6/3/08

SALVADOS POR "SALVADOS"

Los debates electorales han demostrado ser una pantomima efectista para figurones sin el menor interés en su contenido programático; política espectáculo diseñada según los parámetros del star system para proporcionar horas de cotilleo cool a los comentaristas y tertulianos audiovisuales. Los espacios de propaganda electoral clásicos, -aquéllos de varios minutos en donde salían los candidatos sonriendo y mintiendo acerca de lo que iban a hacer en el probable o improbable caso de victoria-, han quedado sustituidos por brevísimos spots en todo semejantes a la publicidad comercial de tampones, neumáticos o ADSL. Incluso la cobertura de los actos de campaña, antaño, -del latín ante annun-, ocasión para que los informativos de la cena tuviesen su puntito de interés, son hogaño, -del latín hoc anno-, puras conexiones de recurso, rutinarios valles de audiencia rodeados por picos llenos de entrenadores de fútbol y países autosegregados.

Parecía que asistíamos a la peor campaña electoral televisiva de la historia. A punto estábamos de tirar la toalla y darnos por perdidos cuando llegó el Follonero y se marcó en dos entregas "Salvados por la campaña", el mejor espacio de entretenimiento patrio que hemos visto en las pantallas desde la época en que a Manuel Fraga no hacía falta subtitularlo. Ver cómo el público de un mitin de Rodríguez trata a un Follo travestido de periodista de la COPE de forma muy semejante a como el público de un mitin de Rajoy trata a un Follo travestido de periodista de la SER, contemplar cómo ambos candidatos besan igual a la misma madre con la misma hija y responden de forma casi idéntica a un cara a cara de perfil, mueve más el voto que cualquier recuento de las interrupciones que se hicieron mutuamente Zappy y Rajoidy. De hecho, "Salvados por la campaña" mueve tanto el voto que lo centrifuga: nunca dos horas de televisión influyeron tanto electoralmente, y sólo por disfrutar repetidamente de ellas deberían celebrarse elecciones al parlamento cada vez que La Sexta tenga un hueco en su parrila para el Follonero.

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