La lujuria no está mal, vale, pero la soberbia va a acabar con nosotros. Las muestras de chulería humana en la búsqueda de conocimiento van desde Adán y Eva hasta Greg House, desde Galileo Galilei hasta los miles de científicos que participan en el experimento del Gran Colisionador de Hadrones (LHC). Por ahora el LHC está divirtiendo bastante a la gente llenado los telediarios de datos y los programas de variedades de bromas acerca del fin del mundo (qué buena la despedida de Berto la otra noche viendo que el fin es inminente). Pero en un par de días habrá pasado la emoción del estreno y el LHC pasará a ser sólo una de esas cosas que hacen los científicos y nadie conoce porque no sale en la tele. No hay en la tele programas de ciencia que justifiquen y amorticen un gasto tan enorme ante una audiencia que lo único que quiere es que la entretengan.
Si queremos que la increíble inversión de seis mil millones de euros sirva para algo más que para saber si las partículas elementales son 24 ó 25 (qué más nos da, si ninguno nos sabemos cuáles son las 24 conocidas), deberían haberle encargado este asunto a Íker Jiménez, el gurú de “Cuarto milenio”. Para empezar él nunca habría jugado a provocar el fin del mundo con una máquina descomunal porque no habría construido nada. Habría hecho la investigación preguntando a gente rara para que averiguara si existe el bosón de Higgs echando las cartas, buscando en los textos de Nostradamus, consultando el péndulo de un zahorí o invocando un espíritu. Luego habría hecho un reportaje sobre el fin del mundo y los espectadores nos habríamos ido a la cama contentos después de ver un programa entretenido y barato.
Las cadenas no son soberbias y lo saben: un solo ladrón puede ser menos costoso y más eficaz entreteniendo a la audiencia que una carísima persecución de millones de hadrones.
2 comentarios:
La polémica sobre la posibilidad de que el LHC pueda acabar con el mundo no es ninguna novedad, todo esto ya viene desde bastante más atrás.
Antes de que se pusiese en marcha el RHIC (Relativistic Heavy Ion Collider), por aquel entonces el mayor acelerador de partículas, en el laboratorio nacional de Brookhaven, los alarmistas decían lo mismo que dicen ahora del LHC: que iba a crear un agujero negro o materia extraña, lo que provocaría una catástrofe en el planeta.
Sin embargo, el RHIC lleva operativo desde el año 2000 sin que haya ocurrido lo que los catastrofistas predecían.
Pasarán los días, meses, años y la gente se olvidará de estos miedos infundados, pero cuando los científicos anuncien que van a construir un nuevo acelerador de partículas de mayor potencia porque lo necesitan para sus investigaciones, una vez más resurgirá esta polémica.
¡NO! ¿¿Las partículas elementales son 25?? Joder...
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