La grandeza, la inmensa grandeza de "Con todos los acentos", -celebró este domingo su cuarto cumpleaños; felicidades, amigos-, radica en que las pieles y las miradas de cualquier lugar del mundo caben en un único espacio. Ésa es una diferencia importante que existe entre el programa más noble de la televisión española y los miopes programáculos religiosos protestantes, judíos y musulmanes que le anteceden en la mañana temprana dominical de La 2. Dos presentadores españoles nacidos en cualquier país van dando paso durante media hora a todo tipo de personas con todo tipo de creencias, todo tipo de valores y todo tipo de aptitudes dispuestas a encontrar acuerdos a sus diferencias que les permitan vivir en sociedad. La inmigración argentina no tiene su propio programa de televisión en donde se hable únicamente para los inmigrantes argentinos y que se emita justo antes del programa dedicado a la inmigración árabe en donde inmigrantes árabes hablan únicamente para inmigrantes árabes minutos antes de la emisión del programa dedicado exclusivamente a la inmigración china. Por supuesto que habrá conflictos entre tantas personas tan distintas, pero la existencia de un único "Con todos los acentos" es prueba de la voluntad, la necesidad y la posibilidad de resolverlos.
Y esto tan elemental es impensable cuando hablamos de religión. "Buenas noticias", "Shalom" e "Islam, hoy" no podrían ser jamás secciones de un único programa, nunca podrían acordar un presentador común, no encontrarían jamás una única cabecera por la que se sintieran los tres representados. Cuando anda la dogmática en medio, -por cierto, ¿por qué estos programas hablan tan poco de sus respectivas dogmáticas?-, el conflicto sólo se resuelve convirtiendo al infiel o, al menos, recluyéndose cada uno en diferentes programas de televisión. Dejemos que los pastores, los imanes y los rabinos sigan hablando sólo para sí mismos. Desde hace cuatro años los inmigrantes argentinos, árabes y chinos tienen un espacio común en el que trabajar juntos.
Pero si no tiene nada que ver el tocino con la velocidad... No se puede pretender ensalzar un programa multicultural a costa de decir que los programas religiosos no admiten el multiculturalismo, porque igual podríamos criticar el programa multicultural porque no admite contenidos dogmáticos/religiosos, ¿no? ¿No huele tu crítica un poco a "me molesta la religión porque soy así de moderno"?
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