de aventuras. Rick O´Connell (Brendan Fraser), el encantador protagonista de “La Momia”, es un personaje en la tradición de Harry Steele y de Indiana Jones, porque de lo contrario sólo sería un plagio. Tradición, mito, triste tarde de domingo y largas tardes de escritura. Gardel cada día canta mejor e Indiana Jones cada día encuentra mejor el Arca perdida.
10/8/09
SEIS TRAGOS
Se puede hacer una historia del mundo en seis tragos y relacionar seis bebidas con una época histórica. Y se puede hacer una historia de la televisión del pasado sábado en seis tragos y relacionar seis bebidas con un programa. Lo primero ya lo hizo Tom Standage en su divertidísimo ensayo “La historia del mundo en seis tragos”, y lo segundo vamos a hacerlo aquí para su diversión.
Según Tandage, podemos vincular Mesopotamia y el Antiguo Egipto con la cerveza, el vino con la antigua Grecia y Roma, los licores con el colonialismo y el nacimiento de los Estados Unidos, el café con la Ilustración, el té con el Imperio británico y la Coca-Cola con el imperialismo estadounidense en el siglo XX. Del mismo modo, podemos vincular la cerveza con “Cine de barrio” de TVE (Carmen Sevilla y Manolo Escobar son auténticas antigüedades egipcias), el vino con “Los Simpson” de Antena 3 (Homer, claro, es el nuevo Homero), los licores con los partidos de fútbol de pretemporada de La Sexta (colonizadores de todas las franjas horarias, incluida la madrugada), el té con “La noria” de Telecinco (el imperio cardíaco de la basura) y la Coca-Cola con el cine (desde “Gigante” a “High School Musical 2”). Pero quizás lo más interesante sea explicar lo que supuso –y supone- el paso de la cerveza al té.
A los trabajadores de las pirámides se les proporcionaba cerveza, y a los trabajadores de las factorías inglesas del siglo XIX se les concedían pausas para tomar el té. La cerveza, como dice Standage, era una variedad segura de nutrición líquida que aportaba vitamina B y, al utilizar agua hervida, no estaba contaminada por microbios. La cerveza fue durante siglos la bebida de los trabajadores hasta que los industriales ingleses del XIX incentivaron el consumo del té, que mantenía despiertos a los obreros durante los largos y tediosos turnos. La cerveza es el acompañamiento ideal de las viejas y anticuadas pirámides que “Cine de barrio” construye todos los sábados por la tarde, pero el té es imprescindible para aguantar despiertos en los largos y tediosos turnos en los que Jordi González y compañía despellejan la nada. Por cierto, ¿saben cuál será la bebida del futuro? El agua. ¿Se fabricarán los televisores del futuro con un grifo incorporado?
Según Tandage, podemos vincular Mesopotamia y el Antiguo Egipto con la cerveza, el vino con la antigua Grecia y Roma, los licores con el colonialismo y el nacimiento de los Estados Unidos, el café con la Ilustración, el té con el Imperio británico y la Coca-Cola con el imperialismo estadounidense en el siglo XX. Del mismo modo, podemos vincular la cerveza con “Cine de barrio” de TVE (Carmen Sevilla y Manolo Escobar son auténticas antigüedades egipcias), el vino con “Los Simpson” de Antena 3 (Homer, claro, es el nuevo Homero), los licores con los partidos de fútbol de pretemporada de La Sexta (colonizadores de todas las franjas horarias, incluida la madrugada), el té con “La noria” de Telecinco (el imperio cardíaco de la basura) y la Coca-Cola con el cine (desde “Gigante” a “High School Musical 2”). Pero quizás lo más interesante sea explicar lo que supuso –y supone- el paso de la cerveza al té.
A los trabajadores de las pirámides se les proporcionaba cerveza, y a los trabajadores de las factorías inglesas del siglo XIX se les concedían pausas para tomar el té. La cerveza, como dice Standage, era una variedad segura de nutrición líquida que aportaba vitamina B y, al utilizar agua hervida, no estaba contaminada por microbios. La cerveza fue durante siglos la bebida de los trabajadores hasta que los industriales ingleses del XIX incentivaron el consumo del té, que mantenía despiertos a los obreros durante los largos y tediosos turnos. La cerveza es el acompañamiento ideal de las viejas y anticuadas pirámides que “Cine de barrio” construye todos los sábados por la tarde, pero el té es imprescindible para aguantar despiertos en los largos y tediosos turnos en los que Jordi González y compañía despellejan la nada. Por cierto, ¿saben cuál será la bebida del futuro? El agua. ¿Se fabricarán los televisores del futuro con un grifo incorporado?
