Hace una semana, “Documentos TV” (La 2) emitió un documental titulado “La última llamada” en el que un grupo de ancianos australianos reivindica su derecho a no pasar sus últimos días en una residencia o en un hospital bajo el control de los médicos. Se trata de algo tan sencillo como elegir el momento en que uno no quiere seguir viviendo. Estos ancianos están preparados para suicidarse antes de que la vida se convierta en una condena, aunque saben que, cuando pierdan la lucidez o la capacidad física, será demasiado tarde. Pretenden poner fin a su vida un segundo antes de que la vida no merezca la pena, y eso es tan difícil como que el Vaticano o Berlusconi entiendan algo de lo que estamos diciendo aquí.
Dentro de unos años, muchos o pocos, el derecho a morir dignamente estará tan reconocido como el derecho a vivir dignamente. Nuestros nietos (y ojalá que nuestros hijos) se asombrarán de que hubiera un tiempo en que se condenó a Eluana Englaro a vivir 17 años sin capacidad de entender ni de querer. El Tribunal Supremo italiano reconoció, por fin, el derecho de Eluana a morir. El Vaticano habla de asesinato. Berlusconi, ese hombre, se convierte de repente en un activista pro-vida, insulta al padre de Eluana y a los médicos que suspendieron la alimentación artificial, y pretende reformar una constitución de “inspiración filo-soviética” para reducir el poder del presidente de la República. El Vaticano y Berlusconi son los “troyanos” del tristísimo caso de Eluana porque son como esos programas informáticos que aparentan hacer una cosa (jugar un juego o ejecutar una aplicación) y mientras tanto están haciendo otra, como infectar el ordenador con datos corruptos (“Eluana podría tener hijos”), hacer que funcione despacio (intentos de bloquear la sentencia del Tribunal Supremo) o inutilizarlo del todo (que nada cambie para que todo siga igual). Corromper, ralentizar, inutilizar. Eso es todo.
Tras la muerte de Eluana, el presente es doloroso, pero la historia se encargará de colocar a cada uno en su sitio. Que sepan los troyanos que intentaron corromper, ralentizar e inutilizar el derecho de Eluana a morir que la historia no les absolverá.
Un gran análisis. El tiempo nos dará la razón.
ResponderEliminarGran analogía con los troyanos. Berlusconi se podía esforzar tanto en otras cosas como en el caso Eluana, pero claro, esas cosas son eliminar la corrupción galopante de su país y eso no le interesa por motivos monetarios. Mientras esgrime sonrojantes motivos para alargar innecesariamente la vida de Eluana, piensa también en lo bien que le ha venido este jaleo para desviar la atención de sus chanchullos, que son muchos y muy variados. Podía, por ejemplo, fabricar una ley electoral que no favoreciera descaradamente a los pequeños partidos de mafiosos que le apoyan en el gobierno. Pero no, a esforzarse en evitar que Eluana dejara de sufrir. Que podía tener hijos. Hijos que no tendrían madre, pero ¿a quién le importa?
ResponderEliminarBrillante la analogía con los troyanos. Si los italianos como votantes me merecieran algún respeto, la declarada de Berlusconi de cambiar la constitución porque no le viene bien sería un dato a tener en cuenta. Pero no me lo merecen. Y, lo más grave, España, avanza hacia una italianización política.
ResponderEliminarHay una serie de artículos muy interesantes de Philippe Ariès que tratan el tema de la muerte desde la Edad Media hasta nuestros días, y estudia muy detenidamente lo que él llama 'la muerte asalvajada'. En la Edad Media y Moderna se había domesticado la muerte, se la entendía como algo natural; ahora, se la niega, se la teme... y se inventan subterfugios para alargar innecesariamente unas funciones orgánicas que ya no son vida. Como dijo un jesuita moribundo lleno de tubos y reanimaciones cardiorespiratorias, 'se nos está robando nuestra muerte'.
Un cordial saludo!
¿¿¿Han dicho que podría tener hijos??? Serán HIJOS DE PUTA. El Papa también podría tener hijos, y ahí está, dejando que su esperma se pudra bajo la sotana o sabe Dios dónde.
ResponderEliminar¡Ah, pero tenemos el derecho de vivir dignamente... !
ResponderEliminarY ¿para qué quieres tú el esperma del Papa, Lilith? la brujería se hace con ojos de sapo y ancas de rana.
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"Dentro de unos años, muchos o pocos, el derecho a morir dignamente estará tan reconocido como el derecho a vivir dignamente." Lo espero.
Simplemente, ¿te gustaría vivir siendo un vegetal, aunque llegues a los 150 años?
ResponderEliminarLa verdad yo no; no creo que te sirva de mucho estar vivo sin comprender lo que sucede a tu alrededor, sin poder intervenir activamente en lo que pasa en el mundo, sin poder coger lo que tienes a un palmo de tu mano, a no sentir más que una profunda depresión en todos lados.
Si eres consciente ahora de lo que "sentirías", te darás cuenta de que eso no es vivir, en pleno siglo XXI no comprenden que...
NO HAY VIDA SIN MUERTE NI MUERTE SIN VIDA.
Ojalá dentro de unos años exista ese derecho a morir dignamente, porque ¿de qué vale la vida si no puedes disfrutar de ella? Además, no quiero acabar convirtiéndome en una carga para otras personas; cuando no pueda valerme por mi mismo, será el momento en que la vida deje de tener sentido y alargarla innecesariamente sería una estupidez.
ResponderEliminarUna cosa que me llama la atención: si los católicos creen en una vida más allá de la muerte, en la que las buenas personas se encontrarán para la eternidad en presencia de Dios, ¿por qué no permiten que la gente pase a esa supuesta nueva vida cuando ya no pueden hacer nada más en esta?
ResponderEliminarOh, claro. Como no se nos había ocurrido. ¡Podría tener hijos! Los homosexuales no, porque sus hijos crecerían deprimidos por tener sólo padres o sólo madres. ¡Pero ella sí! Total... su hijo sólo tendría que aceptar que su madre llevaba 18 años vegetal cuando lo parió, y que su padre es una proveta o un degenerado que se lo monta con personas en coma... ¿Que trauma puede tener un niño en esas circustancias?
ResponderEliminarMuy buena la frase de Master "NO HAY VIDA SIN MUERTE NI MUERTE SIN VIDA." La dicen en "Cuentos de Terramar"
Y también muy de acuerdo con lo dicho por Amarok. Si yo estuviese en esa situación no querría morir por mi, sino por los demás, en especial mis seres queridos. Le quitaría trabajo a quien vigile mis constantes en el hospital, dinero al estado, y a todos mis seres queridos les convertiría mucho dolor indefinido por uno concreto y definido. Porque mientras estuviese "vivo" estarían esperando verme despertar, y lo único que verían sería un cadaver con constantes vitales. Un día sí y otro también. Muerto podrían superarlo y seguir adelante con sus vidas.