Un canal televisivo británico ha hecho una encuesta entre los jóvenes con unos resultados sorprendentes: el 58% de los entrevistados creen que Sherlock Holmes fue un personaje real, el 47% cree que Ricardo Corazón de León es un mito, y el 23% cree que Winston Churchill es un personaje de ficción. Vaya cura de humildad. Quizás dentro de poco tiempo muchos jóvenes españoles creerán que Mortadelo y Filemón fueron personajes reales, que el Cid es un mito, y que Zapatero y Rajoy son personajes de ficción. Vaya cura de humildad. Así que el debate del siglo entre el presidente y el candidato, el no-va-más de la confrontación dialéctica entre los dos gigantes de la política, el acontecimiento político-televisivo mayor que el cual ningún acontecimiento político-televisivo puede ser contado, puede terminar en el mismo limbo que los puros de Churchill.
Dicho esto, hablemos del debate entre Mortadelo y Filemón. Cuenta la tradición cristiana que había una vez un ermitaño que corría por el desierto gritando: “¡Tengo una respuesta! ¡Tengo una respuesta! ¿Quién tiene una pregunta?”. El debate decisivo fue un debate entre dos ermitaños que corrían por el pobladísimo desierto electoral gritando en voz baja: “¡Tengo una respuesta! ¡Tengo una respuesta! ¿Qué demonios me importan las preguntas?”. Zapatero habló de lo bien que va todo y de sus propuestas para que todo vaya mejor, y Rajoy habló de lo mal que va todo y... de lo mal que va todo. De vez en cuando parecía que se enzarzaban (sin subir mucho el tono de voz, porque los asesores dicen que eso quita votos) hablando de Irak, de ETA, de inmigración o de la idea de España. Pero era mentira. Zapatero y Rajoy estaban en la tele para hablar de su libro, como diría Umbral, y como buenos ermitaños estaban obsesionados con sus visiones. Es lo que tiene el hambre y la sed de votos.
No sé qué me interesa menos, el color de las puñeteras corbatas del presidente y del candidato, o la dichosa primera pregunta que Rajoy hizo al presidente Zapatero en el Congreso. Pero vamos a ver, ¿cómo es posible que nuestros líderes políticos dedicaran más tiempo a esa estúpida primera pregunta que a casi cualquier otra cosa? Zapatero prometió el pleno empleo. No hubo comentarios. Rajoy dijo que la Alianza de Civilizaciones y la ley de la Memoria Histórica eran entretenimientos. No hubo comentarios. Eso sí, cuando los políticos quieren bajar a la calle, se ponen de lo más divertidos. En el debate nos enteramos de que los huevos subieron tres veces más con el Partido Popular, pero el pollo subió más con Zapatero. Manda huevos. Vaya pollo.
En cuanto a los datos, los números, los gráficos y todo eso, tengo una mala noticia para nuestros políticos: son veneno para la taquilla. Es decir, Rob Morrow se equivoca cuando dice en la serie “Numb3rs” que los números no mienten, pero las personas sí. Los números mienten que te cagas. Los gráficos suben y bajan según quien los cocine. Menos números y más trabajar. Menos debates entre ermitaños. El futuro presidente será Mortadelo o, quizás, Filemón. Pero dentro de cincuenta años, puede que una cadena de televisión haga una encuesta entre los jóvenes y la mayoría crea que los huevos y los pollos son un mito.
Hola Antonio Rico. Santo Tomás de Aquino era un ser asintáctico (y Dios sabe si asexuado). Adiós Antonio Rico.
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