Con “No le digas a mi madre...” y con Diego Buñuel podemos viajar a lugares lejanos sin movernos del sofá, pero también se nos puede helar el corazón al comprobar que muchas veces el ser humano no es el rey de la creación, sino el rey del odio. “No le digas a mi madre... que estoy en Tierra Santa” (Canal Plus) hiela el corazón, y uno se pregunta por qué Diego Buñuel sonríe cuando se topa con el infinito odio de un conflicto entre palestinos e israelíes que es tan viejo que casi se nos olvida que existe, y tan torcido que no hay Dios (y nunca mejor dicho) que lo enderece.
Desde la franja de Gaza a Jerusalén pasando por los territorios ocupados, desde raperos de Fatah haciendo rimas con la sangre de los mártires a depósitos de misiles oxidados, un centro de recogida de asnos, turistas que son insultados por barbudos con gorrito y un surrealista puesto de control por el que pasa el pescado podrido que comen los palestinos. Diego Buñuel sonríe mucho, pero el espectador de corazón helado no acaba de verle la gracia a la mayor concentración de odio por metro cuadrado del planeta Tierra. Un tipo de Hebrón lo resumió de la forma más brutal posible: “Hay una verdad palestina y una israelí”. La solución es imposible.
El filósofo árabe Averroes decía que cuando la razón da una respuesta y la fe otra sobre la misma cuestión, el filósofo debe hablar como filósofo y el creyente como creyente, lo que después se conocerá como la “doble verdad”. En Tierra Santa también hay una “doble verdad”, pero no hay una verdad de razón y otra verdad de fe, sino dos verdades de razón y fe. Las razones de palestinos e israelíes son poderosas, y la fe de unos y otros no admite la discusión racional. El tren imparable de la razón palestina choca contra la piedra inamovible de la fe israelí. Y viceversa. Una y otra vez. Una y otra vez. Y tanto el tren como la piedra existen y conviven entre muros, metralletas, fronteras, desconfianza y, sobre todo, mucho odio. Hay una doble verdad en Tierra Santa. No hay solución. No la habrá. Averroes sólo se enfrentó al problema de las relaciones entre filosofía y religión. Chupado. No le digas a mi madre... que me gustaría ver a Averroes no en la Córdoba del siglo XII, sino en Tierra Santa.
Tomé nota y, además de decidir que no voy a volver a atascarme con una frase en un texto y menos cuando significa lo mismo que la anterior, decidí también buscar la B.S.O de "Doctor en Alaska" y mi búsqueda tuvo tanto éxito como el que hubieran tenido tus consultas consejeras para ser feliz; sólo di con una canción.
ResponderEliminarComo fue eso del viernes en gijón?
ResponderEliminarPorqué yo nunca me entero?
Que sustancia tan triste soy...
Hume da mucho para escribir en un exámen :D
Informenmeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
¡No puede ser! En estos momentos es cuando me arrepiento de que me hayan dado una beca para estar todo el mes de Julio en Londres. Dime que vas a ir, lo vas a grabar en vídeo y yo podré verlo algún día.
ResponderEliminarClaro que si coincide que también actúa en Londres por esas fechas, suplicaré y rogaré que me dejen ir.
No sabía que el 24 de abril se celebraba eso. Yo sólo sé que tuve que cambiar la marca de mi pintura de uñas a causa del sentimiento de culpabilidad que tenía después de tu explicación.
Y las canciones que encontré fueron "Simply irresistible" y "Lay my love". Así que será bienvenido un lápiz con más temas.
Gracias por las noticias.
Mi corazón de R&R late al son de las "Nanas de quebranto" que me canta don Kutxi Romero todas las noches, también puede darme una "Dulce introducción al caos" con el Robe o que no me quiera ver más con el Enano y su Vela Puerca...
ResponderEliminarPero... siendo Fe de Ratas...(que ya los vi en directo 2 veces) puedo pensarme un paseo por la playa de gijon y un chocolate calentito en "el cafetal"...
http://www.extremoduro.com/
Escucha la canción que se reproduce nada más entrar, para que veas que el Robe peude llegar a ser muy dulce...