9/8/09
DIOS, TISIS Y REYES
Sin novedad en el frente. “DEC” (Antena 3) sigue a lo suyo, que no es lo nuestro pero, a fuerza de hablar de las ex novias de Cristiano Ronaldo y de si no sé quién invitó o no a su boda a no sé quién, lo parece. ¿Hasta cuando DEC seguirá abusando de nuestra paciencia? A finales del siglo XIX, el parlamentario catalán Sunyer y Capdevilla pronunció un discurso que empezaba así: “Guerra a Dios, a la tisis y a los reyes”, provocando un escándalo monumental en el Congreso. Sin duda, Sunyer añadiría hoy a esa lista la guerra a las ex novias de Ronaldo, a las hermanas de Norma Duval, a Sara Montiel y a su hijo Zeus. Guerra a “DEC”, el dios de la basura televisiva de la noche de los viernes, la tisis que obliga al proletariado audiovisual a expectorar sangre, el rey de la elevación del cotilleo cutre a la categoría de pseudociencia.
El mismo Sunyer, poco después del escándalo de Dios, la tisis y los reyes, negó la virginidad de María porque, según él, estaba demostrado que Jesús de Nazaret había tenido hermanos. Para calmar los ánimos de los diputados conservadores, al general Serrano, por entonces regente del Reino, no se le ocurrió otra cosa que pedir “un poco de respeto por la vida privada de María Santísima”. A los enemigos de “DEC” no se nos ocurre pedir un poco de respeto por la vida privada de la ex novia de Ronaldo o de Sara Montiel, porque la ex novia y la ex cantante viven precisamente de inventar sus vidas privadas, pero sí pedimos un poco de respeto por la vida privada de los espectadores. Es cierto que los que nos sentamos un viernes por la noche a ver la tele no somos vírgenes, y sabemos lo que nos vamos a encontrar en programas como “DEC”. Es cierto que todos tenemos un mando a distancia. Es cierto que podemos elegir entre ver “Historia de un beso” (La 2), la hermosa película de Garci, o escuchar a la ex novia de Ronaldo. Todo eso es cierto. Pero también es cierto que, como decía Sunyer, merecemos librarnos de Dios, de la tisis y de los reyes.
Podemos cambiar de canal divino, tomar medidas contra la tisis televisiva y guillotinar a los reyes del cotilleo, pero da un poco de pereza. ¿Por qué tenemos que dedicar parte de nuestra vida privada a evitar encontrarnos con Sara Montiel y su hijo Zeus?
El mismo Sunyer, poco después del escándalo de Dios, la tisis y los reyes, negó la virginidad de María porque, según él, estaba demostrado que Jesús de Nazaret había tenido hermanos. Para calmar los ánimos de los diputados conservadores, al general Serrano, por entonces regente del Reino, no se le ocurrió otra cosa que pedir “un poco de respeto por la vida privada de María Santísima”. A los enemigos de “DEC” no se nos ocurre pedir un poco de respeto por la vida privada de la ex novia de Ronaldo o de Sara Montiel, porque la ex novia y la ex cantante viven precisamente de inventar sus vidas privadas, pero sí pedimos un poco de respeto por la vida privada de los espectadores. Es cierto que los que nos sentamos un viernes por la noche a ver la tele no somos vírgenes, y sabemos lo que nos vamos a encontrar en programas como “DEC”. Es cierto que todos tenemos un mando a distancia. Es cierto que podemos elegir entre ver “Historia de un beso” (La 2), la hermosa película de Garci, o escuchar a la ex novia de Ronaldo. Todo eso es cierto. Pero también es cierto que, como decía Sunyer, merecemos librarnos de Dios, de la tisis y de los reyes.
Podemos cambiar de canal divino, tomar medidas contra la tisis televisiva y guillotinar a los reyes del cotilleo, pero da un poco de pereza. ¿Por qué tenemos que dedicar parte de nuestra vida privada a evitar encontrarnos con Sara Montiel y su hijo Zeus?
