Lean esto: “Es San Esteban de Cuñaba el único lugar del mundo donde todo vuelve a empezar. Como si fuese una aldea redonda”. Y esto: “Su nuevo solar en el valle de Melera se situaba entre los límites de los ducados cántabro y astur, y sus cometidos allí eran claros: instaurar el nuevo código de leyes de inspiración germánica entre los rebeldes clanes familiares astures y defender los límites de sus tierras de las incursiones musulmanas”. ¿No apetece seguir leyendo? Pues de eso se trata. Hoy se celebra el Día del libro y aquí lo hacemos, como siempre, compatibilizando la tele y los libros aprovechando las enormes pausas publicitarias para leer.
Decía ayer LA NUEVA ESPAÑA que con la crisis vamos más a las bibliotecas públicas. Pues mira qué bien. Vayamos hoy a la biblioteca más cercana y seguro que encontramos algo que nos gusta. Como los dos libros de los que proceden los fragmentos anteriores. El primero fue extraído de “El regreso del señor Hoffmann y otros relatos de ambiente entero”, de Jaime Izquierdo; el segundo, de “La espada y la llama”, de Mónica Peñalver. Ambos son asturianos: “Lee a los tuyos, escriben para ti”. Lo dice un cartel de la biblioteca de Panes en la que encontré estos libros.
Celina, la bibliotecaria, me enseña otros libros de autores hispanoamericanos oriundos del valle de Peñamellera: “La campana se mecía a su antojo, necia como aquellos días en los que el viento iracundo arrancó flores de los chabacanos. Ese año no hubo fruta, pero sí calamidades” (de “Aguaviento”, de la mejicana María Sanz), “Una luz de crueldad lucía en los ojillos pequeños, como abiertos a punzón: ventanas del espíritu, parecía que la naturaleza se avergonzara de su alma negra” (de “Montaña adentro”, de la chilena Marta Brunet Cáraves). ¿No apetece seguir leyendo? Pues hala, a celebrar el día de san Jorge dándose un paseo por la biblioteca de al lado para abastecerse de los libros en los que buscaremos refugio cuando encendamos la tele y el dragón de las pausas publicitarias se abalance sobre nosotros.
Los libros para leer durante las pausas publicitarias. Que no se enteren las cadenas que empiezan a decir que leer es malo. Mira que si la gente coge un libro para hacer algo durante diez minutos de anuncios, le gusta y apaga el televisor...
ResponderEliminarLos que vamos a la biblioteca periódicamente hoy podemos llevarnos con nosotros a alguien para que se siente a nuestro lado y disfrute de los ruidos silenciosos que acompañan a los lectores y estudiantes. Qué bonito día.
ResponderEliminarComo me temo que no he de esperar libro regalado alguno hoy (X es olvidadiza y poco propicia a hacer lo que se suponde que debe hacer cuando se supone que debe hacerlo), creo que me lo regalaré yo, y tal vez sea a Josep Pla. O a Mann, que en mi germanofilia, es tan mío como el ampurdanés.
ResponderEliminarSaludos y gracias por un bello post!
Ah! el día del libro, cuántos recuerdos me trae de cuando era pequeña y mi madre siempre me regalaba un ejemplar escogido con todo el cariño del mundo...cuando era niña...Hoy en día, mi madre ya no se acuerda de esta efeméride tan especial para mi, una amante de los libros. Las preocupaciones de la vida cotidiana nos arrancan los pequeños placeres de la infancia y ahora lo único que tengo tiempo de leer son artículos científicos y ensayos. Mi vida diaria se ha convertido en la ficción que me falta. Algún día escribiré el libro que le corresponde.
ResponderEliminarDesde Panes, muchísimas gracias a Antonio Rico por acordarse de este "culo del mundo" y de esta biblioteca que, a parte de un amplio fondo bibliográfico, nos acoge con la luz y el bellísimo paisaje al que se asoma. Ya sabéis dónde tenéis vuestro rincón de lectura.
ResponderEliminar¡Feliz día del libro! Yo creo que ir a una biblioteca está muy bien pero, personalmente y por ambición literaria, prefiero comprar los libros para que "cuando sea mayor" pueda tener una gran habitación con las paredes cubiertas por vitrinas de cristal llenas de libros.
ResponderEliminarAunque si todos hiciésemos esto las bibliotecas se morirían (excepto las de las facultades) así que, aunque con nuestros propios libros, todos deberíamos ir a sentarnos a leer allí. En esos sitios donde huele a libro viejo y nuevo a la vez y se respira un aire de respeto que se traduce en silencio.
¡Shhh! ¡Que estamos leyendo!
yo creo que la mayor satisfacción que me ha dado este día del libro es ver unos cuantos libros de Lorca traducidos al esloveno... Que conste que eso conmueve...
ResponderEliminarY, citando una cita de esta misma columna: "La televisión es muy educativa. Cada vez que alguien la pone, me marcho a otra habitación a leer un libro" (Groucho Marx).