Hace unos días viajé a Croacia gracias a uno de esos estupendos documentales con los que Canal Viajar nos permite olvidar que en el mundo existen tipos como Julián Muñoz. En las hermosas y vivas ruinas del palacio de Diocleciano en Split, un cachito del templo de Júpiter se metía en el dormitorio de un afortunado vecino con la misma naturalidad con la que hundimos una cuchara en la sopa, y entonces comprobé que no hace falta encontrarse con un gnomo en el bosque para poder vivir momentos mágicos. Ver un viejo templo romano integrado en la habitación de un moderno croata es la prueba de que vivimos en un mundo televisivo que algunas veces se parece al de la película “Amélie”, aunque por desgracia casi siempre termina enredado en mirar quién baila.
“El cine de La 2” (lunes, La 2) no es un gnomo en el bosque, pero sí es un pedacito del templo de Júpiter incrustado en nuestras vidas. El pasado lunes, por ejemplo, la película “Amén” se coló en nuestros salones, y fue curioso echar un vistazo a las ruinas de los horribles crímenes del nazismo en una cadena que malvive en el mando a distancia agobiada por los bailes presentados por Anne Igartiburu y los estudiantes extraterrestres de “Física o química”. “Amén” no tiene nada que ver con “Amélie”, por supuesto, pero sí tiene mucho que ver con el pedazo del templo de Júpiter incrustado en un domicilio particular de Split. ¿Quién no quiere tener un trozo del palacio de Diocleciano en su casa? ¿Quién no quiere tener en su televisor una ventana al cine que revuelve los pensamientos y husmea en las ruinas de historia? No siempre podemos acompañar a Amélie en sus paseos por París. A veces hay que aspirar el ciclón B de los campos de exterminio nazis, para luego hacer un par de preguntas a la historia y bastantes preguntas al presente.
¿Se imaginan poder dormirse contemplando un templo romano? ¿Se imaginan poder abrir la ventana todas las mañanas y admirar el templo de Diocleciano en Split, ese incomparable diálogo entre nuestro mundo y el de la antigua Roma? No tenemos esa suerte. Pero sí tenemos la suerte de poder abrir la ventana de nuestro televisor y ver películas como “Amén”. Que no falte esa ventana. Amén.
Creo que la 2 es la única televisión pública con verdadera voluntad de servicio y con labor cultural. Y, evidentemente, es un país que al body building lo llamó culturismo, no cabía esperar gran éxito en el intento. Pero es un soplo de aire fresco para los que estamos cansándonos de los vapores de la basura.
ResponderEliminarSaludos!
Vaya, vaya Antonio, corazón... ¿"Amélie" otra vez? En el próximo artículo háblanos de "El Diario de Noa" para acabar de consolidar tu faceta bitch-i-gótica.
ResponderEliminarJoder, echan una de Costa Gavras en la 2 y no me entero. Nos bombardean con Mira Quien Baila a todas horas y emiten casi clandestinamente una buena película. En mi opinión, es el mundo al revés, pero claro, yo debo ser raro, porque no me gusta ver ¿bailar? a Ortega Cano. País.
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