8/8/09
JAMES BOND CONTRA LA UEFA
Un programador con poca vista decidió emitir un capítulo de la serie de dibujos animados “Oliver y Benji” justo antes del sorteo de clasificación de la Liga de Campeones (La 2). Los partidos de Oliver y Benji son al fútbol lo que las películas de James Bond a la CIA, o lo que un día de House a la jornada laboral de un médico de carne y hueso. ¿Se imaginan emitir una película de Bond antes de un documental sobre un burócrata de la CIA experto en los países bálticos? ¿Se imaginan tener que ver un capítulo de la serie “House” antes de la entrevista a un médico de guardia en un hospital de Madrid? Pues los alucinantes partidos de fútbol que juegan Oliver y Benji, en los que el tiempo y el espacio se estiran como un chicle, son el James Bond del fútbol, el doctor House del balompié y la peor manera de preparar a la audiencia infantil para uno de esos racionalistas sorteos que organiza la UEFA.
Después de ver a James Bond jugando al fútbol, todo lo que diga y haga el burócrata de la UEFA con las bolitas será aburrido. Después de que el doctor House meta goles relativistas a porteros budistas, la suerte de esas bolitas nos importa tan poco como el nombre del campeón de Estonia. Para que un sorteo organizado por la UEFA tenga interés, antes habría que emitir un partido de la Juventus, o un documental sobre las mejores jugadas de la selección de Alemania, o un debate entre resultadistas y estilistas. Pero no, nos colocan a Oliver y Benji jugando al fútbol y, claro, es como si dejamos que un niño coma hoy pasta, Coca-Cola y helado en casa de los abuelos y le obligamos mañana a comer verdura, agua del grifo y una naranja en casa de papá y mamá. Así es imposible inculcar en las nuevas generaciones el amor a las acelgas y a los sorteos de la UEFA.
Ya que la UEFA insiste en organizar los sorteos de la Liga de Campeones a las doce de la mañana, las cadenas televisivas deberían dejar bien claro que esos sorteos no son un programa infantil y, de paso, enseñar a los niños a distinguir entre el fútbol einsteiniano de Oliver y Benji y el fútbol newtoniano de la Liga de Campeones. Los niños tienen que llegar educados a los patios de los colegios.
Después de ver a James Bond jugando al fútbol, todo lo que diga y haga el burócrata de la UEFA con las bolitas será aburrido. Después de que el doctor House meta goles relativistas a porteros budistas, la suerte de esas bolitas nos importa tan poco como el nombre del campeón de Estonia. Para que un sorteo organizado por la UEFA tenga interés, antes habría que emitir un partido de la Juventus, o un documental sobre las mejores jugadas de la selección de Alemania, o un debate entre resultadistas y estilistas. Pero no, nos colocan a Oliver y Benji jugando al fútbol y, claro, es como si dejamos que un niño coma hoy pasta, Coca-Cola y helado en casa de los abuelos y le obligamos mañana a comer verdura, agua del grifo y una naranja en casa de papá y mamá. Así es imposible inculcar en las nuevas generaciones el amor a las acelgas y a los sorteos de la UEFA.
Ya que la UEFA insiste en organizar los sorteos de la Liga de Campeones a las doce de la mañana, las cadenas televisivas deberían dejar bien claro que esos sorteos no son un programa infantil y, de paso, enseñar a los niños a distinguir entre el fútbol einsteiniano de Oliver y Benji y el fútbol newtoniano de la Liga de Campeones. Los niños tienen que llegar educados a los patios de los colegios.
7/8/09
LA DISTANCIA
En “El cliente”, uno de los reportajes de “Comando actualidad” (TVE), nos adentramos en el oscuro mundo de la prostitución. Algunos creen que la solución para esas mujeres que soportan chulos, clientes peligrosos, acoso legal y malas condiciones higiénicas es que la prostitución deje de ser oscura para ser luminosa, es decir, que el trabajo de las prostitutas se legalice y dignifique. ¿Eso significaría también la legalización y dignificación de sus clientes? ¿Significaría que los clientes de las prostitutas ya no saldrían en los reportajes de “Comando actualidad” con el rostro oculto?
Juan Rufo, cronista de don Juan de Austria, decía que las prostitutas son mulas de alquiler que te llevan al infierno. Supongo que los clientes sin rostro de las prostitutas que vimos en “Comando actualidad” prefieren arder en el infierno que abrasarse en vida, aunque lo más probable es que no crean en el infierno. Pero el infierno sí existe, y son las otras. Es decir, la situación de esas mulas de alquiler, como definía a las prostitutas del siglo XVI con tanta dureza como poca sensibilidad Juan Rufo, cuyos clientes no son precisamente médicos educados y amables con la cara de Tom Cruise que pagan por unos minutos de charla, como en la película “Eyes Wide Shut”. Los reportajes de “Comando actualidad” meten la realidad directamente en la vena del espectador, y muestran la enorme distancia que hay entre la prostituta de largas y hermosas piernas que hablaba sin mostrar su rostro y Mesalina, la emperatriz romana que mostraba públicamente su rostro mientras se prostituía en su palacio bajo el sobrenombre de Lycisca.
