Como Antena 3 emitió un par de especiales “Magia sin secretos” en los que un mago traidor desvelaba los trucos del gremio, les había prometido que contaría unas cuantas engañifas, fullerías y embelecos que usa la tele. Pero antes confesaré mi truco: los datos proceden del libro “¡Mírame tonto! Las mentiras impunes de la tele” de Mariola Cubells, una periodista que trabajó tras de las cámaras haciendo todo tipo de programas hasta que marchó asqueada y harta. Sabrá lo que dice.
Explica Cubells cómo en la tele mienten a los espectadores, engañan, confunden y traicionan la confianza de los que van invitados a los programas a contar sus cuitas, sobornan a los parias de la tierra si es preciso, prometen cosas que no pueden cumplir, desprecian al público del que sólo quieren que mire y calle, manipulan concursos para que ganen los guapos o el programa tenga más interés, tergiversan las declaraciones aunque se trate de un informativo, diseñan programas zafios a sabiendas porque consideran que el público es analfabeto, provocan el llanto cuando conviene, rastrean los peores lugares y buscan a gente desesperada para utilizar esa desesperación para sus propios fines, son racistas, clasistas, despóticos, elitistas, crueles, consiguen que los más débiles y los menos privilegiados intelectual y culturalmente llenen horas de emisión, estafan a los directivos de tele (que lo saben) inflando los presupuestos de los programas para ganar mucho más dinero, pagan cifras desorbitantes a los famosos pactando si es preciso un precio si lloran y otro si no lo hacen o un precio si aguantan hasta el final y otro si se van a la mitad, llevan gente a la tele sabiendo que eso puede destrozarles la vida, se ríen de su simpleza y los persuaden para que crean que lo mejor para ellos es que hagan y digan lo que la tele quiere.
Esto son sólo pinceladas generales. Si quieren montones de datos sorprendentes más concretos, cojan el libro, abran al azar y lean. No sólo se puede hacer zapping con el mando a distancia.
Sin leer ningún libro que hable sobre el tema, todos nos podemos hacer una idea de como es "por dentro" la televisión, lo que se piensa del televidente medio, lo que se pacta con famosos o lo que engañan a los "desgraciaós". Solo es necesario ver hasta que límites se puede llegar para lograr buenas posiciones en las audiencias.
ResponderEliminarLo que me extraña es lo que contabas el otro día sobre televisiones de paises más "civilizados" que el nuestro y de los que, francamente, esperaba más.
Un saludo
No hace falta que exista un libro que hable de esto para saber que todo esta amañado,es mas,una persona con 2 dedos de frente sin pruebas ya lo sabría.Los programas están para ganar dinero,no para entretener a las personas.LLorar,reir,emociones del cuerpo hacen que nos sentemos delante de una caja y perdamos nuestro tiempo y nos creamos que un tío que ha violado a su mujer esta tremendamente arrepentido.LLoramos con esta historia,y decimos:perdonale,estaba borracho no sabia lo que hacia.Pero luego viene el triste final,se cobraron un sueldillo de m para que 2 días despues de su rechazo la chica acabara con 12 puñaladas en el estomago.Que grande es la televisión.
ResponderEliminarSegún la frase de la Colifata:"El mundo esta loco,no,el ser humano es extraordinario".Todavía estoy buscando lo grandes que somos.Hasta que no nos fijemos mas en las personas que en el dinero,la televisión tendrá un huequito de nuestra alma
Pues yo sí creo que hace falta un libro que denuncie lo que hace la tele entre bastidores. Es más, hacen falta muchos libros. Es más, hace falta un programa entero de televisión que muerda la mano que le da de comer, que se denuncie a sí mismo y a los de su calaña.
ResponderEliminarHace falta toda la difusión que sea posible, porque puede que nosotros, que no vamos al Diario de Patricia a reconciliarnos con nuestra hermana ni aspiramos a ser concursantes de Gran Hermano, imaginemos el gran monstruo con corbata que es la tele en realidad, podamos intuir el infierno que digiere dentro, pero otras personas no. Los desechados, los desinstruidos, los despilfarrados, los decaídos, los desenraizados, los descosidos, los desesperados y los desnutridos que son víctima y sustento de la televisión, no lo saben. Algo dirán, como canta Pedro Guerra, pero que no lo digan en la tele.