Decía Salvador Dalí que lo mínimo que se le puede pedir a una escultura es que se esté quieta (lo siento por mi amigo Faustino y su admirado Calder), así que lo mínimo que se le puede pedir a un programa de televisión es que se esté quieto y deje de pedir a los espectadores que llamemos a no sé qué número, o que mandemos mensajes a no sé dónde, o que votemos no sé qué cosa para entrar en el sorteo de no sé qué aparato. La escultura debe estarse quieta. Y el programa de televisión, también.
De todas formas, hay una manera optimista de ver esta invocación televisiva al movimiento: la importancia de las carreteras. Los romanos sabían mucho de carreteras, y siempre entendieron su importancia. Los griegos, sin embargo, buenos marineros y comerciantes, nunca entendieron la importancia de las carreteras, así que la falta de vías de comunicación interna fue una de las causas de su derrumbe. Los programas que buscan la comunicación con sus espectadores son romanos, y los programas que se limitan a navegar y comerciar son griegos. Un programa televisivo que no dispone de carreteras no puede comunicarse con su público, así que sólo puede aspirar a que sus marineros viajen a otras audiencias y hagan buenos negocios. Sin embargo, los programas que construyen carreteras pueden extenderse tierra adentro más fácilmente. Es una forma de verlo.
De todas formas, entre los programas romanos también hay clases, porque no todas las carreteras son iguales. En “Fiebre Maldini” (Lunes, Canal +), por ejemplo, Julio Maldonado regala camisetas a los espectadores que acierten dificilísimas preguntas futbolísticas. Camisetas. Y es que el público de “Fiebre Maldini” está acostumbrado a las carreteras romanas, que requieren poco mantenimiento porque están muy bien construidas. Las carreteras griegas, en cambio, necesitaban mucho mantenimiento porque estaban construidas de forma apresurada. Hay, pues, programas que viajan en busca del espectador, programas que construyen carreteras de mala calidad que necesitan mucho mantenimiento, y programas con buenas carreteras que buscan la complicidad con el espectador. Las camisetas de Maldini son carreteras cómplices.
2 comentarios:
Hola, llego aquí a través de Angel Ramos. Me gusta. Te pongo en mi blogroll. Abrazos
http://elsonidoylafuria.wordpress.com/
¿Tu amigo faustino es uno de gafas y melenilla que da clases de Historia?
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