Cuenta Plinio el Viejo que, en una ocasión, Mesalina quiso medir sus fuerzas con “la más noble y abnegada de entre las prostitutas” romanas, a la que superó, después de una noche y un día de competición, al vigésimo quinto asalto. No me interesa ahora Mesalina, sino esa “noble y abnegada” prostituta de la que habla Plinio, tan alejada de la “mula de alquiler” de Rufo. La distancia entre Mesalina y las prostitutas de “Comando actualidad” es enorme, pero es mayor la distancia entre la prostituta de Plinio y la de Rufo. Espero, al menos, que los clientes de la chica de largas y hermosas piernas lo entiendan.
Juan Rufo, cronista de don Juan de Austria, decía que las prostitutas son mulas de alquiler que te llevan al infierno. Supongo que los clientes sin rostro de las prostitutas que vimos en “Comando actualidad” prefieren arder en el infierno que abrasarse en vida, aunque lo más probable es que no crean en el infierno. Pero el infierno sí existe, y son las otras. Es decir, la situación de esas mulas de alquiler, como definía a las prostitutas del siglo XVI con tanta dureza como poca sensibilidad Juan Rufo, cuyos clientes no son precisamente médicos educados y amables con la cara de Tom Cruise que pagan por unos minutos de charla, como en la película “Eyes Wide Shut”. Los reportajes de “Comando actualidad” meten la realidad directamente en la vena del espectador, y muestran la enorme distancia que hay entre la prostituta de largas y hermosas piernas que hablaba sin mostrar su rostro y Mesalina, la emperatriz romana que mostraba públicamente su rostro mientras se prostituía en su palacio bajo el sobrenombre de Lycisca.
Cuenta Plinio el Viejo que, en una ocasión, Mesalina quiso medir sus fuerzas con “la más noble y abnegada de entre las prostitutas” romanas, a la que superó, después de una noche y un día de competición, al vigésimo quinto asalto. No me interesa ahora Mesalina, sino esa “noble y abnegada” prostituta de la que habla Plinio, tan alejada de la “mula de alquiler” de Rufo. La distancia entre Mesalina y las prostitutas de “Comando actualidad” es enorme, pero es mayor la distancia entre la prostituta de Plinio y la de Rufo. Espero, al menos, que los clientes de la chica de largas y hermosas piernas lo entiendan.
6/8/09
TODO MENOS CAMBRIDGE
El gran historiador del mundo clásico Robert Lane Fox, autor de libros maravillosos como “El mundo clásico” y “Héroes viajeros”, dice que la vida es romántica a no ser que vivas en Cambridge (Fox es profesor en Oxford). Si traducimos muy libremente las palabras del profesor Fox, podemos decir que el romanticismo existe pero es invisible para los que no ven más allá de la academia, es decir, para los que no viajan. Y viajar es, fundamentalmente, perderse y malinterpretar las cosas. En resumen, el que viaja se pierde, se equivoca y encuentra el lado romántico de la vida.
La tele es romántica excepto para los que viven en Cambridge, es decir, excepto para los que no viajan con la ayuda del mando a distancia. Es fácil no perderse en la tele viviendo en el telediario, en los documentales de La 2 o en “Los Simpson”, pero no perderse es tan académico como poco romántico. Hay que salir de Cambridge de vez en cuando para entender que la vida televisiva no termina en Homer Simpson, sino que continúa en la curiosa “The listener” (Antena 3) o en “Por un puñado de dólares” (DCine español), una película fácil de malinterpretar para los viajeros acostumbrados a la navegación de cabotaje cinéfilo. La programación televisiva del verano tiene muchas ofertas para viajar lejos de los puertos conocidos de las reposiciones de “House” o de “Friends” y, aunque lo más probable es encallar en algún programa de bromas grabadas con cámara oculta, un resumen de la alucinantemente pija Copa del Rey de vela o incluso el campeonato europeo de póker, merece la pena salir de Cambridge y echar un vistazo al mundo. Por viajar un poco. Por perderse. Por equivocarse. Por romanticismo.
