No se asuste, pero mientras lee este artículo pueden empezar a caer bolas de fuego y azufre del cielo, rodearle nubes de mosquitos, volverse el agua sangre o ponerse a diluviar como no había hecho desde tiempos de Noé. En ese caso es mejor que deje de leer y salga corriendo. Será que el todopoderoso y vengativo Dios de las Televisiones está ofendido y no quiere que lea la siguiente blasfemia: el programa de radio “No es un día cualquiera” debe convertirse en un programa de televisión.
Hace un par de años la empresa española Zara tuvo que pedir perdón en Israel a los ultra-ortodoxos porque cometió el grave pecado de mezclar lino y algodón en la misma prenda. Esta mixtura de plantas para formar “ropa híbrida” está tan prohibida como el acoplamiento entre animales de distinta raza, crear nuevas especies de frutas o cocinar juntos (o con los mismos utensilios) carne y leche. Pues si hace falta también yo pediré perdón por mezclar la radio con la televisión, pero el programa que Pepa Fernández presenta las mañanas del fin de semana en Radio Nacional es el ejemplo perfecto de lo que debería ser un magacín televisivo: divertido, ágil, variado, animado, ingenioso, entretenido y, no se asusten, educativo. Tiene todas las secciones que nadie se atreve a tener hechas por los mejores colaboradores dirigidos por la mejor directora de orquesta posible: la que sabe sacar lo mejor de cada músico. Viéndolos hacer su programa en directo (este fin de semana están en el Teatro Campoamor de Oviedo) uno no puede menos que pecar contra el Dios de las Televisiones y decir en voz alta lo que piensa cuando los escucha cada fin de semana: “No es un día cualquiera” debe convertirse en un programa de televisión o al menos alguien debería atreverse a hacer en la tele un programa así. Y ahora recemos para que un ángel no mate a nuestros primogénitos.
Nunca sería un programa de televisión y si lo fuera probablemente sería un programa cualquiera. Esa es la diferencia cada vez menos perceptible entre radio y televisión, en la primera de cuando en cuando aún nos encontrarmos con coherencia y dignidad, de lo segundo está muy falta ésta televisión nuestra.
ResponderEliminar