Gracias a la civilización y el progreso aquellas viejas carpetas de cartón en las que amontonábamos recortes de periódicos sin orden ni concierto han sido sustituidas por modernas carpetas virtuales en las que amontonamos recortes digitales sin orden ni concierto. De vez en cuando uno las revisa y se encuentra con viejos amigos con la ventaja, eso sí, de que no se mancha las manos con tinta. Veo que hace un año me llamaron la atención varias noticias relacionadas con la publicidad, esa molestia que interrumpe la vida del televidente.
Una: la archidiócesis de Washington inicia una campaña multitudinaria de publicidad para que los parroquianos visiten un poco más los confesionarios. ¿Saben uno de los motivos que barajan como explicación del progresivo abandono de la confesión? La proliferación de programas de testimonios en los que los participantes cuentan ante todo el mundo sus vergüenzas porque no se atreven a contársela al confesor por si los reconoce. Otra: Schweppes pide perdón a las autoridades de Boston porque realizó una campaña publicitaria que causó la alarma y el cierre de un histórico cementerio al que acudieron demasiadas personas a participar en un montaje que se les fue de las manos. Y otra: en varias ciudades norteamericanas se reciben alertas de terrorismo por la localización en diferentes zonas de artefactos que parecen bombas. Resultan ser aparatos que proyectan un personaje de una nueva serie de animación que la cadena de televisión Cartoon Network quiere promocionar de esta original manera.
Aun así, hay formas infinitamente más estúpidas de darse a conocer que la publicidad. Viendo cómo anteayer unos desgraciados lograron interrumpir la programación de todas las cadenas de televisión (publicidad incluida), echaba uno de menos esos días en los que los programas se interrumpen sólo para emitir publicidad normal y corriente.
1 comentario:
- INTERRUMPIENDO LA INTERRUPCIÓN
- COLUMBRANDO COLOMBRES
- QUIZÁS QUISO DECIR
- SALVADOS POR "SALVADOS"
- ...
Reivindica lo simple.
¡Perrea, perrea!
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