Navegar subidos al mando a distancia en una noche de verano es muy romántico. Puede que la noche nos confunda y terminemos comprando en la teletienda uno de esos absurdos aparatos para perder kilos sin cansarse, pero un viaje siempre tiene sus riesgos. Cualquier cosa, menos quedarse en Cambridge viendo una y otra vez nuestros capítulos favoritos de “Friends”. Viajar. Perderse. Equivocarse. Sólo por romanticismo.
La tele es romántica excepto para los que viven en Cambridge, es decir, excepto para los que no viajan con la ayuda del mando a distancia. Es fácil no perderse en la tele viviendo en el telediario, en los documentales de La 2 o en “Los Simpson”, pero no perderse es tan académico como poco romántico. Hay que salir de Cambridge de vez en cuando para entender que la vida televisiva no termina en Homer Simpson, sino que continúa en la curiosa “The listener” (Antena 3) o en “Por un puñado de dólares” (DCine español), una película fácil de malinterpretar para los viajeros acostumbrados a la navegación de cabotaje cinéfilo. La programación televisiva del verano tiene muchas ofertas para viajar lejos de los puertos conocidos de las reposiciones de “House” o de “Friends” y, aunque lo más probable es encallar en algún programa de bromas grabadas con cámara oculta, un resumen de la alucinantemente pija Copa del Rey de vela o incluso el campeonato europeo de póker, merece la pena salir de Cambridge y echar un vistazo al mundo. Por viajar un poco. Por perderse. Por equivocarse. Por romanticismo.
Navegar subidos al mando a distancia en una noche de verano es muy romántico. Puede que la noche nos confunda y terminemos comprando en la teletienda uno de esos absurdos aparatos para perder kilos sin cansarse, pero un viaje siempre tiene sus riesgos. Cualquier cosa, menos quedarse en Cambridge viendo una y otra vez nuestros capítulos favoritos de “Friends”. Viajar. Perderse. Equivocarse. Sólo por romanticismo.
5/8/09
PERDIDOS EN DJERBA
La isla de “Perdidos” (Cuatro) es un lugar con suerte, como la isla tunecina de Djerba. En Djerba, la isla de lotófagos que describe Homero en la “Odisea”, estuvieron Ulises y sus compañeros, en su largo viaje después de la guerra de Troya para volver a casa; y la isla de Djerba también es casi el hogar de Luke Skywalker, pues en la región de Matmata, muy cerquita de la isla, se rodaron escenas de “La guerra de las galaxias”. ¿Qué más se puede pedir a una isla? ¿Qué otro lugar puede presumir de ser a la vez la isla de los lotófagos y el planeta Tatooine?
Ese lugar es la isla de “Perdidos”. En la isla de los lotófagos, los compañeros de Ulises comieron la fruta del loto (puede que fueran dátiles) y sufrieron una especie de amnesia, y en la isla de “Perdidos” los espectadores también probamos ese “extraño fruto de miel”, como lo describe Homero, y lo olvidamos todo. ¿Cómo, si no, es posible ver los capítulos de “Perdidos” que ahora repone Cuatro con la misma emoción de la primera vez en Fox, en La 2 o en internet? No es que nos hayamos olvidado de los supervivientes del vuelo 815 de Oceanic Airlines, del búnker, de la iniciativa DHARMA, de “Los otros” y de los demás misterios de la isla, pero algo tiene el fruto de miel de “Perdidos” que convierte a los espectadores en lotófagos y a Jack Shephard en Ulises. Y algo tiene esa isla que se transforma en galaxia, en decorado de preguntas fascinantes que, como dice un personaje de la película “Sleepy Hollow”, no están embrujadas por la razón, y en el hogar de Jack transformado ahora en Luke Skywalker. Una isla con suerte.
La serie “Perdidos” no se rodó en la isla de Djerba, pero es fácil olvidar ese acto de injusticia poética porque después de probar el loto (o los dátiles) que crecen en la isla los espectadores ya forman parte de los versos de Homero y de las aventuras galácticas de Luke Skywalker. Hay islas con suerte.
Ese lugar es la isla de “Perdidos”. En la isla de los lotófagos, los compañeros de Ulises comieron la fruta del loto (puede que fueran dátiles) y sufrieron una especie de amnesia, y en la isla de “Perdidos” los espectadores también probamos ese “extraño fruto de miel”, como lo describe Homero, y lo olvidamos todo. ¿Cómo, si no, es posible ver los capítulos de “Perdidos” que ahora repone Cuatro con la misma emoción de la primera vez en Fox, en La 2 o en internet? No es que nos hayamos olvidado de los supervivientes del vuelo 815 de Oceanic Airlines, del búnker, de la iniciativa DHARMA, de “Los otros” y de los demás misterios de la isla, pero algo tiene el fruto de miel de “Perdidos” que convierte a los espectadores en lotófagos y a Jack Shephard en Ulises. Y algo tiene esa isla que se transforma en galaxia, en decorado de preguntas fascinantes que, como dice un personaje de la película “Sleepy Hollow”, no están embrujadas por la razón, y en el hogar de Jack transformado ahora en Luke Skywalker. Una isla con suerte.
