Unos tipos viajan trescientos, seiscientos kilómetros para contemplar la final de la Copa de un Rey al que desprecian profundamente. Cuando suena el himno del país al que pertenece esa competición silban para dejar constancia de cuánto rechazan el espíritu nacional que tiene el partido por cuyas entradas han pagado cientos de euros. Abuchean la bandera del país cuya Copa de fútbol llevan veinticinco años deseando ganar. La televisión muestra imágenes de aficionados llorando amargamente la derrota. Algunos de ellos mostraron dos horas antes su enemistad más combativa contra los símbolos y la razón de ser de la competición que lamentan tanto haber perdido contra otro equipo que posee bastantes aficionados que también se comportan como ellos. Un famoso que en su día publicó un par de discos firma en 2002 un manifiesto contra el programa "Operación Triunfo". Lo considera un timo y responsable en buena parte de los males que aquejan a la industria discográfica. El concurso de talentos continúa año tras año sin cambiar un detalle y ese mismo famoso comienza a formar parte del jurado de OT, encajando como un guante en el mundo de los Ángeles Lláceres, Ristos Mejides y Jesuses Vázquezes. Una cadena de televisión que hace constantemente gala de su talante progresista y avanzado emite un reality basado en el mito casposo y paternalista del buen salvaje y el abismo que existe entre los hombres primitivos y nosotros los occidentales. Una ONG que trabaja en la zona denuncia que los bosquimanos con taparrabos habitantes de chozas que vemos en el programa viven en realidad a 700 kilómetros de allí, visten pantalones vaqueros en su vida cotidiana y habitan viviendas más saludables que tales cabañas.
Yo, qué queréis, estando así las cosas, me quedo con el Paquirrín que están desmontando en "Sé lo que hicisteis". Será lo que queráis, bobo, vago, jeta, pero al menos no apesta a cinismo.
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