Veámoslo de esta manera: la programación actual contiene juegos, pero ella misma es un juego. La programación actual contiene realities, pero ella misma es un reality. De hecho, está teniendo lugar en la televisión española durante estas semanas el rodaje de uno de los programas concurso más prometedores para la próxima temporada, en donde las propias cadenas son los propios concursantes del juego. La dinámica es muy sencilla: una cadena ha infiltrado un programa en la programación de otro canal para conseguir que ese canal pierda toda la audiencia posible y ganen por tanto las audiencias de las demás cadenas. Si el programa infiltrado es descubierto por los directivos de la cadena será eliminado de la programación y volverá a empezar otra ronda del reality. Si el programa infiltrado pasa desapercibido puede mantenerse durante semanas sangrando el share del desafortunado anfitrión.
En definitiva, que en la programación actual hay un topo. Y yo apuesto, claro, a que el topo es "El topo". Telecinco está infiltrado y, por una vez en la vida, coinciden el "acusado por el público", el "acusado por el grupo" y el que "ha perdido el reto individual". Semana tras semana las audiencias de "El topo" transcurren bajo tierra, el reality de Telecinco se arrastra por túneles antípodas oscuros y va apartando la tierra sucia que le rodea con los dientes hipertrofiados de Emilio Pineda. No cabe duda de que una mala idea como "El topo" no puede haber nacido en la propia cadena que la emite. Tiene que tratarse de una operación de contraespionaje de las cadenas rivales que sólo parecería un programa autóctono en un canal que emite programas como "Mujeres y hombres y viceversa" o "Guaypaut". Cuando llegue septiembre la Sexta, por ejemplo, emitirá el reality que se está rodando este verano en nuestra programación televisiva. Pero ya sabremos todos el desenlace: el topo era "El topo". Quizá entonces Telecinco se anime a retirarlo.
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