La serie “Perdidos” no se rodó en la isla de Djerba, pero es fácil olvidar ese acto de injusticia poética porque después de probar el loto (o los dátiles) que crecen en la isla los espectadores ya forman parte de los versos de Homero y de las aventuras galácticas de Luke Skywalker. Hay islas con suerte.
4/8/09
AGOSTO DE MARFIL
Resulta raro ver morir a Julio César (“Imperio”, Antena 3) en la noche de un domingo de agosto. Pero no porque el asesinato de César, sin la compañía de las palabras de Shakespeare, se convierta en un acto tan frío como el asesinato de los astronautas hibernados de “2001: una odisea del espacio” por parte del computador Hal 9000, sino porque agosto es, televisivamente hablando, un mes poco épico. Las bicicletas son para el verano y la muerte de César para Semana Santa.
Al igual que en el siglo XIX en el mundo occidental se originó una insaciable demanda de marfil para fabricar bolas de billar y teclas de piano, en el mes de agosto la televisión necesita colmillos de elefante para llenar horas de programación con la que distraer a un público ya muy distraído. Agosto es un mes de bolas de billar y teclas de piano disfrazadas de canción del verano, y el mundo clásico se convierte entonces en un elefante que se caza sólo para sacar provecho de sus colmillos de marfil. ¿Qué es la muerte de Julio César en agosto, sino un colmillo de elefante convertido en bola de billar? ¿Qué son las puñaladas de los senadores, la toga ensangrentada de César, el discurso de Marco Antonio o el ascenso de Augusto sino enormes colmillos trasformados en teclas de piano? El comercio de colmillos se convirtió en el siglo XIX en una importante actividad económica en África, y el comercio del mundo antiguo se convierte en una importante actividad económica en el continente televisivo en un mes de agosto tan poco épico como amante de las bolas de billar.
Mejor la muerte de César, aunque sea en el mes de agosto, que el apuñalamiento de un famosillo por parte de unos senadores a los que les importa un pimiento el bien de la república en uno de esos horribles programas de verano. Lo siento por los elefantes de la historia, que son los dueños de los colmillos y no tienen culpa de nada, pero prefiero a César convertido en bola de billar y a Marco Antonio transformado en tecla de piano que aguantar a Sandra Bullock en “Miss agente especial 2” (TVE). Al menos, las bolas y las teclas son de marfil, no de plástico.
Al igual que en el siglo XIX en el mundo occidental se originó una insaciable demanda de marfil para fabricar bolas de billar y teclas de piano, en el mes de agosto la televisión necesita colmillos de elefante para llenar horas de programación con la que distraer a un público ya muy distraído. Agosto es un mes de bolas de billar y teclas de piano disfrazadas de canción del verano, y el mundo clásico se convierte entonces en un elefante que se caza sólo para sacar provecho de sus colmillos de marfil. ¿Qué es la muerte de Julio César en agosto, sino un colmillo de elefante convertido en bola de billar? ¿Qué son las puñaladas de los senadores, la toga ensangrentada de César, el discurso de Marco Antonio o el ascenso de Augusto sino enormes colmillos trasformados en teclas de piano? El comercio de colmillos se convirtió en el siglo XIX en una importante actividad económica en África, y el comercio del mundo antiguo se convierte en una importante actividad económica en el continente televisivo en un mes de agosto tan poco épico como amante de las bolas de billar.
Mejor la muerte de César, aunque sea en el mes de agosto, que el apuñalamiento de un famosillo por parte de unos senadores a los que les importa un pimiento el bien de la república en uno de esos horribles programas de verano. Lo siento por los elefantes de la historia, que son los dueños de los colmillos y no tienen culpa de nada, pero prefiero a César convertido en bola de billar y a Marco Antonio transformado en tecla de piano que aguantar a Sandra Bullock en “Miss agente especial 2” (TVE). Al menos, las bolas y las teclas son de marfil, no de plástico.
