¿Se imaginan, se imaginan por una milésima de segundo, que en el debate electoral que emitió el otro día Antena 3 uno de los dos candidatos hubiera convencido al otro? Así, en directo, a pelo, sin que estuviera pactado por los respectivos equipos de los candidatos. ¿Es que no está en la lógica de los debates que una de las partes cambié de opinión tras enfrentar sus posiciones con las de la opción contraria? Contengamos la risa y juguemos a imaginarlo. Verán qué divertido.
1 de junio. 22:30 horas. Gloria Lomana, directora de informativos, está moderando el segundo debate electoral entre el señor Mayor Oreja y el señor López Aguilar. "Llegamos ahora al bloque dedicado a política social. Tiene los primeros dos minutos el señor Tal". El señor Tal expone el programa de su partido y el tipo de propuestas que intentarán sacar adelante en Bruselas. Razona por qué cree que son las mejores. Señala fallos en las opciones contrarias. "Ya ha agotado su tiempo, señor Tal, tiene ahora la palabra el señor Cual". El señor Cual carraspea. "Yo creo que..." y se detiene. Luego continua con toda sinceridad, sin el menor asomo de ironía: "La verdad, señor Tal, es que me ha convencido. Creo que tiene usted razón y yo no. Es que... nunca lo había visto como usted lo ha presentado. Ahora me doy cuenta de que estaba equivocado. Si salgo elegido intentaré llevar a cabo en Europa el tipo de política que usted ha expuesto". Todo el mundo aseguraría que el señor Tal habría ganado el debate, a pesar de que es fácil entender que el que más gana en un debate es el que corrige un error y no el que se mantiene en un acierto.
Impensable, ¿verdad? De auténtica risa, ¿a que sí? Si es imposible que Isabel Durán y Enric Sopena cambién de opinión durante uno de sus chispeantes diálogos en "La noria", la idea de que Oreja y Aguilar confronten realmente sus ideas supera el surrealismo más psicodélico. ¿Por qué entonces llaman "debate" a lo que no es más que la puñetera farsa de una discusión?
Muy sencillo, amigo mío, porque en este país somos expertos en copiar formatos sin haber entendido los contenidos. Y da lo mismo que hablemos del jurado en los juicios, de debates políticos o de adaptaciones de series... Somos así de cafres y acomplejados.
ResponderEliminarSaludos!
Lo mejor es comprobar que nadie está interesado en decir nada interesante. Me recuerda a ese cabreo de Nani Moretti en "Aprile" cuando le grita a D´allema que discute con Berlusconi: "Di algo de izquierdas...bueno...al menos di algo".
ResponderEliminarPues tengo la misma sensación.
Un abrazo.