Está muy bien que los chavales vean lo que enseñan en el instituto de “Física o Química” (noche de los lunes en Antena 3). Hay a quien le parece mal dar esta educación a la ciudadanía, el ambiente que se ve en las clases, el fin de las viejas relaciones entre alumnos y profesores, pero es lo que hay.
Les Luthiers contaban que en la Universidad de Wildston la diversión y el recreo no eran menos importantes que el estudio, eran... más importantes. Eso no es nada comparado con lo que pasa en “Física o Química”: una profesora de filosofía se lía con un mozalbete y cuando descubre que es alumno suyo dice que debe dejar la relación, pero no porque sea un delito doble que un profesor –adulto– mantenga relaciones con un alumno –menor–, sino porque peligra su puesto de trabajo. Siguen viéndose y el intercambio de conocimientos se competa con un intercambio de enfermedades de transmisión sexual. Otros alumnos también se contagian en esta comunidad educativa en la que reina la confraternidad. Los alumnos ponen carteles por el instituto convocando una “fiesta petting” que resulta ser una bonita orgía, pero más chic, porque tiene nombre inglés. En la sala de profesores también tienen sus líos: hay un triángulo entre tres compañeros, pero diferente al que monta la de Filo con su ex, que casualmente también va a dar clase al instituto. Qué lejos quedan los triángulos escalenos y los acutángulos. Y la de literatura, capaz de convertir una clase sobre La Celestina en un debate sobre sexo, sufre porque cuando está con un colega no logra que las transversales del amor los atraviesen, tal y como establece el Teorema de Tales. Ah, sí, y además sexo, también hay chantaje, drogas, amenazas, suicidios, racismo, violencia y acoso laboral.
Por eso también está muy bien que los chavales, además de ver “Física o Química” en la tele, vayan a clase de lunes a viernes: para aprender otras cosas como Matemáticas o Latín.
A los que crearon la serie les recomendaría que se pasasen por un instituto para ver como son de verdad, porque los decorados se parecen tanto a un instituto como un huevo a una castaña, tendrían que pasar por la sala de profesores del mío, que es casi tan fashion y moderna como la que aparece en la serie. Eso si, cambiaba mi jefa de estudios por Ana Milán a ciegas...
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