3/8/09
SUPERVIVIENTES DIRECTO
Cuando nieva hay nieve en el paraíso del reporterismo tautológico
Para ser reportero de calle en programas como “España directo” hay que tener mucha vocación. Hay que ser capaz de soportar el constante mobbing laboral del presentador enchufado que está en el plató, tan ricamente el jodío, interrumpiendo todo el rato para hacer preguntas tontas, y libre de niños correteando alrededor que no paran de saltar y saludar a la cámara. Pero sobre todo hay que superar un curso impartido por Bear Grills, “El último superviviente” de Cuatro.
Mientras el presentador está en el plató con calefacción o aire acondicionado, el reportero de calle debe pringar en el lugar en el que más calor hace en verano y más frío en invierno. Así los espectadores podemos decir “Hay que ver” y no cambiamos de canal. Si hay una nevada morrocotuda el reportero tiene que ir con raquetas al pueblo más aislado que haya a comprobar que las calles están vacías, si hay una inundación hace la conexión con agua hasta el pecho para que se vea mejor que hay una inundación, si hay un temporal con alerta roja se mete en el ojo del huracán, si hay una explosión camina por los cascotes, si Protección Civil acordona un lugar peligroso se cuela, si hay encierros se pone delante de los toros, si aconsejan desalojar una zona de riesgo allá va de cabeza. Y de conejillo de indias para todo: a bailar si hay baile, cantar si hay cante, hacer puenting, bucear a pulmón, depilarse en frío, tirarse en parapente, hacerse un tatuaje, someterse a una gastroscopia, vuelo sin motor, tomatinas, ferias de abril, pasos de Semana Santa, dactilografía y lo que haga falta.
Si hay estudiantes de Periodismo como Gemma Fanjul y Tania Menéndez dispuestos a hacer el día de mañana reporterismo de calle con un par, que se den prisa y firmen un buen seguro ahora que pueden.
2/8/09
GASTRONOMÍA DIRECTO
Continuamos con el nuevo plan de estudios que tendrán que cursar los futuros reporteros de calle de “España directo” y programas similares. El primer curso se aprende la “Posición básica” (PB): frente a la cámara, con una mano se coge el micrófono y con la otra se realizan movimientos de arriba hacia abajo que coinciden con la entonación. Para darle más énfasis, se puede afirmar levemente con la cabeza o acompañar el movimiento del brazo con una ligera oscilación del cuerpo.
Dominada la PB, se cursará “Gastronomía”. En ella los futuros reporteros tienen que saber manejarse en una cocina, lugar en el que realizan un tercio de sus reportajes. Primero tienen que familiarizarse con expresiones que van desde el “Ya tenemos aquí todos los ingredientes” del principio, hasta el “Está buenísimo” del final. Pasando, claro, por el “Esto ya empieza a oler bien”, “Vaya buena pinta que tiene” y el “Es una pena que no estéis aquí para poder probarlo”. O sea, los clásicos de siempre.
Por cierto, todo futuro reportero debe superar un reconocimiento médico que garantice que no es alérgico a ningún alimento y puede comer de todo, porque tiene que despedir su conexión zampándose un buen bocado de cada plato ante las cámaras. Y sin hacer ascos a nada, faltaría más. Así que si no les gusta algo, que se aguante, lo tiene que paladear arqueando las cejas mientras asiente con la cabeza. El presentador de plató rellena ese momento en que el reportero no puede hablar diciendo “Vaya cómo te estás poniendo”, “Trae un poco para nosotros” y “Cómo te cuidas”, instante en que éste tiene que coordinarse gesticulando adecuadamente (no confundir con la PB): con la mano libre del micrófono describirá un amplio semicírculo ascendente, echará el cuerpo hacia atrás, sonreirá con la boca cerrada mientras mastica como puede y repite “¡Mmmm! ¡Mmmm!”. Por fin pasa el bocado y despide la conexión diciendo “Riquísimo”. Todo ello con las cejas arqueadas, por supuesto. Mañana, más.
Dominada la PB, se cursará “Gastronomía”. En ella los futuros reporteros tienen que saber manejarse en una cocina, lugar en el que realizan un tercio de sus reportajes. Primero tienen que familiarizarse con expresiones que van desde el “Ya tenemos aquí todos los ingredientes” del principio, hasta el “Está buenísimo” del final. Pasando, claro, por el “Esto ya empieza a oler bien”, “Vaya buena pinta que tiene” y el “Es una pena que no estéis aquí para poder probarlo”. O sea, los clásicos de siempre.
Por cierto, todo futuro reportero debe superar un reconocimiento médico que garantice que no es alérgico a ningún alimento y puede comer de todo, porque tiene que despedir su conexión zampándose un buen bocado de cada plato ante las cámaras. Y sin hacer ascos a nada, faltaría más. Así que si no les gusta algo, que se aguante, lo tiene que paladear arqueando las cejas mientras asiente con la cabeza. El presentador de plató rellena ese momento en que el reportero no puede hablar diciendo “Vaya cómo te estás poniendo”, “Trae un poco para nosotros” y “Cómo te cuidas”, instante en que éste tiene que coordinarse gesticulando adecuadamente (no confundir con la PB): con la mano libre del micrófono describirá un amplio semicírculo ascendente, echará el cuerpo hacia atrás, sonreirá con la boca cerrada mientras mastica como puede y repite “¡Mmmm! ¡Mmmm!”. Por fin pasa el bocado y despide la conexión diciendo “Riquísimo”. Todo ello con las cejas arqueadas, por supuesto. Mañana, más.
1/8/09
LAVERDÁSQUE DIRECTO
Las facultades de periodismo audiovisual han elaborado un nuevo plan de estudios que comenzará a aplicarse el próximo curso en el marco del Plan Bolonia. Se trata de amoldar la Universidad a la nueva realidad laboral del mundo audiovisual, ya que las cadenas de televisión demandan cada vez más reporteros de calle todoterreno para programas clónicos que ocupan horas y horas de programación: “España directo”, “Madrid directo”, “Andalucía directo”, “Asturias dir… eh, Conexión Asturias”, etc.
El primer objetivo que se han fijado es evitar esa monótona muletilla que los reporteros usan constantemente para rellenar las frases: “laverdá” y su derivado “laverdásque”. Es sabido que, como queda muy soso decir “sí”, “no” o “cualquier otra cosa” en una conexión en directo, hay que añadir algo que le dé cuerpo a tan parca intervención (este proceso se conoce en argot como “rebozado” o “empanado” por razones obvias). Un buen empanado consigue que cunda más lo poco que se tiene que decir en tantos minutos como hay que rellenar. Pero decir siempre “sí, laverdá”, “laverdásque no” o “laverdásque cualquier otra cosa, la verdá”, queda un poco repetitivo. Por eso se han de añadir otras muletillas que gozan de gran aceptación social y permiten un rebozado más variado. Entre las muletillas propuestas están “anivelde”, “loqués”, “tema” y “comomuy”.
Las clases teóricas se completarán con clases prácticas en las que los estudiantes tendrán que transformar aburridas frases que dice cualquiera, como: “Estamos en unas fiestas muy alegres y concurridas con música y baile”; en otras sólo al alcance de profesionales, como: “Laverdásque loqués nosotros estamos en loquesón unas fiestas laverdásque comomuy alegres, laverdá, aniveldel tema de loqués la música y también aniveldel tema de loqués el baile”. Mañana seguimos… si antes no me asesina el espíritu de Lázaro Carreter con un haz de dardos.
El primer objetivo que se han fijado es evitar esa monótona muletilla que los reporteros usan constantemente para rellenar las frases: “laverdá” y su derivado “laverdásque”. Es sabido que, como queda muy soso decir “sí”, “no” o “cualquier otra cosa” en una conexión en directo, hay que añadir algo que le dé cuerpo a tan parca intervención (este proceso se conoce en argot como “rebozado” o “empanado” por razones obvias). Un buen empanado consigue que cunda más lo poco que se tiene que decir en tantos minutos como hay que rellenar. Pero decir siempre “sí, laverdá”, “laverdásque no” o “laverdásque cualquier otra cosa, la verdá”, queda un poco repetitivo. Por eso se han de añadir otras muletillas que gozan de gran aceptación social y permiten un rebozado más variado. Entre las muletillas propuestas están “anivelde”, “loqués”, “tema” y “comomuy”.
Las clases teóricas se completarán con clases prácticas en las que los estudiantes tendrán que transformar aburridas frases que dice cualquiera, como: “Estamos en unas fiestas muy alegres y concurridas con música y baile”; en otras sólo al alcance de profesionales, como: “Laverdásque loqués nosotros estamos en loquesón unas fiestas laverdásque comomuy alegres, laverdá, aniveldel tema de loqués la música y también aniveldel tema de loqués el baile”. Mañana seguimos… si antes no me asesina el espíritu de Lázaro Carreter con un haz de dardos.